domingo, 1 de marzo de 2009

ESTABLECIMIENTO Y CONSOLIDACION DE LA MONARQUIA EN ISRAEL

2 Samuel 7: 8-17

Hablar de la monarquía en Israel es hablar de un gran trecho histórico en la vida del pueblo de Dios. Una figura que sobresale en estos acontecimientos es Samuel en su triple papel de sacerdote, profeta y juez de la nación hebrea. Aunque sin duda alguna la persona más importante en todo este relato es la del rey David. La figura de Saúl es célebre, pero de una forma triste y decepcionante. Saúl es el típico rey humano, más parecido al montón de gobernantes del tipo que es descrito por el Señor Jesús en Mateo 20:25, donde nos dice: ¨Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad¨.

En esta ocasión veremos brevemente un esbozo de la vida de cada uno de estos tres personajes que intervienen en el inicio de la monarquía en Israel.

I.- Transición del Gobierno de los Jueces a la Monarquía en Israel.

El responsable de esta transición fue un hombre excepcional llamado Samuel. De él podemos decir que su concepción fue milagrosa. Su madre Ana no podía tener hijos, porque era estéril. Sufría tremendamente por esta situación. Muchas mujeres en el mundo no pueden tener hijos, y es lo que más desean en la vida. Realmente debe ser bien frustrante para una mujer no poder concebir. Para las mujeres en el tiempo de Ana en Israel esto era mucho más que una afrenta por muchas razones. Pero ella hizo algo que toda mujer que atraviese por su misma situación debe hacer, ella oró con fe a Dios para que le diera un hijo. Y Dios se lo concedió.

Pero había algo en la petición de ella que la hace una mujer especial, ella pidió un hijo a Dios para dedicarlo a su servicio en el templo. ¿Cuántas mujeres cristianas hoy tienen el deseo de tener hijos para dedicarlos al servicio del Señor? Por lo general pensamos de nuestros hijos como profesionales, pero no es muy frecuente que visualicemos a nuestros hijos como siervos del Señor en el ministerio. Y Samuel llegó a ser un profeta muy especial para el pueblo de Israel, porque fue dedicado desde antes de ser concebido; y su madre fue bendecida por Dios con más hijos, porque dio las primicias del fruto de su vientre al Señor.

Samuel fue prácticamente el último juez de Israel, y fue al través de él que Dios preparó la transición del gobierno de los jueces a la monarquía. El pueblo de Israel había manifestado que quería tener un rey como las demás naciones. Esta era una forma de rechazar a Dios como gobernante. En ese tiempo, los israelitas tenían un enemigo que los asediaba constantemente, los filisteos, un pueblo al que ellos no habían echado de la tierra prometida, y que se había convertido en un problema constante por su desobediencia.

Dios usó a los filisteos para probar y castigar a los judíos por su falta de fe, a tal punto que los filisteos se llevaron consigo el arca de Dios, y los judíos trataron de recuperarla en una batalla donde los sacerdotes Ofni y Finees, hijos del sacerdote Elí, murieron; y el propio Elí falleció de forma trágica por la impresión que le produjo la noticia de la muerte de sus dos hijos, los cuales habían deshonrado múltiples veces su santa investidura. De esta manera se cumplió lo dicho por Dios a Samuel respecto de la casa del sacerdote Elí: ¨Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas¨ (I Samuel 3: 11-14).

Durante siete meses estuvo el arca de Dios en manos de los filisteos, pero esto trajo grandes calamidades para ellos, de modo que decidieron regresarla a Israel. La Biblia dice en I Samuel 7: 1: ¨Vinieron los de Quiriat-jearim y llevaron el arca de Jehová, y la pusieron en casa de Abinadab, situada en el collado; y santificaron a Eleazar su hijo para que guardase el arca de Jehová¨. Después de esto, Dios tuvo misericordia de Israel, porque ellos se arrepintieron y entonces pudieron vencer a los filisteos.

