jueves, 30 de abril de 2009

JEREMIAS, EL PROFETA BAJO FUEGO.

Jeremías y Lamentaciones


Se ha identificado a Jeremías como el ¨profeta llorón¨, pero creo que es injusto este apelativo, pues los lamentos de Jeremías obedecieron a situaciones, que por su gran celo por el pueblo de Dios lo impulsaron a comportarse en la manera como lo vemos en sus dos libros en la Biblia. Si vamos a llamar a Jeremías de esta manera, entonces tendremos que identificar a muchos siervos de Dios que han derramado sus lágrimas por el celo de las cosas santas al través del tiempo, a los que también les cabría el mote de ¨llorones¨. Pero en definitiva, me parece que es mucho mejor quejarse delante de Dios que delante de los hombres, como ya hemos expresado en el caso de Job.

Hay que estar en el pellejo de Jeremías para poder darse cuenta de los motivos de sus reacciones. Jeremías estuvo durante todo su ministerio profético bajo el fuego de su propio pueblo, bajo el fuego de los enemigos de Israel y bajo el fuego purificador de Dios. Fue llamado por Dios cuando era apenas un muchacho. El mismo le dice a Dios: ¨¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño¨ (Jeremías 1:6). Aquel parecía un buen argumento, pero Dios no acepta objeciones; cuando él nos llama, él sabe lo que hace, por eso le responde a Jeremías: ¨No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande¨ (Jeremías 1: 7).

El llamado de Dios a Jeremías había venido desde mucho antes de que él fuera siquiera concebido: ¨Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones¨ (Jeremías 1: 5). He aquí uno de los grandes misterios de la predestinación, somos elegidos en la presciencia de Dios. Cada uno de los seres humanos trae consigo una serie de componentes preestablecidos tanto en la genética como en la urdimbre espiritual, somos portadores de dones que nos han sido dados por Dios para la realización de nuestra misión en la vida. Lamentablemente muchos de nosotros nos resistimos a esa determinación divina, y por ese motivo no elegimos la carrera u oficio para los cuales hemos sido condicionados por Dios. Todo esto entraña una gran miopía espiritual, una desconexión rabiosa de Dios que nos lleva, en la mayoría de los casos, a la frustración.

Esta intervención de Dios en nuestra personalidad no tiene nada que ver con el destino, puesto que el concepto de ¨destino¨ invalida al hombre de su capacidad de determinar por sí mismo sus propias acciones, y Dios no coarta al hombre su derecho de decidir su propia vida, que es lo que se llama el ¨libre albedrío¨. Sin embargo, el no atender a lo establecido por Dios en lo intrínseco de nuestras vidas, acarreará graves daños en nuestro desarrollo, y nos incapacitará para lograr la felicidad y la realización personal efectiva. Hay una fueraza interior que grita a cada individuo y lo hace inclinar por aquellas cosas para las que ha sido dotado, esta es la manera como Dios actúa en nuestras conciencias.

Al hablar de este tema no puedo evitar pensar en la gravedad del crimen del aborto, puesto que si cada persona ya existe en la preconcepción divina, cada uno es persona mucho antes de ser concebido, ya en los propósitos eternos de un Dios Todopoderoso.

En definitiva entonces, la vocación a la que nos inclinamos de manera natural y que nos hace elegir una carrera, ya sea de manera empírica o académica, obedece a ese llamado que Dios ha colocado en nuestros genes en el momento de nuestra concepción. Por otro lado, el don espiritual que recibimos en el momento de nuestro nuevo nacimiento, o sea cuando nos convertimos, y que es algo que nos capacita para ejercer un ministerio dentro de la iglesia, es algo que ya estaba ordenado por Dios para nosotros, por eso dice la Biblia que el don lo recibimos según nuestra capacidad: ¨ a uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad¨ (Mateo 25: 15).

Es por eso que Jeremías no tiene razón cuando dice que es muy niño para poder llevar a cabo la tarea encomendada por Dios. Es que aunque él no lo sabía, él había sido dotado de una capacidad especial para hacer conforme a lo que Dios quería que hiciera. Cada creyente debe preocuparse por descubrir sus dones para ponerlos al servicio de Dios y de sus semejantes.

Todo llamado entraña una gran responsabilidad. En el caso de Jeremías, él corría graves riesgos al hacer la voluntad de Dios en condiciones altamente hostiles. Muchos de nosotros quizá no nos veamos sometidos a las presiones que sufrió Jeremías o a las que tienen que enfrentarse muchos siervos del Señor en muchas partes del mundo hoy, y quizá eso no nos haga ver la trascendencia de nuestro llamado, pero ¿qué pasaría si de pronto tuviéramos que obedecer a Dios en situaciones de fuego como las que vivió Jeremías?, ¿piensas que estarías preparado?

Para conocer como podemos enfrentarnos a situaciones como las de este valiente profeta, veamos como encaró Jeremías todas esas realidades desafiantes en la batalla de su vida.

I.- Jeremías Bajo el Fuego Mortificante de su Propia Nación.

Jeremías profetizó durante los reinados de Josías, Joacín y Sedequías, reyes de Judá. Como hemos dicho, siendo muy joven, Dios lo llamó para ejercer su ministerio. Es de todos sabido que Josías realizó una serie de reformas en Judá con el propósito de que la nación volviera a los caminos del Señor, pero esto no bastó para un sincero arrepentimiento de la nación judía. Jeremías era testigo de la condición espiritual calamitosa de su pueblo, y ha de haber compartido junto a Josías la preocupación que esto generaba en sus corazones. Tener que ser el vocero de Dios frente a la desobediencia de la nación, era algo verdaderamente peligroso, pero Jeremías asumió el reto, y con una temeridad admirable.

Se puede decir que Jeremías no tenía miedo de que lo mataran, pues él había encarnado la indignación divina, y se había tomado para sí la causa de Dios. Ese es el tipo de hombres y mujeres que Dios necesita en todos los tiempos, que estén verdaderamente comprometidos con su causa, que se desvelen por el llamado de Dios y que el celo de las cosas santas corra por sus venas.

Pararse en un lugar público y gritar, proclamar, predicar la verdad de Dios, el juicio que se avecina para una ciudad pecadora y rebelde, requiere de convicción, de firmeza y de mucho valor. Es en circunstancias similares que el himno Firmes y Adelante cobra vida y significado para cualquier iglesia y para cualquier creyente. Cuando las iglesias tienen que enfrentarse a la maldad de este mundo y por ello tienen que sufrir persecuciones y sufrir penalidades, es cuando los episodios bíblicos como los narrados en el libro de Jeremías y las oraciones de Lamentaciones, cobran verdadero sentido.

Pero Jeremías no estaba solo en esta batalla contra la insensatez de su nación, había otros que como él luchaban en otros frentes, estamos hablando de Nahum y Habacuc profetas que fueron contemporáneos con Jeremías y que fueron testigos de los mismos episodios, y compartieron la misma preocupación. Uno de los episodios más tristes y decisorios en la vida de Jeremías fue cuando Josías fue muerto por los egipcios bajo el mando del Faraón Necao. Este fue el inicio de la decadencia total de Judá. Este hecho marcó severamente la vida de los judíos, los cuales se unieron a Jeremías en su gran lamento: ¨Y Jeremías endechó en memoria de Josías. Todos los cantores y cantoras recitan esas lamentaciones sobre Josías hasta hoy; y las tomaron por norma para endechar en Israel, las cuales están escritas en el libro de Lamentos¨ (2 Crónicas 35: 25). ¿Se da cuenta de lo que empezamos diciendo?, Jeremías no llora por simple sentimentalismo, sino porque su alma se derrama en gran tristeza viendo la desgracia y el avasallamiento que se avecina para su nación.

