martes, 21 de abril de 2009

ISAIAS, EL PROFETA MESIANICO.

Isaías

Ahora entramos al análisis de los libros proféticos. Esta parte de nuestro estudio por toda la Biblia nos tomará mucho tiempo y nos permitirá volver a repasar las vidas de los reyes de Israel, principalmente los de Judá. Como sabemos la Biblia no está cotejada necesariamente de manera cronológica, sino que más bien está ordenada según los temas de que trata. Hasta ahora hemos visto los libros de la ley o Pentateuco, los libros históricos y los libros poéticos y sapienciales.

Los libros proféticos que nos toca estudiar ahora están divididos en Profetas mayores y profetas menores. No son mayores o menores porque tengan más o menos importancia, sino por la extensión de su contenido. Los profetas mayores están primero, en el orden bíblico, y luego le siguen los profetas menores. Los profetas mayores son 4, y en el orden en que aparecen en la Biblia encontramos a Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. Los profetas menores son doce, y según los podemos encontrar en la Biblia, la lista es la siguiente: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.

Los profetas eran personas que hablaban en lugar de Dios, así como sirvió Aarón a su hermano Moisés de voz ante el Faraón: ¨Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel¨ (Exodo 7: 1, 2).

El profeta hablaba al pueblo las palabras que Dios le manifestaba de diferentes maneras, ya fuera en visión, de forma audible o por medio de ciertos acontecimientos sobrenaturales. El profeta era consciente de que estaba hablando la Palabra de Dios, y la prueba para saber si su mensaje venía de Dios, o sea que no era un profeta falso, era que se cumpliera lo que decía y que estuviera de acuerdo con la revelación de Dios ya conocida.

El profeta advertía acerca de cosas futuras, así como también denunciaba situaciones del presente. Los profetas en el día de hoy son aquellos que anuncian el mensaje del evangelio tal y como se encuentra en la Biblia. En el Nuevo Testamento el último de los profetas que se menciona en este orden de preeminencia del tipo de los profetas del Antiguo Testamento es Juan el Bautista, según las propias declaraciones del Señor Jesús en Mateo 11: 9-14.

Después la Biblia habla del don de profecía más que del profetismo en sí. No encontramos indicaciones en el Nuevo Testamento para la ordenación de ninguna persona como profeta, como son los casos de pastores y diáconos que sí son comunes en el libro de los hechos y en otros escritos neotestamentarios. En el Nuevo Testamento se hace alusión a ciertos hechos muy específicos y aislados donde personas con el don de profecía advirtieron a los apóstoles acerca de situaciones en la vida de la iglesia primitiva, como es el caso de Agabo, que profetizó acerca de una gran hambre que vendría, lo cual ciertamente ocurrió (Hechos 11: 27-28).

Este es el tipo o estilo de profecía que encontraremos a lo largo de la historia de la iglesia primitiva en el Nuevo Testamento, donde Dios muestra a la iglesia al través de sus siervos, situaciones particulares como modo de advertencia y manera de protección, como ocurrió en la vida de los apóstoles y de muchos cristianos a través de la historia, y que también podemos verificar en el día de hoy. Pero recordemos que en lo concerniente a la revelación de la Verdad de Dios, ya todo ha sido revelado, y no se necesitan profetas que nos revelen nuevas verdades, sino que todo lo que un predicador diga acerca de la verdad de Dios lo debe extraer de la Biblia.
Volviendo a nuestra consideración de los profetas del Antiguo Testamento, hay coincidencias entre los profetas mayores y los profetas menores, paralelismos de contemporaneidad, de situación geográfica y muchas otras similitudes importantes que iremos detallando durante el desarrollo de nuestro recorrido bíblico. Con relación a Isaías, podemos decir que fue contemporáneo con Oseas y Miqueas. Otra coincidencia de Isaías con Miqueas es que ambos formaban parte del reino de Judá o reino del Sur durante el tiempo del reino dividido, mientras que Oseas era un profeta del reino del norte o Israel, en Samaria. Más adelante nos tocará estudiar a estos profetas.

Los reyes que gobernaron a Judá durante el tiempo de Isaías fueron Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías (Isaías 1:1). Isaías empezó muy joven a ejercer su llamado profético. Es muy famoso y muy inspirador el pasaje bíblico que nos relata su llamamiento, por los acontecimientos que se narran allí. Usted puede leer en el capítulo 6 de Isaías la experiencia contada por él mismo que tuvo respecto de la gloria de Dios, donde describe una serie de eventos con apariciones angelicales, voces de alabanza al Dios Todopoderoso, humo que llenaba el recinto sagrado, y carbones encendidos que representaban el fuego purificador del Señor en la vida de este profeta. Aquí tiene lugar un llamamiento muy especial, singular. Y no podía ser menos, pues estamos hablando del profeta que anunciaría al mundo la llegada del Mesías. Es por esto que llamamos a Isaías el profeta mesiánico.

