domingo, 1 de agosto de 2010

LA COOPERACION ENTRE IGLESIAS HERMANAS

2 Corintios 8: 1-7.


“Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios; de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia. Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia”.

Es saludable que cada iglesia local mantenga una buena relación con otras iglesias hermanas. Para esto se han constituido asociaciones de iglesias dentro de una misma localidad, o dentro de una misma región o de manera nacional. Cuando la asociación reúne a todas las iglesias del país, por lo general recibe el nombre de convención o conferencia, como por ejemplo, la Convención Bautista del Sur en los Estados Unidos.

En términos teológicos esta relación entre iglesias de una misma denominación recibe el nombre de colegialismo o conciliarismo, es como una especie de compañerismo conciliar, que bíblicamente se debe dar siempre entre iglesias. En el caso de haber algún concilio de pastores o de líderes, es necesario que este sea con motivos temporales, como por ejemplo, cuando se conforma un concilio para la ordenación de un compañero de ministerio dentro de una misma asociación de iglesias; pero esto se hace siempre por mandato de la iglesia responsable y bajo los términos de una asamblea.

Las convenciones o conferencias no deben ejercer autoridad sobre las iglesias, sino que lo bíblico y lo deseable es que cada iglesia se rija con un sentido autónomo, o por decirlo de otra manera, de forma independiente. Es necesario que cada iglesia local tenga su propio gobierno, como ya hemos reiterado cuando hablamos acerca del tema de la iglesia. Una idea que hemos expresado anteriormente, y que es necesario que la compartamos aquí es que, aunque ciertos movimientos ecuménicos pudieran tener propósitos loables, la verdad es que la idea de una sola iglesia universal es utópica en términos humanos y no es una idea bíblica. Sólo Jesucristo puede ser la cabeza de la iglesia. Así que el sentido de que exista una sola iglesia gobernada por un concilio único, no entra dentro de la estructura bíblica. Cualquier esfuerzo en el sentido de una iglesia cristiana única y universal en el contexto del mundo actual, siempre estará viciado de intereses que entrarán en conflicto con el espíritu bíblico en esta materia.

Todo acto de cooperación entre las iglesias tiene que ser voluntario y se debe llevar a cabo sólo para mantener un vínculo de amistad en el que podamos unir esfuerzos para cumplir con la gran comisión, para la obra misionera en sentido general. En esta cooperación o colegiación están involucrados recursos económicos, recursos humanos, recursos intelectuales y recursos espirituales. Se puede decir que esta es una cooperación integral que aglutina de manera general a todas las entidades que funcionan dentro de una iglesia. Porque estas asociaciones funcionan por lo general como vehículos que facilitan el desarrollo de instituciones que fortalecen el trabajo local.

En el ámbito intelectual, estas asociaciones son responsables de la formación y sostenimiento de seminarios, en donde son instruidos y adiestrados los obreros cristianos que desarrollan su trabajo en las iglesias y que participan en agencias evangelizadoras misioneras tanto nacionales como internacionales. Estas asociaciones aglutinan los diferentes grupos sociales que funcionan dentro de las iglesias, nos referimos a los grupos de damas, de varones, de jóvenes, de niños, etc. Para lograr fortalecer a los grupos indicados, estas asociaciones organizan eventos como talleres, campañas evangelísticas, campamentos, etc.

Una cosa que ha constituido un vínculo muy efectivo y estratégico para las iglesias, y que ha sido un gran aporte de las convenciones, es la obtención de grandes expansiones de terrenos para convertirlos en campamentos donde se realizan cada año diferentes actividades enriquecedoras para las familias de las iglesias. Allí se realizan retiros espirituales, eventos de todo tipo, y reuniones de negocios de la asamblea nacional, que por lo general se celebra cada año.

Como venimos diciendo, la cooperación entre las iglesias hermanas es altamente saludable para todos. Fijémonos en estos tres postulados en este sentido:

1.- La Cooperación Entre Iglesias Hermanas Afianza la Hermandad Cristiana.

Desde el principio de la iglesia en el Nuevo Testamento vemos que el hecho de tener algún tipo de organización que de alguna manera reúna a todas las iglesias es algo pertinente. Cuando surgieron algunos inconvenientes entre los creyentes judíos y los creyentes gentiles, los apóstoles convocaron un concilio para tratar este asunto tan delicado. En esta reunión se llegaron a algunas conclusiones que fueron compartidas con todas las iglesias, para beneficio de la obra en sentido general. Fueron recomendaciones que procuraban solucionar el conflicto surgido en ese momento: “Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; y escribir por conducto de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien” (Hechos 15:22-29).

Podemos darnos cuenta que este no fue un concilio permanente, sino circunstancial, creado para solucionar un problema temporal, y que todas las iglesias tomaron participación en el mismo de igual forma, donde los apóstoles no impusieron su criterio particular, sino que se llegó a un consenso general, con la opinión de todos los presentes, naturalmente guiados por el Espíritu Santo. Esto no significa que no hubiese allí discusiones acaloradas, como ocurre muchas veces en nuestras asambleas por motivos de diferencias de criterios, pero allí se llegó en fin de cuentas a una decisión, que fue el producto de una deliberación libre y abierta. De esta forma se despojaba a los hermanos gentiles de una carga a la que los cristianos judaizantes les querían someter sin necesidad. Este es uno de los beneficios de la cooperación y de la hermandad entre las iglesias. Cuando surgen situaciones de esta naturaleza, es vital contar con el concurso de las iglesias hermanas y con el liderazgo nacional. Aunque muchos continuaron después de esta determinación con sus diferencias, en sentido general, este concilio debilitó esta corriente perniciosa dentro de la iglesia primitiva. Esta corriente divisionista fue despojada de toda autoridad por mandato de una deliberación consensuada de todas las iglesias. De esta manera se afianzó la hermandad entre las iglesias en sentido general.