Samuel era la persona hasta ese momento que gobernaba a Israel, y Dios estaba con él. Pero él se sentía viejo, así que puso a sus dos hijos Joel y Abías como jueces de Israel en su lugar. Pero los hijos no tenían de ninguna manera el carácter del padre. Esto dio motivo a los israelitas para que un día decidieran pedir a Samuel lo siguiente: ¨ constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones¨ (I Samuel 8:5). El pueblo que es especial, diferente, quería ahora ser como las demás naciones. Así muchos cristianos piensan que se están perdiendo de algo al no ser parte de muchas cosas del mundo; y siempre que esto ocurre el próximo paso es apartarse de los caminos del Señor, para vivir conforme al mundo. Es el anhelo de Dios que su iglesia sea diferente y que procure el reino de Dios en el centro de su vida antes que cualquiera otra cosa.

Samuel se sintió decepcionado, pero ellos no lo estaban despreciando a él, sino a Dios: ¨Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos¨ (I Samuel 8:7). Dios concedió a los israelitas lo que pedían, no sin antes advertirles los riesgos a los que se enfrentaban como nación al tener un rey. La lista de estos riesgos está en I Samuel 8:11-18. Pero el pueblo estaba tan entusiasmado con la idea de tener un rey que no consideraron los riesgos, sino que dijeron: ¨No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras¨ (I Samuel 8: 19, 20).

De esta manera culmina la tarea de Samuel como gobernante de Israel, pero continuará su influencia como sacerdote y como profeta de Dios en el ungimiento y establecimiento de los dos primeros reyes de Israel, tarea que realizaría hasta el día de su muerte. Samuel murió durante el reinado de Saúl, pero antes Samuel ya había ungido a David quien sustituiría más tarde de manera formal a Saúl, a quien Dios habría desechado. La muerte de Samuel se narra en I Samuel 25:1. El acontecimiento de la muerte de Samuel tan temprano, demuestra que él no fue el autor de estos libros, pero sin embargo, por la importancia de su persona en estos acontecimientos, los Talmudistas han de haberle atribuido su autoría.


II.- Establecimiento del Primer Rey de Israel.

De lo primero que nos habla la Biblia de Saúl, es acerca de su imponente presencia física, de su corpulencia y de su hermosura y juventud. Descendiente de la tribu de Benjamín, Saúl era el más apuesto varón en toda aquella comarca. Como el pueblo de Israel buscaba un rey humano, y al parecer le importaba más la apariencia que los valores espirituales que pudiera tener su gobernante, Dios les concedió lo que su corazón deseaba. Aquí se cumple lo que se dice, que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen; de la forma que sean las gentes, de esa misma forma será su gobernante, porque el gobernante sale del seno del mismo pueblo.

Dios dio instrucciones a Samuel de ungir a Saúl como rey de Israel: ¨Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí. Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo¨ (I Samuel 9:16,17). Así lo hizo Samuel, tomó a Saúl y lo ungió con aceite como era la costumbre: ¨Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel? (I Samuel 10:1). Samuel convocó al pueblo para presentarles a la persona que Dios había elegido como rey y para anunciarles cuáles serían las leyes del nuevo reino.

En las palabras que Samuel dirigió al pueblo estaba incluida la amonestación a la nación por haber desechado a Dios como su rey, para pedir un rey como tenían las demás naciones. Cuando buscamos nuestra propia determinación sin considerar a Dios, no nos podemos quejar de los resultados catastróficos. Eso es lo que define definitivamente el reinado y la vida de Saúl, un verdadero desastre.

Muy pronto el pueblo se dio cuenta de la falta que habían cometido delante de Jehová. Pero el amor de Dios por su pueblo es inmutable, así que él ha de utilizar aún las decisiones equivocadas para transformarlas en una oportunidad de crecimiento, porque Dios no puede negarse a ser misericordioso. Aún en medio de esa mala elección, Dios está dispuesto a ayudarles a salir adelante, siempre que muestren un corazón arrepentido; pero si no: ¨Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis¨ (I Samuel 12:25).

Saúl era muy impulsivo, y esa condición de su carácter lo hizo actuar locamente, atribuyéndose dignidades que no les estaban permitidas, como ofrecer holocausto, oficio reservado para los sacerdotes. Por este motivo, Samuel le profetizó como Dios lo había desechado como rey, y que en un tiempo no muy lejano sería sustituido: ¨Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó¨ (I Samuel 13:14).