Se ha dicho de él que su libro es una biografía previa de Jesús y por este motivo se le llama también, el profeta evangélico. Podemos decir que leyendo a Isaías en el Antiguo Testamento, uno tiene un retrato de la vida de Jesús tal como está relatada en el Nuevo Testamento. Isaías ha sido por ese motivo denominado como el Evangelio del Antiguo Testamento. Las profecías de Isaías acerca del Mesías, se cumplieron al pie de la letra, o sea, con una precisión matemática.

Veamos los siguientes aspectos acerca de este profeta mesiánico:

I.- Isaías y Sus Profecías Acerca del Nacimiento del Mesías.

Isaías nos presenta un libro portentoso, lleno de prodigios, repleto de seres angelicales, lo cual es un presagio de los hechos milagrosos de la vida del Mesías, quien a pesar de formar parte del estrato más humilde del pueblo de Israel, estaría rodeado de los más excelentes cuidados del Padre celestial, pues se trata de su Hijo. Además, a pesar de su humilde condición, este sería el que habría de ocupar el trono de David. Que el Mesías sería descendiente de la Casa de David es un hecho claramente presentado en el libro de Isaías, y es algo tan evidente, que no se puede negar ni pasar por alto (Is. 9:6 y 11:1-10).
Isaías habla del reinado del Mesías sobre Judá. Este era el reino del sur en el momento que se escribió esta profecía, pero claramente esto representa al pueblo judío en sentido general en el tiempo del cumplimiento de esta profecía, cuando gobernaba el mundo el Imperio Romano. Así que los judíos tenían su esperanza política puesta en el Mesías, el heredero del trono de David. Por eso, cuando hizo su entrada triunfal en Jerusalén todo el pueblo clamaba: ¨¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!¨ (Mateo 21:9).
Isaías profetisa que Jesús nacería de una virgen (Isaías 7:14), un hecho que marcaría el cumplimiento de una profecía muy antigua, la que encontramos en Génesis 3: 15: ¨Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar¨. Al referirse a esta profecía, el apóstol Pablo explica en Gálatas 4: 4 que la misma se había cumplido en los hechos relacionados con el nacimiento de Jesús.
Y esta era una profecía muy conocida por los doctores de la religión judía, recordemos cuando Herodes indagaba acerca de la misma, como se le dieron indicaciones precisas de este pasaje del Antiguo Testamento: ¨Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel¨ (Mateo 2:3-6). Esta es una profecía mesiánica pronunciada por un contemporáneo de Isaías, estamos hablando de Miqueas (Miqueas 5: 2). Así que los judíos no podían alegar ignorancia; por lo menos los principales sacerdotes, los escribas y los fariseos no tendrán excusa delante de Dios en el día del juicio final por rechazar a Jesús como el Mesías.
Isaías nos habla de la encarnación de Dios, de cómo Dios se haría hombre para habitar entre nosotros y ser uno más con nosotros, y hasta llegar a humillarse hasta lo sumo (Filipenses 2: 5-11). Es aquí donde Isaías nos presenta uno de los pasajes más memorables de toda la literatura bíblica: ¨Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián. Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto¨ (Isaías 9: 1- 7) Que el Dios Todopoderoso nos venga a visitar en la forma de un niño, y que nosotros le demos la espalda, lo rechacemos y lo condenemos a muerte, ¡Qué tremendo error! Pero eso es lo que nos dice Juan que hicieron los judíos con su Rey y lo que muchos de nosotros los gentiles hicimos con el que es el Creador del mundo (Juan1: 10, 11).
Un error fatal, tal y como lo planteara el apóstol Pedro en su primer discurso evangélico en Hechos capítulo 2, donde vocifera esta terrible realidad a la que se tenía que enfrentar el pueblo de Israel: ¨ Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo¨ (Hechos 2: 36). ¿Qué vas a hacer tú con Jesús? ¿Lo vas a rechazar o lo vas a recibir como tu Señor y Salvador? Yo te invito a ser inteligente como los animales, como reza el estribillo de una canción de Roberto Carlos. Sí, porque los animales, siempre reconocen a su dueño, diferente de nosotros, que negamos a nuestro Hacedor (Isaías 1: 3).

II.- Isaías y el Reino Mesiánico VS. Los Reinos del Mundo.

La situación política de Israel en tiempos de Isaías se debatía entre dos potencias: Babilonia y Egipto. Ya para su tiempo, Israel, el reino del norte había caído en manos de Asiria. Isaías habría de enfrentar duramente al rey Acaz quien en su afán por mantenerse en el trono no dudaba en hacer alianzas con el rey asirio. También tuvo que enfrentarse a la pretendida alianza de Ezequías con el reino de Egipto para buscar protección de los asirios.

Su oposición férrea a las alianzas de los reyes de Israel con las naciones paganas, le ganaron el repudio de los gobernantes de turno dados a esa práctica, pero consideraba su deber enfrentar esta práctica condenada por Dios, del cual él era su vocero y no podía hacer otra cosa. Así que tuvo que enfrentar la injusticia de los gobiernos terrenales, pero con la esperanza siempre puesta en el futuro glorioso que le esperaba, creyendo por fe en la venida del Mesías.