Ahora Judá sí que entraba en un periodo oscuro bajo el reinado de Joacín, un títere del Faraón egipcio. Este rey echó para atrás todas las reformas espirituales de Josías y reeditó los cultos paganos en Israel. A tal grado había llegado la corrupción espiritual, que el propio pueblo, al unísono con las mujeres insensatas de Judá, contiende con el profeta en un esfuerzo por justificar sus malas acciones: ¨La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos. Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos? Y habló Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres y a todo el pueblo que le había respondido esto, diciendo: ¿No se ha acordado Jehová, y no ha venido a su memoria el incienso que ofrecisteis en las ciudades de Judá, y en las calles de Jerusalén, vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y vuestros príncipes y el pueblo de la tierra? Y no pudo sufrirlo más Jehová, a causa de la maldad de vuestras obras, a causa de las abominaciones que habíais hecho; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición, hasta quedar sin morador, como está hoy¨ (Jeremías 44: 16-22).

Ya muy temprano en Jeremías 5: 4-31, Dios acusa a los líderes políticos y religiosos de Israel con fuertes calificativos sentenciosos. Y en vez de arrepentirse ante todas estas denuncias de pecado y anuncios de juicio divino, la comunidad judía respondió indignada: ¨Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías mientras él pronunciaba estas palabras en la Casa del Señor. Y apenas Jeremías terminó de decir todo lo que el Señor le había ordenado decir al pueblo, los sacerdotes y los profetas se le echaron encima, diciendo: "¡Vas a morir! Porque has profetizado en nombre del Señor, diciendo: Esta Casa será como Silo, y esta ciudad será arrasada y quedará deshabitada". Entonces todo el pueblo se amontonó alrededor de Jeremías en la Casa del Señor. Al enterarse de esto, los jefes de Judá subieron de la casa del rey a la Casa del Señor, y se sentaron para el juicio a la entrada de la puerta Nueva de la Casa del Señor. Los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y a todo el pueblo: "Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como ustedes lo han escuchado con sus propios oídos". Pero Jeremías dijo a los jefes y a todo el pueblo: "El Señor es el que me envió a profetizar contra esta Casa y contra esta ciudad todas las palabras que ustedes han oído. Y ahora, enmienden su conducta y sus acciones, y escuchen la voz del Señor, su Dios, y el Señor se arrepentirá del mal con que los ha amenazado. En cuanto a mí, hagan conmigo lo que les parezca bueno y justo. Pero sepan que si ustedes me hacen morir, arrojan sangre inocente sobre ustedes mismos, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes. Porque verdaderamente el Señor me ha enviado a ustedes para decirles todas estas palabras" (Jeremías 26: 7-15).

Esta es sólo una muestra de todo el mal que Jeremías tuvo que soportar de su propia gente por anunciarles la palabra de Dios. Asimismo nuestro Señor Jesús, sus apóstoles y sus discípulos tuvieron que sufrir el rechazo, maltrato, y muerte departe del pueblo de Israel, principalmente de los líderes religiosos. ¿Cuánto estamos nosotros dispuestos a soportar por causa del evangelio?

II.- Jeremías Bajo el Fuego Oprobioso de Sus Enemigos.

Jeremías sufrió el rechazo de su propia nación como profeta, por causa de decir la verdad de Dios. Tuvo que ver como los reyes de Judá Joacim y Sedequías se convertían en títeres de las naciones enemigas de Judá. Jeremías tuvo que sufrir además el espanto de ver como las naciones de Egipto y Babilonia sirvieron como instrumentos de Dios para castigar a la nación pecadora de Judá. Tuvo Jeremías que ser testigo de sus propias profecías cuando el rey Nabucodonosor llevó en cautiverio lo que quedaba de Israel.

La ciudad de Jerusalén fue saqueada y quemada, sus muros derribados y el templo hecho ruinas. Todo esto había sido advertido por el profeta como vocero de Dios: ¨Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: Por cuanto no habéis oído mis palabras, he aquí enviaré y tomaré a todas las tribus del norte, dice Jehová, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores, y contra todas estas naciones en derredor; y los destruiré, y los pondré por escarnio y por burla y en desolación perpetua. Y haré que desaparezca de entre ellos la voz de gozo y la voz de alegría, la voz de desposado y la voz de desposada, ruido de molino y luz de lámpara. Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años¨ (Jeremías 25: 8-11). No era agradable pronunciar estas palabras, pero era la verdad y Jeremías no podía hacer otra cosa que obedecer.

Pero Jeremías apunta que después de estos setenta años de cautiverio, Dios se acordará de Israel y entonces aparecen rayos de esperanza dentro de toda esta patente oscuridad: ¨Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre. Y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este libro, profetizado por Jeremías contra todas las naciones. Porque también ellas serán sojuzgadas por muchas naciones y grandes reyes; y yo les pagaré conforme a sus hechos, y conforme a la obra de sus manos¨ (Jeremías 25: 12-14).

Las profecías de Jeremías contra los enemigos de Israel no sólo se refieren a Babilonia, sino también a Egipto, los filisteos, Moab, Amón, Edom y muchas otras. Estas naciones habrían de recibir su justo castigo al final de todo. Babilonia sería castigada por su arrogancia y sufriría la destrucción con todo y sus ídolos, y Dios utilizaría a los medos para llevar a cabo este plan.

Aunque quizá la nación de Judá y sus enemigos fueran escépticos acerca de estas predicciones, todo lo que se estaba cumpliendo ante sus ojos debía ser suficiente demostración de que lo que el profeta decía se cumpliría. La historia se ha encargado de corroborar la veracidad de sus palabras, y muchos de los cautivos que vivieron para contarlo, habrán visto con gran asombro el cumplimiento perfecto de la Palabra de Dios.

Era el profeta el que más sufría al ver a su nación sin soberanía de ninguna clase y encadenada. ¿De qué le servía a Israel la libertad, la independencia, si eran cautivos en su propio territorio? Eran cautivos, como lo son nuestras naciones de América Latina: Esclavos de la idolatría, esclavos del vicio, esclavos de la corrupción y de la injusticia social, y esclavos de Satanás. El tiempo pasa y pasa y estamos en el mismo lugar, estacionados en el mismo centro del atraso y la ceguera espiritual.

El enemigo fue mucho más cordial con Jeremías que lo que fue su propio pueblo con él. Aunque maniatado, se le da la opción de elegir quedarse a vivir en la arruinada Jerusalén. Jeremías acepta, pero ciertas maniobras políticas ocurridas en los conflictos internos de los remanentes dejados por los babilonios en Palestina, le obligan a huir a Egipto, donde finalmente se cree que murió.

III.- Jeremías Bajo el Fuego Purificador de Dios.

Aunque el profeta fue obediente a los mandatos de Dios, no comprendía muchas cosas por las que estaba pasando. Aquellos ataques parecían demasiado para él. Mucho más, entendiendo el alma pura y pacifista del profeta. Pero Dios lo había elegido a él para ponerlo como punta de lanza en el centro de una nación pecadora como Judá. Y no podía hacer otra cosa, estaba bajo la influencia poderosa del llamado irrevocable de Dios: ¨Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día¨ (Jeremías 20: 7, 8).

Jeremías se enfrenta a Dios a la manera de Job en medio de sus luchas interiores. Su lucha mental es tan fuerte y dolorosa, que llegó a maldecir el día en que había nacido: ¨Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho¨ (Jeremías 20: 14, 15). Fue durante este sufrimiento que el alma de Jeremías fue purificada.