Otra manera como vemos la importancia de la cooperación a favor de la hermandad entre las iglesias, es en el ejemplo que encontramos en el Nuevo Testamento de la ofrenda promocionada por el apóstol Pablo en favor de la iglesia de Jerusalén: “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo” (I Corintios 16:1-4).

Este tipo de colaboración en la iglesia primitiva despertó tal interés por la solidaridad y el amor cristianos entre las iglesias, que tenemos ejemplos maravillosos como el de la iglesia de macedonia que es resaltado y puesto como ejemplo por el apóstol Pablo a los hermanos de la iglesia de Corinto: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios” (2 Corintios 8:1-5).

Los beneficios y el apoyo en todo sentido, recibidos por las iglesias departe de misioneros y de otras iglesias hermanas al través del tiempo, ha sido un gran aporte para el avance del evangelio en el mundo, y ha servido de gran estímulo para que muchos hombres y mujeres de Dios puedan ejercer el llamado al ministerio. Lamentablemente, con la excusa de eliminar de las iglesias y de las convenciones el llamado “paternalismo”, se ha matado en cierta forma ese espíritu de cooperación tan hermoso que por muchos años ha dado sentido al compañerismo cristiano en el mundo. Aunque estamos de acuerdo que cada iglesia procure su autogestión, cosa esta que ayuda bastante en la madurez y permanencia de una congregación, no menos cierto es, que la iglesia en sentido general, es como una familia en donde sus componentes dependen mucho el uno del otro para su sostenimiento y permanencia, tanto en sentido emocional, espiritual como material. La realidad es que somos una familia, y como tal debemos siempre mantenernos en unidad. Esto me recuerda lo que el Señor expresara en su última oración en favor de sus discípulos, favor de su iglesia: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” (Juan 17:20-23). Y es clásico el mandamiento del Señor en el sentido de amarnos los unos a los otros como una demostración de pertenecer al Señor: “ Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:34,35).

2.- La Cooperación Entre Iglesias Hermanas Facilita la Obra Misionera.

Esto tiene que ver con las misiones nacionales y las misiones mundiales. ¿Usted sabía que la cooperación o colaboración económica que una iglesia aporta a la asociación de la que es miembro, participa a la vez de un organismo mundial que reúne a todas las iglesias, a donde van a parar parte de estos recursos, y de esta manera nuestros diezmos entregados en la iglesia local forman parte de una cadena que llega al mundo entero? Esto no significa que por esta causa una iglesia local no pueda o no deba enviar misioneros a otra parte del mundo, pues siempre que una iglesia tenga una visión como esta, tiene el deber de cumplir con esta inquietud, toda vez que cuente con los recursos para hacerlo.

La colaboración entre iglesias hermanas, hace más viable el cumplimiento de la gran comisión de hacer discípulos a todas las naciones (Mateo 28:19,20; Marcos 16: 15,16). De esta manera, adonde nuestra iglesia no puede ir, una agencia misionera sí puede alcanzar a grupos de personas dentro o fuera de nuestra cultura. Es por esto que debemos siempre apoyar los programas que procuran recaudar fondos para las misiones, tanto nacionales como mundiales.

El poder para el avance del evangelio viene de Dios en su Espíritu Santo, como nos dice el Señor Jesús en Hechos 1:8: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Pero son precisamente los que han recibido el Espíritu Santo los que estamos llamados a poner alma, vida y corazón para que el evangelio llegue hasta lo último de la tierra.

3.- La Cooperación Entre Iglesias Hermanas No Impide Que las Iglesias Se Relacionen con Iglesias de Otras Denominaciones.

Para esto ha de tomarse en cuenta que estas iglesias compartan nuestros mismos criterios de fe en lo que es esencial, siempre según la Biblia, nunca según los criterios de alguna persona o iglesia. Por ejemplo, no es posible que podamos tener comunión con una iglesia mormona o con los llamados Testigos de Jehová.

En este sentido existen organizaciones mundiales que están encaminadas en la búsqueda de una unidad eclesiástica, como es el Concilio Mundial de Iglesias, el cual está inspirado en una aspiración del Movimiento Ecuménico de alcance global. Muchos encuentros y pactos se han logrado, como el famoso Pacto de Lausana, que se llevó a cabo en Lausana, Suiza en julio de 1974, bajo el liderazgo del evangelista Billy Graham, que entre otras cosas dice: “Creemos que el Evangelio es la buena nueva de Dios para todo el mundo, y por Su gracia, estamos decididos a obedecer la comisión de Cristo, de proclamarla a toda la humanidad, y hacer discípulos de todas las naciones. Deseamos, por lo tanto, afirmar nuestra fe y nuestra resolución y hacer público nuestro pacto”. Este pacto está constituido por quince (15) resoluciones que van desde el propósito perfecto de Dios, la autoridad de las Sagrada Escrituras, hasta los conceptos más importantes de la segunda venida de Cristo. Pero estamos seguros que pese a toda la buena intención que pudieran tener estos movimientos, será solamente cuando el Señor Jesucristo venga que se logrará tal cosa como una sola y única iglesia.

Mientras tanto podemos relacionarnos unos con otros en aquellas cosas que nos unen, y dejar de lado aquellas controversias que no sean relevantes, de tal forma que podamos desarrollar una relación pragmática, que procure sobre todo, la expansión del evangelio en todo el mundo.

Leandro González


Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 1 de agosto de 2010.