En Isaías son notorias las profecías contra los imperios de su tiempo y también podemos ver que Dios es el dueño de la historia, y quien la dirige hacia el fin que él ha determinado. Por ejemplo, Isaías profetisa unos doscientos años antes de que ocurriera, que el rey persa Ciro, sería el gobernante que daría la orden para la reconstrucción del templo de Jerusalén, después del cautiverio babilónico: ¨que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado. Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste. ¨ (Isaías 44:28- 45: 4).

Esta es una muestra de la trascendencia de las profecías de Isaías, aún para este tiempo, y su relación con la literatura apocalíptica. En el libro de Isaías están implicados los acontecimientos que tienen que ver con los remanentes de los reinos antiguos de Egipto, Asiria, Babilonia, Media y Persia, Grecia y Roma en los acontecimientos actuales. Además Isaías nos habla de alguna manera de la influencia de Satanás en la vida de los gobernantes de la tierra, evidenciada en la arrogancia, el orgullo y la soberbia que estos muestran al través de la historia. El perfil que se presenta en Isaías 14:12-20 es un vivo retrato de la caída de Satanás en el cielo: ¨¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel? Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con honra cada uno en su morada; pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado. No serás contado con ellos en la sepultura; porque tú destruiste tu tierra, mataste a tu pueblo. No será nombrada para siempre la descendencia de los malignos¨.

Este es el atrevimiento de Satanás de querer ser igual a Dios. Es evidente que sigue vigente la misma propuesta hecha por el enemigo al hombre en el jardín del Edén (Génesis 3: 5). El Señor Jesús, refiriéndose a los gobernantes de las naciones, y a las pretensiones de poder hegemónico que subyace en el inconsciente de su alma pecadora, dijo: ¨Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad¨ (Mateo 20: 25, 26).

Pero finalmente El Mesías será el fundador de un imperio eterno de paz, por eso se le llama Principe de Paz (Isaías 11:1-9).

Por causa de hacer Israel alianza con naciones paganas, Dios utilizará a las naciones de Asiria, Egipto y Babilonia para castigar a Israel, pero luego anuncia el castigo que le espera a esas naciones. Israel será castigada por su infidelidad (como la infidelidad de una mujer contra su marido), pero será luego restaurada y vendrá a ser finalmente la gloria de las naciones. Las naciones del mundo vendrán a ella a rendir tributo al Rey de reyes y Señor de señores, tal como se presenta en el libro de Apocalipsis. Todo este juicio sería anunciado por Isaías, razón por la cual, según la tradición, sufrió el martirio durante el reinado de Manasés, se dice que fue aserrado, hecho al que tal vez se hace alusión en Hebreos 11:37.

Hay un hecho notorio en el libro de Isaías, específicamente en Isaías 40: 22, y es que se declara allí que la tierra es redonda, un hecho poco conocido en su época, pero que más tarde en el siglo VI antes de Cristo difundiría el filósofo griego Anaximandro. ¡Qué interesante resulta estudiar la Biblia cuando uno se da cuenta de su gran valor cultural y científico!

III.- Isaías y el Mesías Siervo Sufriente.

Se puede decir que una de las razones por las que el pueblo de Israel rechazó a Jesús como Mesías es por el hecho de que ellos no consideraron la profecía en su conjunto, sino que se centraron sólo en las profecías concernientes al trono de David, pensaron en un gobierno mesiánico del tipo terrenal, común y corriente.
Evidentemente que ellos no tenían en mente a un Mesías sufriente tal y como se plantea en Isaías 53. Allí se puede ver claramente toda la apoteosis de la vida de nuestro Señor: Su pasión, muerte y resurrección. Pero los judíos no vieron triunfo alguno en el martirio del Mesías, estaban muy ajenos a la obra salvífica de Jesús. Su corazón estaba muy lejos de los propósitos eternos de Dios. Si hubieran prestado atención a la vida y al mensaje de Jesús y las profecías de Isaías, se hubieran dado cuenta de cómo ellos mismos, sin saberlo, cumplieron las profecías respecto de su muerte vicaria.
Cuando Jesús fue presentado en el templo, el anciano Simeón, un judío devoto que sí era consciente de los sufrimientos futuros ,del Mesías, profetizó a su madre María los tormentos por los que ella pasaría, al ver a su hijo sometido al rigor del peso del pecado del mundo (Lucas 2: 34, 35). Simeón interpretaba correctamente lo que se expresa en Isaías 53: 1-12: ¨¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores¨.
Si el anciano Simeón podía darse cuenta de estos detalles de la vida del Mesías, aún sin ver el desarrollo de su vida, mucho más podrían darse cuenta los sacerdotes, los escribas y fariseos que fueron testigos de las palabras, de los hechos de Jesús, y de sus milagros, que eran señales de su divinidad. Es por esto que Jesús reclamaba: ¨Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras¨ (Juan 14: 11).
¿Te has dado cuenta tú de lo que Jesús tuvo que sufrir por ti?

Sermón predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, en abril 19 de 2009.