De la misma manera nosotros seremos pasados por fuego, probados como se prueba el oro hasta que demos el resultado esperado por Dios, esa es la historia de todo verdadero cristiano, de aquellos que poseen una genuina fe. Esto es lo que nos dice el apóstol Pedro al respecto: ¨En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas¨ (I Pedro 2: 6-9).

Y es por todo esto que Jeremías puede ser considerado como figura de Cristo, habiendo padecido muchos de los padecimientos del Señor. Podría decirse que Jeremías experimentó su propio Getsemaní; si lee el libro de Lamentaciones se dará cuenta de lo que decimos. Y esto no fue en vano, pues tuvo el privilegio de vislumbrar en sus palabras proféticas los días de la gracia que se avecinaban para el pueblo de Israel y para el mundo en la persona del Mesías: ¨He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado¨ (Jeremías 31: 31-34). Esta es una nota de esperanza gloriosa en medio de tanto anuncio de calamidad.

Donde Jeremías corona su inquebrantable fe en Dios es en su libro de Lamentaciones, donde nos da claros indicios de su desesperada dependencia de Dios en su búsqueda de Justicia, y nos muestra su honda tristeza por la condición de su nación finalmente cautiva.

Pero Dios sabía lo que hacía cuando exponía a Jeremías a todas esas circunstancias. Muchas veces no entenderemos los caminos por los que Dios nos hace pasar, pero eso no significa que él no sepa lo que está haciendo. Nosotros tenemos que estar preparados, porque si Dios nos está haciendo pasar por tales presiones es porque nos quiere llevar a nuevas cumbres de conocimiento y bendición.

Leandro González.

martes, 21 de abril de 2009

ISAIAS, EL PROFETA MESIANICO.

Isaías

Ahora entramos al análisis de los libros proféticos. Esta parte de nuestro estudio por toda la Biblia nos tomará mucho tiempo y nos permitirá volver a repasar las vidas de los reyes de Israel, principalmente los de Judá. Como sabemos la Biblia no está cotejada necesariamente de manera cronológica, sino que más bien está ordenada según los temas de que trata. Hasta ahora hemos visto los libros de la ley o Pentateuco, los libros históricos y los libros poéticos y sapienciales.

Los libros proféticos que nos toca estudiar ahora están divididos en Profetas mayores y profetas menores. No son mayores o menores porque tengan más o menos importancia, sino por la extensión de su contenido. Los profetas mayores están primero, en el orden bíblico, y luego le siguen los profetas menores. Los profetas mayores son 4, y en el orden en que aparecen en la Biblia encontramos a Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. Los profetas menores son doce, y según los podemos encontrar en la Biblia, la lista es la siguiente: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.

Los profetas eran personas que hablaban en lugar de Dios, así como sirvió Aarón a su hermano Moisés de voz ante el Faraón: ¨Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel¨ (Exodo 7: 1, 2).

El profeta hablaba al pueblo las palabras que Dios le manifestaba de diferentes maneras, ya fuera en visión, de forma audible o por medio de ciertos acontecimientos sobrenaturales. El profeta era consciente de que estaba hablando la Palabra de Dios, y la prueba para saber si su mensaje venía de Dios, o sea que no era un profeta falso, era que se cumpliera lo que decía y que estuviera de acuerdo con la revelación de Dios ya conocida.

El profeta advertía acerca de cosas futuras, así como también denunciaba situaciones del presente. Los profetas en el día de hoy son aquellos que anuncian el mensaje del evangelio tal y como se encuentra en la Biblia. En el Nuevo Testamento el último de los profetas que se menciona en este orden de preeminencia del tipo de los profetas del Antiguo Testamento es Juan el Bautista, según las propias declaraciones del Señor Jesús en Mateo 11: 9-14.

Después la Biblia habla del don de profecía más que del profetismo en sí. No encontramos indicaciones en el Nuevo Testamento para la ordenación de ninguna persona como profeta, como son los casos de pastores y diáconos que sí son comunes en el libro de los hechos y en otros escritos neotestamentarios. En el Nuevo Testamento se hace alusión a ciertos hechos muy específicos y aislados donde personas con el don de profecía advirtieron a los apóstoles acerca de situaciones en la vida de la iglesia primitiva, como es el caso de Agabo, que profetizó acerca de una gran hambre que vendría, lo cual ciertamente ocurrió (Hechos 11: 27-28).

Este es el tipo o estilo de profecía que encontraremos a lo largo de la historia de la iglesia primitiva en el Nuevo Testamento, donde Dios muestra a la iglesia al través de sus siervos, situaciones particulares como modo de advertencia y manera de protección, como ocurrió en la vida de los apóstoles y de muchos cristianos a través de la historia, y que también podemos verificar en el día de hoy. Pero recordemos que en lo concerniente a la revelación de la Verdad de Dios, ya todo ha sido revelado, y no se necesitan profetas que nos revelen nuevas verdades, sino que todo lo que un predicador diga acerca de la verdad de Dios lo debe extraer de la Biblia.
Volviendo a nuestra consideración de los profetas del Antiguo Testamento, hay coincidencias entre los profetas mayores y los profetas menores, paralelismos de contemporaneidad, de situación geográfica y muchas otras similitudes importantes que iremos detallando durante el desarrollo de nuestro recorrido bíblico. Con relación a Isaías, podemos decir que fue contemporáneo con Oseas y Miqueas. Otra coincidencia de Isaías con Miqueas es que ambos formaban parte del reino de Judá o reino del Sur durante el tiempo del reino dividido, mientras que Oseas era un profeta del reino del norte o Israel, en Samaria. Más adelante nos tocará estudiar a estos profetas.

Los reyes que gobernaron a Judá durante el tiempo de Isaías fueron Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías (Isaías 1:1). Isaías empezó muy joven a ejercer su llamado profético. Es muy famoso y muy inspirador el pasaje bíblico que nos relata su llamamiento, por los acontecimientos que se narran allí. Usted puede leer en el capítulo 6 de Isaías la experiencia contada por él mismo que tuvo respecto de la gloria de Dios, donde describe una serie de eventos con apariciones angelicales, voces de alabanza al Dios Todopoderoso, humo que llenaba el recinto sagrado, y carbones encendidos que representaban el fuego purificador del Señor en la vida de este profeta. Aquí tiene lugar un llamamiento muy especial, singular. Y no podía ser menos, pues estamos hablando del profeta que anunciaría al mundo la llegada del Mesías. Es por esto que llamamos a Isaías el profeta mesiánico.

Se ha dicho de él que su libro es una biografía previa de Jesús y por este motivo se le llama también, el profeta evangélico. Podemos decir que leyendo a Isaías en el Antiguo Testamento, uno tiene un retrato de la vida de Jesús tal como está relatada en el Nuevo Testamento. Isaías ha sido por ese motivo denominado como el Evangelio del Antiguo Testamento. Las profecías de Isaías acerca del Mesías, se cumplieron al pie de la letra, o sea, con una precisión matemática.

Veamos los siguientes aspectos acerca de este profeta mesiánico:

I.- Isaías y Sus Profecías Acerca del Nacimiento del Mesías.

