lunes, 5 de abril de 2010

EL DIA DEL SEÑOR

Marcos 16:9


¨Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios¨ (Marcos 16:9).

Hoy que celebramos la resurrección de nuestro Señor, es un magnífico día para hablar de El Día del Señor, pues la más grande evidencia de que el primer día de la semana es el día de descanso de los cristianos, es que Jesucristo resucitó ese día: ¨Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios¨ (Marcos 16:9).

El sábado fue el único día que Jesús estuvo veinticuatro horas completas sepultado. Y no estaba descansando como dicen algunos, sino que estaba muerto, sepultado en una tumba. Parte del día viernes en que murió, Jesús estuvo vivo, y también gran parte del domingo que resucitó; pero el sábado estuvo muerto todo el santo día. Porque Jesús dio cristiana sepultura a todos los rituales y ceremonias de la antigua ley. Y esto a mí me parece muy gráfico de lo que él mismo dijera respecto del sábado: ¨Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo¨ (Marcos 2:28). Esto quiere decir entre otras cosas, que el día de reposo está sujeto a él, y no él al día de reposo; que él es mayor que el día de reposo. Los judíos del tiempo de Jesús llegaron a enfatizar de tal manera la observancia del día de reposo, que lo veneraban. Lo mismo hacen muchos cristianos judaizantes en el día de hoy, hasta ponen la observancia del sábado como condición para ser salvos.

El primer día de la semana marcó el inicio de una cadena de acontecimientos en la vida de nuestro Señor resucitado y de los primeros cristianos, que llegó a identificar inequívocamente el domingo como el día del Señor. No fue Constantino quien impuso el domingo a los cristianos como día de reposo, sino que él lo hizo así porque los cristianos ya guardaban el domingo como día del Señor, en celebración de la resurrección de Jesucristo. Así que, a quienes Constantino les impuso el domingo fue a los paganos, y a los judíos que estaban bajo el poder romano.

El poder romano que los judíos aprovecharon para llevar a Jesús a la cruz, con la idea de destruir el cristianismo, fue el mismo poder utilizado por Dios para someter a los judíos y a las demás naciones a la nueva manera cristiana de ver el mundo. Los judíos usaron a un gobernador del imperio romano, pero Dios usó al propio emperador. Desde entonces la historia se divide así: ¨Antes de Cristo¨ y ¨Después de Cristo¨, porque Dios es el que dirige la historia. Jesucristo es Señor de la historia así como es Señor del sábado.

El séptimo día era el día de reposo observado por Cristo y los cristianos antes de la resurrección, pero no lo fue más después que el Señor se levantó de entre los muertos. Fuera de todo prejuicio podemos entender que al ser la resurrección el evento más importante de la fe cristiana, sea tomado el día que Cristo resucitó como día de descanso del nuevo camino, para diferenciarlo de la antigua religión y de la levadura farisaica que tanto daño ha hecho a los judíos y a los cristianos que se empecinan en mantener las prácticas judaizantes.

Los cristianos guardamos el domingo, no el sábado. Cada domingo, aún con el mínimo esfuerzo de levantarnos temprano e ir al templo, así como en cada expresión de adoración en nuestros cultos, proclamamos que la tumba donde sepultaron a Jesús está vacía.

Como todo lo que encontramos en el Antiguo Testamento era sombra de lo que habría de venir, imagen de las cosas verdaderas, como dice la Biblia en la Carta a los Hebreos, de esta misma forma el sábado era sombra de un día mucho más importante, el día de la nueva creación de una vida nueva, la redención de la humanidad obrada por Jesús en la cruz y celebrada el día que él se levantó de entre los muertos.

Ahora veamos porqué el primer día de la semana es el Día del Señor y el día en que los cristianos nos reunimos para adorar.

1.- El Primer Día de la Semana Fue el Día en Que el Señor Resucitó.

El pasaje de nuestro sermón es inequívoco en señalarnos que el Señor resucitó el primer día de la semana: ¨Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios¨ (Marcos 16:9). Cualquier intento por desconocer esta verdad bíblica será evidencia suficiente para detectar la doctrina de error, pues los otros evangelistas son enfáticos al revelarnos esta verdad: Mateo 28:1-11; Lucas 24:1-43; Juan 20:1-29.

A pesar de toda esta contundencia bíblica muchos se atreven a proponer otro día para la muerte de Cristo, y por ende otro día para su resurrección, en su afán de adaptar la Palabra de Dios a sus caprichos. A estos les cabe la sentencia paulina de Gálatas 1:6-9: ¨Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema¨.

Toda la carga de testimonio que demuestra que Jesús resucitó el primer día de la semana apuntala ese día como un día de gran celebración y júbilo para los cristianos. Es el día en que todos los creyentes en Jesús podemos decir con Pablo: ¨Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?¨ (I Corintios 15:54,55).

2.- El Primer Día de la Semana Fue el Día en que el Señor Resucitado se Apareció a sus Seguidores.

Aparte de haber resucitado el Señor el primer día de la semana, otros hechos sobresalientes ocurridos después de la resurrección, sucedieron el primer día de la semana. Podemos mencionar primeramente la aparición a sus discípulos: ¨Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén¨ (Lucas 24:13).

También vemos que se apareció a sus discípulos en domingos sucesivos: ¨Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos. Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros¨ (Juan 20.19-26).