La imprudencia de Saúl llegó a ser tal, que aún puso en peligro la vida de su hijo Jonatán, el cual sólo fue librado de una muerte segura por la protección del pueblo. ¿Será que en su afán de poder, consideró en algún momento que aún su propio hijo podría ser su rival, y buscaba aprovechar cualquier circunstancia que le diera la oportunidad de elimarlo? Ha habido emperadores y gobernantes sanguinarios que no han perdonado ni siquiera la vida de su propia familia, con tal de perpetuarse en el poder.

En el episodio de Saúl con los amalecitas, de nuevo la condición de Saúl es desastrosa delante de Dios por actuar conforme a su mente, sin la debida delicadeza en las cosas santas, al tomar del botín del enemigo y ofrecerlo como sacrificio a Dios; por eso le dice Samuel: ¨ ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey¨ (I Samuel 15: 22, 23). Y esta vez Dios da instrucciones a Samuel, y le advierte acerca de los peligros de considerar al nuevo rey que será elegido conforme a la apariencia, pues las apariencias engañan: ¨Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón¨ (I Samuel 16:7).

Ya se avecina la oportunidad de que aparezca el sucesor de Saúl, David, ¨un hombre conforme al corazón de Dios¨. Eso no significa que ese hombre ha de ser perfecto, pero la diferencia entre él y Saúl es abismal. Así que Samuel unge a David como el nuevo rey de Israel. Siendo Saúl consciente de su sustitución como rey, su corazón fue lleno de una malsana obstinación contra David, el nuevo ungido de Jehová, y procuraba su muerte por todos los medios posibles.

David realizó una hazaña que lo catapultó delante del pueblo como un hombre valeroso, como un héroe nacional; nos referimos a la eliminación del gigante Goliat. Naturalmente que esta acción fue posible solamente porque Dios estaba con él. Pero esto despertó aún más el celo de Saúl contra David, pues el pueblo, al cantar las victorias de Israel decia: ¨ Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, Y David a sus diez miles¨ (I Samuel 18:6,7).

Pese a toda esta rivalidad de Saúl contra David, el corazón de David era generoso para con él, de tal manera que Jonatán, el hijo del rey Saúl y David se convirtieron en los más grandes amigos, una amistad única en la historia; y además, David se casó con Mical, la hija del rey, o sea que Saúl era su suegro.

Muchas cosas pueden pasar a una persona obstinada, con una idea fija en su mente, como fue el caso de Saúl. En procura de eliminar a David, cometió muchos disparates y fue objeto de la burla hasta de Dios, pues Dios lo puso en ridículo delante de su propio pueblo por su alocada fijación asesina. Lea I Samuel 19 para que se dé cuenta de lo que estamos diciendo. David se convirtió en un fugitivo, y más tarde en un guerrillero por causa de la persecución insensata de Saúl. Pero David respetó en todo momento la vida de Saúl porque lo respetaba como el ungido de Dios. Y aunque en varias ocasiones lo tuvo en su poder, le perdonó la vida.

En medio de la lucha de guerrillas de David, hay un episodio que merece ser considerado, es el relacionado con Abigail, una mujer sensata que llegó a ser esposa de David. Esta mujer libró a David de cometer un acto de violencia contra su esposo Nabal, un terrateniente que se negaba a apoyar la lucha política de David. El rey David, durante su alzamiento, él y su ejército eran sostenidos económicamente por los poderosos de aquellas tierras a cambio de protección. Pero Nabal, que era una persona avara, no quería apoyar la causa de David, lo cual representaba un acto de rebelión contra el auténtico rey de Israel. Y según la mente acalorada del joven rey, este hombre merecía la pena de muerte, y también el exterminio de su descendencia, y esto incluía a los hijos de Abigail.

Ella fue a suplicar delante del rey por su esposo y por su familia, y además a evitar que David, a quien ella sí consideraba su rey, cometiera ese acto cruel producto de su indignación. De esta manera fue librada ella y su familia aunque su esposo no corrió la misma suerte, pues fue castigado por Dios por su actitud, y la historia bíblica nos dice que luego David la tomó como esposa. Hay muchas lecciones que podemos sacar del proceder de esta mujer, lecciones de prudencia y sensatez que pueden ser de gran valor en el día de hoy que está viciado de tanta violencia.