Isaías nos presenta un libro portentoso, lleno de prodigios, repleto de seres angelicales, lo cual es un presagio de los hechos milagrosos de la vida del Mesías, quien a pesar de formar parte del estrato más humilde del pueblo de Israel, estaría rodeado de los más excelentes cuidados del Padre celestial, pues se trata de su Hijo. Además, a pesar de su humilde condición, este sería el que habría de ocupar el trono de David. Que el Mesías sería descendiente de la Casa de David es un hecho claramente presentado en el libro de Isaías, y es algo tan evidente, que no se puede negar ni pasar por alto (Is. 9:6 y 11:1-10).
Isaías habla del reinado del Mesías sobre Judá. Este era el reino del sur en el momento que se escribió esta profecía, pero claramente esto representa al pueblo judío en sentido general en el tiempo del cumplimiento de esta profecía, cuando gobernaba el mundo el Imperio Romano. Así que los judíos tenían su esperanza política puesta en el Mesías, el heredero del trono de David. Por eso, cuando hizo su entrada triunfal en Jerusalén todo el pueblo clamaba: ¨¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!¨ (Mateo 21:9).
Isaías profetisa que Jesús nacería de una virgen (Isaías 7:14), un hecho que marcaría el cumplimiento de una profecía muy antigua, la que encontramos en Génesis 3: 15: ¨Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar¨. Al referirse a esta profecía, el apóstol Pablo explica en Gálatas 4: 4 que la misma se había cumplido en los hechos relacionados con el nacimiento de Jesús.
Y esta era una profecía muy conocida por los doctores de la religión judía, recordemos cuando Herodes indagaba acerca de la misma, como se le dieron indicaciones precisas de este pasaje del Antiguo Testamento: ¨Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel¨ (Mateo 2:3-6). Esta es una profecía mesiánica pronunciada por un contemporáneo de Isaías, estamos hablando de Miqueas (Miqueas 5: 2). Así que los judíos no podían alegar ignorancia; por lo menos los principales sacerdotes, los escribas y los fariseos no tendrán excusa delante de Dios en el día del juicio final por rechazar a Jesús como el Mesías.
Isaías nos habla de la encarnación de Dios, de cómo Dios se haría hombre para habitar entre nosotros y ser uno más con nosotros, y hasta llegar a humillarse hasta lo sumo (Filipenses 2: 5-11). Es aquí donde Isaías nos presenta uno de los pasajes más memorables de toda la literatura bíblica: ¨Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián. Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto¨ (Isaías 9: 1- 7) Que el Dios Todopoderoso nos venga a visitar en la forma de un niño, y que nosotros le demos la espalda, lo rechacemos y lo condenemos a muerte, ¡Qué tremendo error! Pero eso es lo que nos dice Juan que hicieron los judíos con su Rey y lo que muchos de nosotros los gentiles hicimos con el que es el Creador del mundo (Juan1: 10, 11).
Un error fatal, tal y como lo planteara el apóstol Pedro en su primer discurso evangélico en Hechos capítulo 2, donde vocifera esta terrible realidad a la que se tenía que enfrentar el pueblo de Israel: ¨ Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo¨ (Hechos 2: 36). ¿Qué vas a hacer tú con Jesús? ¿Lo vas a rechazar o lo vas a recibir como tu Señor y Salvador? Yo te invito a ser inteligente como los animales, como reza el estribillo de una canción de Roberto Carlos. Sí, porque los animales, siempre reconocen a su dueño, diferente de nosotros, que negamos a nuestro Hacedor (Isaías 1: 3).

II.- Isaías y el Reino Mesiánico VS. Los Reinos del Mundo.

La situación política de Israel en tiempos de Isaías se debatía entre dos potencias: Babilonia y Egipto. Ya para su tiempo, Israel, el reino del norte había caído en manos de Asiria. Isaías habría de enfrentar duramente al rey Acaz quien en su afán por mantenerse en el trono no dudaba en hacer alianzas con el rey asirio. También tuvo que enfrentarse a la pretendida alianza de Ezequías con el reino de Egipto para buscar protección de los asirios.

Su oposición férrea a las alianzas de los reyes de Israel con las naciones paganas, le ganaron el repudio de los gobernantes de turno dados a esa práctica, pero consideraba su deber enfrentar esta práctica condenada por Dios, del cual él era su vocero y no podía hacer otra cosa. Así que tuvo que enfrentar la injusticia de los gobiernos terrenales, pero con la esperanza siempre puesta en el futuro glorioso que le esperaba, creyendo por fe en la venida del Mesías.

En Isaías son notorias las profecías contra los imperios de su tiempo y también podemos ver que Dios es el dueño de la historia, y quien la dirige hacia el fin que él ha determinado. Por ejemplo, Isaías profetisa unos doscientos años antes de que ocurriera, que el rey persa Ciro, sería el gobernante que daría la orden para la reconstrucción del templo de Jerusalén, después del cautiverio babilónico: ¨que dice de Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado. Así dice Jehová a su ungido, a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha, para sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir delante de él puertas, y las puertas no se cerrarán: Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos; y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel, que te pongo nombre. Por amor de mi siervo Jacob, y de Israel mi escogido, te llamé por tu nombre; te puse sobrenombre, aunque no me conociste. ¨ (Isaías 44:28- 45: 4).

Esta es una muestra de la trascendencia de las profecías de Isaías, aún para este tiempo, y su relación con la literatura apocalíptica. En el libro de Isaías están implicados los acontecimientos que tienen que ver con los remanentes de los reinos antiguos de Egipto, Asiria, Babilonia, Media y Persia, Grecia y Roma en los acontecimientos actuales. Además Isaías nos habla de alguna manera de la influencia de Satanás en la vida de los gobernantes de la tierra, evidenciada en la arrogancia, el orgullo y la soberbia que estos muestran al través de la historia. El perfil que se presenta en Isaías 14:12-20 es un vivo retrato de la caída de Satanás en el cielo: ¨¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel? Todos los reyes de las naciones, todos ellos yacen con honra cada uno en su morada; pero tú echado eres de tu sepulcro como vástago abominable, como vestido de muertos pasados a espada, que descendieron al fondo de la sepultura; como cuerpo muerto hollado. No serás contado con ellos en la sepultura; porque tú destruiste tu tierra, mataste a tu pueblo. No será nombrada para siempre la descendencia de los malignos¨.

Este es el atrevimiento de Satanás de querer ser igual a Dios. Es evidente que sigue vigente la misma propuesta hecha por el enemigo al hombre en el jardín del Edén (Génesis 3: 5). El Señor Jesús, refiriéndose a los gobernantes de las naciones, y a las pretensiones de poder hegemónico que subyace en el inconsciente de su alma pecadora, dijo: ¨Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad¨ (Mateo 20: 25, 26).

Pero finalmente El Mesías será el fundador de un imperio eterno de paz, por eso se le llama Principe de Paz (Isaías 11:1-9).

Por causa de hacer Israel alianza con naciones paganas, Dios utilizará a las naciones de Asiria, Egipto y Babilonia para castigar a Israel, pero luego anuncia el castigo que le espera a esas naciones. Israel será castigada por su infidelidad (como la infidelidad de una mujer contra su marido), pero será luego restaurada y vendrá a ser finalmente la gloria de las naciones. Las naciones del mundo vendrán a ella a rendir tributo al Rey de reyes y Señor de señores, tal como se presenta en el libro de Apocalipsis. Todo este juicio sería anunciado por Isaías, razón por la cual, según la tradición, sufrió el martirio durante el reinado de Manasés, se dice que fue aserrado, hecho al que tal vez se hace alusión en Hebreos 11:37.

Hay un hecho notorio en el libro de Isaías, específicamente en Isaías 40: 22, y es que se declara allí que la tierra es redonda, un hecho poco conocido en su época, pero que más tarde en el siglo VI antes de Cristo difundiría el filósofo griego Anaximandro. ¡Qué interesante resulta estudiar la Biblia cuando uno se da cuenta de su gran valor cultural y científico!

III.- Isaías y el Mesías Siervo Sufriente.