La presencia del Señor en los lugares donde los discípulos estaban reunidos llenó de regocijo sus corazones. Esto se corrobora por la propia declaración de los discípulos que iban a Emaús: ¨Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?¨ (Lucas 24:32). En el día de hoy, cada domingo que los creyentes nos congregamos para adorar al Señor, sentimos el mismo gozo de estar ¨unánimes juntos¨, reunidos en su nombre (Hechos 2:1). Es lo menos que podemos hacer para anunciar al mundo que ¡El Señor Ha Resucitado!

3.- El Primer Día de la Semana Fue el Día Observado Por los Primeros Cristianos.

No es coincidencia que los 120 estuviesen congregados en el aposento alto en el día de pentecostés, ya que ellos estaban obedeciendo a instrucciones dadas por el Señor: ¨Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días¨ (Hechos 1: 4,5).

Es muy probable que la venida del Espíritu Santo fuera un domingo, siendo que el día de Pentecostés se celebraba y se sigue celebrando hoy así entre los judíos: Se cuentan 7 sábados a partir del sábado de pascua que suman 49 días, y el domingo próximo es el quincuagésimo, el número cincuenta, que corresponde al día de Pentecostés.

Las instrucciones del apóstol Pablo para la recolección de la ofrenda para los santos demuestra la práctica común de los primeros cristianos de observar el primer día de la semana: ¨En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas¨ (I Corintios 16:1,2). Este pasaje es razón suficiente y concluyente de esta costumbre de los primeros cristianos de guardar el domingo en vez del sábado.

Esta preocupación de Pablo de que la ofrenda se recogiera a tiempo y que para lograrlo se hiciera el día en que se reunían con regularidad, nos indica cuán común era ya la costumbre de guardar el domingo en lugar del sábado. Tanto para el escritor del Nuevo Testamento como para los destinatarios de la carta de Pablo, eran normales estas reuniones para la celebración del culto cristiano, por tal motivo no se dan mayores explicaciones.

La única vez que se menciona el sábado relacionado con los cristianos en el Nuevo Testamento, después de la resurrección, es con el propósito de llevar el evangelio a los judíos que sí se reunían el sábado en las sinagogas. Por lo general los apóstoles llevaban primero el evangelio a los judíos y luego a los gentiles. Así que había que aprovechar las reuniones de estos en sus sinagogas en día sábado. Recordemos lo que Pablo decía: ¨Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley¨ (I Corintios 9:20). Pero llegó un momento en que debido a la incredulidad de sus hermanos judíos Pablo decidió otra cosa: ¨Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos: Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles¨ (Hechos 18: 6). De ahí en adelante no volvió a mencionarse que se reuniera en sábado con los demás judíos.

Esta actitud del apóstol Pablo concuerda con su convicción de la supremacía del nuevo camino por encima de la antigua religión judaizante: ¨Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo¨ (colosenses 2:16,17). Como podemos ver en este último pasaje, la disputa de si los cristianos debían guardar o no el sábado, es una cuestión que tuvo que ser enfrentada fuertemente por los apóstoles en contra de los que querían imponer requisitos legales basados en el Antiguo Testamento. Tanto para Pablo como para cualquiera cristiano sensato de la época primitiva, era muy claro que el día del culto cristiano era el primer día de la semana.

Nos atrevemos a decir según el espíritu de la carta a los Hebreos que el sábado, como sombra de las cosas verdaderas, fue anulado por el Señor tal y como nos lo revela Colosenses 2:14: ¨anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz¨ (Colosenses 2:14).

Para los que piden evidencia explícita de la observancia del primer día de la semana como día de adoración cristiano, veamos el siguiente pasaje: ¨El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche¨ (Hechos 20:7).

Una prueba final que demuestra la costumbre de guardar el domingo como día de adoración del Señor es que Juan recibió la revelación del Apocalipsis el día del Señor, o sea el domingo, el primer día de la semana: ¨Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta¨ (Apocalipsis 1:10). Acerca de este pasaje nos dice H. E. Dana en su libro ¨Manual de Eclesiología¨ lo siguiente: ¨La referencia que hace Juan al “día del Señor” en Apocalipsis 1:10, no puede razonablemente referirse a otro día que no sea el primer día de la semana. Así que hay fuerte evidencia a favor de la observancia del primer día de la semana como el día del culto en la era apostólica; mientras que no hay ninguna a favor del séptimo día¨ (-H. E. Dana, Manual de Eclesiología, Editorial Mundo Hispano, 1987, Pág. 159).

Unas palabras finales que debemos agregar acerca de la observancia del día del Señor es que en los últimos años muchos creyentes en el mundo no están mostrando el debido respeto al Señor en el que dicen creer, pues con mucha facilidad comprometen el domingo para hacer labores comunes, dejando de esta manera de participar en sus iglesias.

Si bien es cierto que el domingo no tiene el carácter legalista que llegó a tener el sábado judío (y gracias a Dios por ello), pero creo que los cristianos debemos rescatar el día del Señor, limitándonos en lo posible a dedicar ese día para congregarnos con nuestras familias en el templo.

El domingo no es un día para irnos de fiesta o de recreación, mientras los demás hermanos se congregan para adorar a Dios. El mundo no es mejor después que los cristianos hemos comprometido el día del Señor para ocuparnos en nuestras labores ordinarias.

Por favor, medita en este versículo: ¨No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca¨ (Hebreos 10:25).

Leandro González


Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 4 de abril de 2010.

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