Saúl finalmente sucumbió ante su propio carácter y obstinación, actuando aún en contra de sus propios principios. Violando toda ley humana y espiritual, Saúl se destruyó a sí mismo y a su familia, lo cual trajo gran luto a la vida de David, quien a pesar de todo, le tenía gran estima. Ese es el final de los que se empecinan en hacer su voluntad y pervertir el derecho y vivir de espaldas a Dios.

III.- Consolidación de la Monarquía en Israel.

Finalmente, después de tanto correr, David pudo descansar de la persecución de Saúl y comenzar a reinar en Israel. Pero antes David lloró con amargura a Saúl y escribió un salmo memorable cuyo estribillo reza de la siguiente manera: ¨¡Cómo han caído los valientes!¨ ( 2 Samuel 1: 19). Esto es una muestra del gran respeto que David tenía al ungido de Jehová. Además David protegió a la familia de Saúl que aún vivía. Aprendamos de David este gesto de consideración por los siervos del Señor, y mucho más cuando estos hayan tenido una buena conducta.

David es compositor de una gran cantidad de Salmos que exaltan la gloria, la grandeza y la misericordia de Dios.

Con David se consolida el sistema de gobierno monárquico en Israel. Es proclamado rey primero en Judá y luego en todo Israel. Tenía 30 años cuando comenzó a reinar y reinó 40 años: 7 años y seis meses en Judá y 33 años en todo Israel. Su relación con el reinado mesiánico de Jesús, y las promesas de Dios de darle estabilidad lo hacen un rey excepcional (2 Samuel 7:11). Dios promete hacerle casa y de que él propiciará la construcción del templo, pero sería su hijo Salomón el que lo llevaría a cabo.

Sin embargo la Biblia no nos oculta los defectos de este hombre que tenía fama de tener un corazón conforme al corazón de Dios. Nos habla de su pecado de adulterio con Betsabé y la cadena de pecados que le siguieron a este, incluyendo hasta el homicidio. Pero es aquí donde podemos ver la diferencia de su carácter con el de Saúl, luego de la amonestación del profeta Natán, David reconoce su pecado y se arrepiente, aunque las consecuencias de sus pecados le seguirían toda su vida. El Samo 51 es un testimonio elocuente de su arrepentimiento, salmo este que ha servido de inspiración en el arrepentimiento de muchas personas en el mundo. Betsabé fue la madre de Salomón, una nota salvadora en medio de esta historia tan desagradable.

En la vida de David hubo muchas victorias y conquistas, pero en su vida familiar, producto del estilo de vida de aquellos tiempos en los que aún no se había completado la revelación bíblica, ocurrieron episodios muy lamentables, como el hecho de que su propio hijo Absalón, su hijo predilecto o consentido, intentó darle un golpe de estado. Por esta causa, David tuvo que enfrentarse a la amarga realidad de ver el trágico final de su vástago, pues el reino debía ser protegido aún de su propia familia.

La vida de Absalón fue la inspiración para la famosa novela ¡Absalón, Abasalón!, escrita por novelista americano William Faulkner, uno de los novelistas más reconocidos de la literatura estadounidense del siglo XX. Es una novela publicada en 1936, inspirada en el episodio bíblico de 2 Samuel 2: 13-19 –que cuenta cómo Absalón, hijo de David, mata a su hermano Amnón por haber forzado a su hermana Tamara. Esta obra enigmática, ambigua, paradójica y de gran complejidad técnica gira alrededor del racismo, el amor, la venganza y el honor en el contexto histórico y cultural de la época de la esclavitud y las plantaciones de los grandes terratenientes del sur y la Guerra de Secesión en los Estados Unidos (1861-1865), que terminó precisamente con la esclavitud en la nación americana.

A la muerte de David, su hijo Salomón le sucede en el trono. De eso vamos a hablar en nuestra próxima intervención. Mientras tanto podemos decir que la vida de David, y su influencia en el pueblo de Israel continúa hasta el día de hoy. Dios le prometió a David un reino que no tendría fín (2 Samuel 7:16). Este reino se refiere al reinado universal y eterno del Mesías, tal como lo aclara el ángel Gabriel a María: Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1:32,33).

Jesús se sentará en el trono de David en la nueva Jerusalén para gobernar el mundo para siempre. Toda persona que manifieste fe en Jesús gobernará juntamente con él en su reino que no tendrá fin.

Sermón predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 1 de marzo 2009.