Se puede decir que una de las razones por las que el pueblo de Israel rechazó a Jesús como Mesías es por el hecho de que ellos no consideraron la profecía en su conjunto, sino que se centraron sólo en las profecías concernientes al trono de David, pensaron en un gobierno mesiánico del tipo terrenal, común y corriente.
Evidentemente que ellos no tenían en mente a un Mesías sufriente tal y como se plantea en Isaías 53. Allí se puede ver claramente toda la apoteosis de la vida de nuestro Señor: Su pasión, muerte y resurrección. Pero los judíos no vieron triunfo alguno en el martirio del Mesías, estaban muy ajenos a la obra salvífica de Jesús. Su corazón estaba muy lejos de los propósitos eternos de Dios. Si hubieran prestado atención a la vida y al mensaje de Jesús y las profecías de Isaías, se hubieran dado cuenta de cómo ellos mismos, sin saberlo, cumplieron las profecías respecto de su muerte vicaria.
Cuando Jesús fue presentado en el templo, el anciano Simeón, un judío devoto que sí era consciente de los sufrimientos futuros ,del Mesías, profetizó a su madre María los tormentos por los que ella pasaría, al ver a su hijo sometido al rigor del peso del pecado del mundo (Lucas 2: 34, 35). Simeón interpretaba correctamente lo que se expresa en Isaías 53: 1-12: ¨¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores¨.
Si el anciano Simeón podía darse cuenta de estos detalles de la vida del Mesías, aún sin ver el desarrollo de su vida, mucho más podrían darse cuenta los sacerdotes, los escribas y fariseos que fueron testigos de las palabras, de los hechos de Jesús, y de sus milagros, que eran señales de su divinidad. Es por esto que Jesús reclamaba: ¨Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras¨ (Juan 14: 11).
¿Te has dado cuenta tú de lo que Jesús tuvo que sufrir por ti?

Sermón predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, en abril 19 de 2009.

lunes, 13 de abril de 2009

LOS ESCRITOS DE SALOMON

Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares.

El rey Salomón tenía una sabiduría fuera de lo normal, una sabiduría que Dios le había concedido. Recordemos que cuando fue coronado como rey de Israel, al suceder en el trono a su padre David, pidió a Dios que le diera sabiduría para gobernar (I Reyes 3: 3-14), cosa esta que Dios le concedió. Por este motivo Salomón hizo gala de su sapiencia en todas las materias: ¨Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar. Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios. Aun fue más sabio que todos los hombres, más que Etán ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y fue conocido entre todas las naciones de alrededor. Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces. Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría¨ (1 Reyes 4: 29-34).

En esta ocasión, en nuestro empeño por descubrir los temas más sobresalientes de la Biblia y conocer un poco más de ella, llegamos a los libros escritos por Salomón, estamos hablando de Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares. Como dicen los versículos más arriba, los escritos de Salomón fueron mucho más extensos, pero recordemos que la Biblia es un libro religioso, cuyo interés es mostrarnos aquellas experiencias que conectan al hombre con Dios, por lo tanto encontramos en la Biblia sólo aquellos libros de Salomón que son pertinentes como revelación de Dios al hombre.

Cuando indagamos acerca de otras culturas de la tierra encontramos que en ellas también hubo filósofos que trataron de explicar el mundo y de dar respuestas a preguntas que el corazón humano no podía responder, como por ejemplo acerca del origen del mundo, del sufrimiento humano y de muchas cuestiones más. Pero ninguno de estos filósofos sustenta sus aseveraciones sobre base tan firme y trascendente como la que encontramos en la literatura hebrea. La inclusión de Dios como el Creador del mundo y el regente de todo el universo hace a la literatura hebrea, una con un carácter exclusivista, y diferente totalmente de toda otra cosmovisión.

Toda otra manera de interpretar el mundo, diferente de la que encontramos en la Biblia, si tomamos como buena y válida la revelación bíblica, no pasan de ser simples fábulas. Esto no quiere decir que no haya en la literatura de otras culturas cuestiones que puedan ser consideradas como saludables y provechosas para el hombre. Pero lo que queremos decir es que en cuestiones trascendentales que tienen que ver con la verdad absoluta, sólo la Bíblia podría ser considerada. O sea, o creemos lo que la Biblia dice, o estamos perdidos. Esa es en esencia la trascendencia de la sabiduría revelada en la Biblia. Podría sonar pedante, o pesimista, o tal vez para algunos hasta fatalista el hecho de la exclusividad de la verdad bíblica, pero no se puede creer en la Biblia y no llegar a esa conclusión. El propio Jesús, quien es la revelación última de Dios hizo una declaración que corrobora lo que estamos diciendo acerca de la trascendencia de la sabiduría bíblica: ¨Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí¨ (Juan 14:6).

Así que cuando leemos la Biblia, no estamos simplemente ante una forma más de comprender el mundo, sino que estamos frente a la única verdad que nos revela la única sabiduría, que nos da el conocimiento más seguro acerca del único Dios.

Los libros sapienciales de Proverbios y Eclesiastés junto con el libro de Job y algunos salmos, constituyen la filosofía o dichos de sabiduría del pensamiento hebreo, filosofía que está muy ligada a la experiencia de la nación judía con su Dios Jehová. Los principios éticos y las normas establecidas por Dios para la conducta de los hombres moldearon todo el pensamiento de esta nación. Los hombres que escribieron inspirados por Dios, como es el caso de Salomón, lo hicieron apegados a lo establecido por Dios por medio de su siervo Moisés y los demás profetas. Lo que leemos en Job, Salmos, Proverbios y Eclesiastés en la Biblia, en esencia, no es el pensamiento unilateral de hombres, sino que es parte de la revelación de Dios dada a los hombres, aún cuando estos escribieran con su estilo literario y limitados por su alcance intelectual.

Veamos ahora una breve explicación del significado de cada uno de estos libros:

I.- Los Proverbios de Salomón Son Reflexiones Útiles Para la Vida Diaria.

Una cosa buena que tiene el libro de Proverbios es que podemos usarlo como libro devocional diario, pues tiene un capítulo para cada día del mes. Podemos reunirnos con la familia y hasta parafrasear estas enseñanzas prácticas. Eso es lo bueno de estas composiciones, que están repletas de consejos prácticos para enseñar a nuestros hijos y a nosotros mismos como conducirnos en la vida, y sacar de ellas el mayor provecho.

Así como estos proverbios, nuestra cultura también tiene sus refranes producto de la observación de la cotidianidad, que están también repletos de sabiduría popular, en este sentido podría aventurarme a decir que los refranes son proverbios populares. Por ejemplo: ¨Dime con quien andas y te diré quien eres¨. Este refrán se refiere a que las personas buscan la compañía de quienes son como ellas.

Así que tanto los proverbios como los refranes tienen entretejida una verdad. Una verdad como la fe utilitaria, que se asemeja a la preocupación mostrada por Santiago en su carta, en el Nuevo Testamento, cuando nos habla de la necesidad de la praxis de la vida cristiana.

Los proverbios de Salomón muestran la preocupación de un padre por un hijo, y le aconseja para lo que tendrá que enfrentarse: las tentaciones, el enojo, la pereza, el orgullo, las ganancias injustas, los peligros de la lengua, las mujeres malas, etc. Y también le muestra la importancia de los valores verdaderos: la generosidad, la corrección de los hijos, la amistad, la prudencia, la templanza, etc. Aunque Salomón no es el mejor ejemplo en todo lo que está aconsejando, pero no deja de ser verdad lo que está proponiendo como principios excelentes de vida. Aquí se cumple lo que dijo el Señor Jesús a cerca de los escribas y fariseos: ¨Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen ¨ (Mateo 23:3)

En el libro de Proverbios la sabiduría aparece personificada, como si se tratara de alguien, y se la presenta como una cualidad inherente a Dios: ¨Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra. Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada; no había aún hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo. Me regocijo en la parte habitable de su tierra; y mis delicias son con los hijos de los hombres. Ahora, pues, hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos. Atended el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis. Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas. Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová. mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen aman la muerte. (Proverbios 8: 22-36). Esto es típico de la literatura de ese tiempo, no es ningún misterio, y sólo buscaba hacer más interesante la composición.

El principio sobre el cual se sustenta la sabiduría verdadera es el temor de Jehová (Proverbios 1:7). Este es un principio elemental en toda la Biblia, no ha de ser diferente en los libros sapienciales. El autor no puede ser condescendiente con los criterios de la época acerca de la concepción del mundo, como no lo podemos ser nosotros en el día de hoy. El autor de los proverbios, aunque pudiera recoger los dichos de los sabios de su época o ser influenciado por ellos, en aquellas cosas que atañen a la realidad de la vida; pero está limitado por el criterio divino revelado en el Pentateuco y los escritos de los profetas. Lo que hace al libro de Proverbios parte de la colección bíblica es precisamente su apego a la revelación divina.

Hay que tener cuidado en el día de hoy con ciertos pensamientos que quieren imponerse a lo revelado por Dios en su Palabra, o que pretenden apropiarse de la misma autoridad que tienen los escritos bíblicos. Algunos de los llamados ¨profetas¨ y ¨apóstoles¨ de hoy, que se toman muy en serio esos títulos, han estado encaminando a mucho pueblo por veredas extraviadas, so pretexto de haber recibido una nueva revelación. Pero nada que no concuerde con lo que ya ha sido revelado, puede ser considerado ni siquiera.

La misma revelación bíblica, como ya hemos expresado en otra ocasión, fue producto de un proceso de evolutivo, o sea, progresivo, que culminó con la persona de Jesús. Es por esta causa que aún los proverbios de Salomón deben ser leídos y analizados a la luz de la sabiduría de Jesucristo en el Nuevo Testamento, porque con Jesús, se selló la revelación (Hebreos 1:1-3).

El libro de Proverbios en definitiva nos habla de los beneficios de obrar bien en la vida, lo cual tarde o temprano dará sus buenos frutos.

II.- El libro de Eclesiastés Es el Discurso de Un Hombre Desengañado de la Vida.

Si el libro de Proverbios es un manojo de sabiduría para vivir, el libro de Eclesiastés es una confesión de desengaño de la vida. Salomón ya era viejo cuando escribió este libro. Había disfrutado de todos los beneficios del poder, poder que lo había apartado de su genuina fe en Dios, esto nos muestra lo perjudicial que puede resultar el trono cuando el que lo ocupa se envanece. Pero ahora lo vemos arrepentido, reconociendo sus errores, podríamos decir que aquí aparece trágicamente desencantado de la vida.
Aunque cuando uno lee este libro puede notar la carga pesada de gran pesimismo, pero también uno puede percatarse de las conclusiones sinceras a las que había llegado Salomón después de haber buscado en vano fuera de los límites del Señor: ¨El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala¨ (Eclesiastés 12:13,14).

Este libro, como todos los libros de la Biblia, debe ser leído completamente y de manera contextual; leer todo el discurso, no quedarnos en el camino. Si paramos en algún lugar de este libro y hacemos tienda allí, de seguro malinterpretaremos lo que dice. El escritor nos va llevando desde una perspectiva materialista de la vida, hasta el convencimiento de que lo espiritual es más importante, e imprescindible para poder entender el mundo Material. Como siempre en el autor está presente un componente permanente, que es la fe en el Dios Verdadero, sin cuyo conocimiento el hombre no puede encontrarle sentido a la existencia. Esta ha sido una cuestión planteada incluso por los ateos, el mundo no tiene sentido sin la idea de un Dios.

Es posible que Salomón, al relacionarse con los filósofos de su época, se haya dejado influenciar de sus postulados, y que hasta llegara a llenarse de incertidumbre acerca del significado del mundo espiritual y de lo que ocurre con la persona una vez que ha muerto, pero luego lo vemos retornando a la fuente verdadera. Es lo mismo siempre, la persona se puede pasar la vida negando la existencia de Dios y del mundo espiritual, y tratando de demostrarlo infructuosamente, para luego tener que reconocer su incredulidad, su encerramiento; en un instante, en un segundo de luz que sólo puede venir del mismo cielo. Ese es el misterio de la vida.

A pesar de todo el pesimismo que vemos en las palabras de Salomón en Eclesiastés, podemos aprovechar muchas de las consideraciones que hace el autor acerca de los problemas con los que tenemos que lidiar día a día en el mundo, como es la expresión ¨no hay nada nuevo debajo del sol¨: ¨¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol¨ (Eclesiastés 1: 9). Además, este es un libro que nos enseña a poner los pies sobre la tierra, al considerar las realidades con las que tenemos que enfrentarnos, y que de nada nos sirve nuestro cuidado de las cosas materiales si al final todo lo que vemos será deshecho. Esta es una verdad en toda la Biblia, por causa del pecado este mundo está destinado al fracaso, y toda la creación, así como todas las realizaciones materiales de los hombres, están reservadas para el fuego: ¨pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos¨ (2 Pedro 3: 7).

Así que el mucho afanarse llenando la vida de ansiedades no parece ser muy sabio. Esta es una verdad que aprendemos en el libro de Eclesiastés. Pero esto no significa que nos vamos a sentar a esperar el triste final; no, pues mientras ese día llega, la vida continúa, y esta es otra verdad que aprendemos en el libro de Eclesiastés cuando nos dice: ¨Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora¨ (Eclesiastés 3:1).

Aprovechemos el desengaño de Salomón para darnos cuenta que lo que en verdad cuenta como provechoso y bueno para nuestras vidas es hacer caso a lo que Dios nos dice en su palabra. Que cualquier discurso sin este elemento de la fe en el Dios verdadero es pura palabrería sin ningún sentido.

III.- El Cantar de los Cantares Es un Poema de Amor Romántico.

Finalmente llegamos al último poema de la Biblia; y es, gracias a Dios, un poema romántico: nos referimos al Cantar de los Cantares, que también se llama Cantares de Salomón.

Con relación al aporte que este libro puede hacer a nuestra vida conyugal, muchos de nosotros hemos perdido el sentido del amor romántico, y hemos descuidado los detalles que hacen a un matrimonio interesante. Así que las parejas deberían prestar más atención el uno por el otro, y cultivar el romanticismo vital para hacer un matrimonio perdurable. Dios, a la hora de traer a Adán una compañera, no lo hizo sólo con el propósito de que pudieran llenar la tierra de hijos, sino, y creo que esto es primordial, que tenía el interés de que ambos pudieran disfrutar de la compañía, y de todo el placer que uno y otro se pudieran proporcionar. Esta parte del matrimonio es mucho más importante que la procreación misma, ya que de la relación íntima eficaz y placentera de los esposos dependerá la felicidad de toda la familia.

Aunque este poema habla del amor de Salomón con una doncella llamada la Sunamita, se ha identificado siempre con el amor de Dios por su pueblo Israel y el amor que Jesucristo tiene por su iglesia.

En la Biblia se utiliza el matrimonio para comparar la relación de Cristo con la iglesia, y el libro de Apocalipsis habla de las bodas del cordero: ¨Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios¨ (Apocalipsis 19:7-9).

Estos son cinco cantos bien orquestados y organizados para ser disertados en un arreglo teatral. Salomón y la Sunamita se encuentran después de estar separados por un tiempo, y luego se vuelven a separar, pero sin perder la esperanza de encontrarse nuevamente. De la misma forma, la iglesia espera con ansias al Esposo que vendrá un día del cielo para así estar juntos para siempre.

Si usted quiere ser parte de esa esposa que se vestirá de gala para esperar al Esposo, usted necesita aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador. Sólo así podrá estar convidado para esa fiesta que se celebrará cuando Cristo venga otra vez.

Mensaje predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, en abril 12 de 2009.

lunes, 6 de abril de 2009

LOS SALMOS, EXPRESIONES DE ADORACION A DIOS

Salmos
El libro de los Salmos pertenece al grupo de libros poéticos de la Biblia, juntamente con los libros de Job, Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares. Aunque también, a los libros de Job, Proverbios y Eclesiastés se les puede clasificar como literatura sapiencial. No hay duda que los salmos son una colección de reflexiones de la vida real que pueden ser utilizadas como instrumentos de meditación y devoción cristiana. Sabiéndole dar la verdadera interpretación dentro de un contexto bíblico general, los salmos constituyen piezas de gran valor a la hora de buscar o dar aliento y fortaleza.

Algunas características que podemos encontrar en los salmos son por ejemplo, que unos salmos son más extensos que otros. Así podemos ver que el salmo 117 es el más corto, mientras el salmo 119 es el más largo. Pero hay algo sobresaliente y distintivo en los salmos, y es su carácter devocional.

Los salmos fueron usados por los primeros cristianos como el himnario de la naciente iglesia. Naturalmente que habrá algunos salmos que a la luz del Nuevo Testamento no podrían ni pueden ser usados para la adoración dentro del contexto evangélico, por el grado de madurez de la revelación bíblica ya en los tiempos de los primeros cristianos.

Dentro de algunos Salmos podemos encontrar imprecaciones y malos deseos para con los enemigos, como es el caso por ejemplo de Salmos 58: 6-10, donde el salmista manifiesta deseos de muerte contra sus enemigos. Estos salmos no encajan con el espíritu de perdón enseñado por Jesucristo a la nueva congregación. Pero no sólo el libro de los Salmos debe ser analizado a la luz del Nuevo Testamento, sino todo el Antiguo Testamento, pues es en el Nuevo Testamento que tenemos, como ya hemos dicho en intervenciones anteriores, una revelación terminada. Y es la ética del Nuevo Testamento la que está vigente y por la que debemos conducirnos.

Algunas personas utilizan los salmos como amuleto, atribuyéndoles poder en sí mismos. Como es el caso famoso del salmo 91 que habla de la protección de Dios para los que viven bajo su cobertura. Muchas personas colocan en la cabecera de su cama o en su mesita de noche una Biblia abierta en este salmo, con la intención de ser librados de los malos espíritus. Pero esto es erróneo, pues la Biblia como libro solamente, sin una lectura que se aplique a nuestras vidas y que llegue a modificar nuestra conducta, no podría producir ningún efecto.

Usted puede tener salmos favoritos que le gusta leer diariamente o recitar de memoria, o que le vienen a la mente en momentos especiales de su vida; eso sí es correcto, y esto lo debemos hacer no sólo con los salmos, sino con toda la Biblia. Es una buena práctica memorizar pasajes bíblicos clave, para así usarlos para compartir nuestra fe, o para llenarnos de ánimo en momentos de necesidad. Uno de los salmos más conocidos es el Salmo 23 que nos habla del cuidado que Dios tiene de sus hijos, y que es el favorito de muchos creyentes. Recitar la Palabra de Dios es algo muy fortalecedor, pero mucho más lo es hacer caso a lo que ella dice.

Entrando en materia, veamos los siguientes aspectos con relación a los Salmos:

I.- ¿Qué Son los Salmos?

Los Salmos eran los himnos y cantos que cantaba el pueblo de Israel en los servicios de adoración en el templo de Jerusalén, tanto en el primer templo, como en el segundo templo. Aunque ha de entenderse que los sobrevivientes del cautiverio, los que participaron del segundo templo, fueron los que utilizaron el himnario completo.

Los Salmos son composiciones poéticas, como ya hemos dicho, que fueron transformados en canciones para los grupos corales del templo. En algunos salmos incluso hay indicaciones para la música que se debía usar al momento de ser cantados.

Los Salmos son una colección de la poesía lírica religiosa del pueblo de Israel. Debemos repetir que en los libros históricos, así como en algunos libros proféticos, también encontramos intercalada alguna poesía lírica religiosa. También en el Nuevo Testamento, aunque en menor cantidad, podemos verificar trozos de poesía, como es el caso del cántico de María en Lucas 1: 46, 45. Podemos ver una gran similitud de este cántico con el de Ana, registrado en I Samuel 2:1-10.

Los Salmos son al mismo tiempo, y mucho más significativamente, himnos, canciones, a los que por su género musical se les denomina salterios, haciendo alusión al instrumento de cuerdas que acompañaba estos cantos. Estos salmos pueden ser una colección de cantos del primer templo y del segundo templo, pues se mencionan autores que existieron en el primer templo, en tiempo de Salomón. Los salmos de David ya existían en tiempos del primer templo, y han de haberse usado en la adoración. Aunque no hay duda que en el templo restaurado después del cautiverio, los cánticos llegaron a cobrar un significado más que especial.

Los Salmos fueron primero el himnario del pueblo hebreo en el judaismo, y luego se convirtió en el himnario de la iglesia primitiva en el cristianismo, que lo ha usado en sus cultos como cantos y en sus lecturas devocionales, como nos lo refiere el apóstol Pablo en Colosenses 3:16: ¨La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales¨.

Los salmos, como los himnos que han usado las iglesias cristianas desde siglos, son composiciones con un alto contenido teológico, cosa de la que adolecen muchas canciones en la adoración cristiana en el día de hoy. Lamentablemente muchas veces se pone más énfasis en la música que en el contenido de las alabanzas. En muchas canciones no se menciona el nombre de Jesús, ni de Dios, ni del Espíritu Santo.

Los compositores asumen que los oyentes, o los que cantan esas canciones saben que están cantando a Dios. ¿No será que muchos artistas cristianos con el interés de que su música sea parte del Hit Parade de la semana en las emisoras seculares, procuran composiciones con cierta ambigüedad, de modo que suenen bien al oído de quienes las escuchen, y así poder ser aceptados por los locutores y programadores en el día a día?

Otra característica que tienen estas canciones de ahora, es que se centran en las personas que escuchan las canciones (son humanistas) y no en la Persona de Dios que debe ser predicado y exaltado en las canciones. Muchas canciones están diseñadas para levantar el ánimo de la gente, y esto se hace no desde una perspectiva teológico-bíblica, sino desde una perspectiva meramente psicológica, como una terapia para hacer que la gente se sienta bien. Así que resulta agradable para mucha gente ir a un culto de adoración, aunque no sea cristiana, pues allí encontrará un ¨adorador¨ que le hará sentir que es una persona valiosa, aunque se esté quemando en el infierno viviendo una vida de pecado; porque muchas de estas canciones no sólo no mencionan tal cosa como el pecado o el arrepentimiento, sino que evitan hacer esto, y en su lugar llevan al individuo a ¨extasiarse¨ en la ¨gracia de Dios¨.

No estoy en contra de los cantantes cristianos modernos, ni de sus canciones modernas; no, de ninguna manera, me encantan los nuevos ritmos, y canto muchas de esas canciones y en nuestra iglesia se cantan semanalmente, pero nos cuidamos de seleccionar aquellas canciones que tengan contenido que se ajuste a la teología bíblica.

Creo que las iglesias deben estar al día con la música de este tiempo, pero también creo que no se deben desdeñar los himnos antiguos, pues esas alabanzas son insuperables. Podemos tomar esos himnos y enriquecerlos con nuestros ritmos e instrumentos autóctonos. Todo ello debe formar parte de nuestra colección de cantos, como los salmos que se deben cantar hoy.

II.- ¿Quiénes Son los Autores de los Salmos?
Con relación a quines son los compositores de estas poesías, podemos decir que unos 50 salmos son anónimos. O sea, en los registros de que se tiene noción hay una colección de cincuenta de estos salmos a los que no se les ha atribuido autoría específica. Más o menos ochenta de estos salmos son atribuidos a David,, dos a Salomón, doce a Asaf, trece a los hijos de Coré y uno a Moisés.

El hecho de la vinculación de David tan poderosamente a la autoría de los salmos tiene su razón de ser, pues él era un gran músico y poeta (I Samuel 16: 16-18; 2 Samuel 1: 19-27; 3: 33-34); y no se puede pasar por alto su gusto especial por el culto y la adoración (2 Samuel 6: 5, 15-16). No hay duda del gran papel jugado por David en la lírica del pueblo hebreo. Aunque como hemos visto, David no construyó el templo, sino que fue a su hijo Salomón que le tocó este privilegio, pero David fue el que organizó los servicios de adoración en el templo, distribuyó las responsabilidades de los levitas y designó los cantores y los músicos que tomarían parte en el culto en el templo.

Debemos destacar el papel de dos grandes compositores de Salmos, estos son Coré y Asaf. Algunos de los salmos dentro de la colección de David y de Asaf, son atribuidos a Coré. En los Salmos del 73 al 89, la mayoría son atribuidos a Asaf.

Cuando hablamos de los autores de los salmos, no podemos dejar de hablar de los responsables de ejecutar las alabanzas: los cantores y los músicos a los cuales hoy se les llama adoradores. Creo que todos somos adoradores, pues todos participamos y debemos participar de la adoración, desde el más pequeño hasta el más grande, no importa que cante bonito o que a penas entone. A las personas que dirigen la música y las alabanzas en la iglesia no debería llamárseles de forma exclusiva adoraradores, sino más bien, y utilizando el lenguaje bíblico, cantores y músicos: ¨Asimismo dijo David a los principales de los levitas, que designasen de sus hermanos a cantores con instrumentos de música, con salterios y arpas y címbalos, que resonasen y alzasen la voz con alegría¨ (I Crónicas 15:16).

Estas personas eran especialistas del canto y de la música, como los que existen hoy en las iglesias, que estudian para realizar un ministerio efectivo y profesional para Dios.

Ya sea como un cantante que se dedica exclusivamente a eso, y con lo que también se gana la vida, sea como encargado en una iglesia o como artista profesional, de forma particular, siempre que utilice su arte como un ministerio, debe tener cuidado de hacerlo con el criterio adecuado, y bajo el orden que establece la Biblia se deben ejercer los dones, para la edificación del cuerpo de Cristo.

III.- ¿Cómo Podemos Agrupar los Salmos?
Por lo general, el libro de los Salmos estaba dividido en cinco partes, como una especie de Pentateuco de la Adoración: 1) libro I, que va del capítulo 1 al capítulo 41; 2) libro II, que va del capítulo 42 al capítulo 72; 3) libro III, que va del capítulo 73 al capítulo 89; 4) libro IV, que va del capítulo 90 al capítulo 106; y 5) el libro V, que va del capítulo 107 al capítulo 150. Así que tenemos un total de ciento cincuenta salmos.

Los Salmos al mismo tiempo se pueden clasificar en dos grandes grupos: 1) Salmos del Primer Templo, que va del Salmo 1 al Salmo 89, o sea las tres primeras colecciones de cantos; y 2) Salmos del Segundo Templo, que va del Salmo 90 al Salmo 150, o sea las dos últimas colecciones de cantos.

Los Salmos del primer templo se usaron durante el tiempo de Salomón y de los reyes del reino dividido, y la mayoría de los mismos fueron escritos por David, o sea que las composiciones poéticas de David, fueron escritas con el propósito de ser usadas como cantos o himnos en la adoración. Podemos decir que el rey David pensó en todo a la hora de hacer los preparativos para la construcción de la casa de Dios.

Los Salmos del Segundo Templo se escribieron durante el cautiverio y durante el período de reconstrucción del templo y de los muros de la ciudad, durante el tiempo de Zorobabel, hechos que están narrados en los libros de Esdras y Nehemías.

Podemos encontrar temas diversos en los salmos, que también podemos denominar como géneros literarios. Así podemos encontrar: Salmos de alabanza o himnos; salmos de oración o súplicas que pueden ser particulares o colectivas; salmos de acción de gracias, salmos de instrucción o enseñanza o salmos sapienciales y salmos de profecías mesiánicas, llamados propiamente salmos mesiánicos. Aunque en realidad los temas predominantes en los salmos son la oración y la alabanza. Además podríamos encontrarnos en algunos salmos con una mezcla de géneros literarios.

Con respecto a los Salmos mesiánicos, diremos que estos son salmos propiamente proféticos, que se refieren a Jesucristo y a situaciones de su vida, de su pasión, muerte y resurrección. Uno de estos salmos es el Salmo 22 que está repleto de profecías acerca del Mesías prometido y que se cumplieron de manera cabal en la persona de Jesús. Este salmo habla de los sufrimientos del Mesías y de su posterior triunfo. Estos salmos mesiánicos no eran muy comprendidos por los que los cantaban antes de que Jesús viniera, pero son una joya dentro de la adoración para los cristianos que comprendemos el significado de los mismos y su cumplimiento en la persona de Jesús.


Hasta el día de hoy, los judíos no cristianos rechazan que en Jesús se hayan cumplido las profecías mesiánicas de estos salmos, pues ellos rechazan a Jesús como Mesías, por ese motivo le entregaron en manos de Poncio Pilato para ser ejecutado.

Cuando lea los Salmos de ahora en adelante, espero que pueda valorar la importancia de estas composiciones para la vida devocional de los creyentes, pues en ellos se cuentan los grandes episodios en los que Dios ha sido misericordioso con su pueblo, lo cual nos garantiza que siga siéndolo para con nosotros hoy. Al mismo tiempo, en los Salmos se puede uno dar cuenta de los grandes hechos de Dios, empezando por la creación, siguiendo por su providencia y cuidado, y culminando con su redención en Cristo, situaciones que son contadas y exaltadas en los Salmos para nuestra ilustración y edificación.

Un salmo que viene bien para aquellos que necesitan reconocer sus pecados delante del Señor y llegar a una experiencia personal de arrepentimiento es el Salmo 51. En este Salmo el rey David reconoció sus graves pecados, los confesó a Dios y manifiestó su dolor al saberse pecador delante de Dios. Esta es una experiencia que deberá repetirse en tu vida si deseas ser salvo. Te invito a estudiar este Salmo y reflexionar seriamente respecto de tu vida delante de Dios.

Sermón predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, en Abril 5 de 2009.

domingo, 29 de marzo de 2009

PERSEVERANCIA EN MEDIO DE LA PRUEBA

Job

Con el libro de Job entramos en una brecha en nuestro recorrido por toda la Biblia entre la historia, la novela y la poesía. Como ustedes saben la Biblia es un conjunto de libros, una pequeña biblioteca de los clásicos de Dios. De los libros de la ley pasamos a los libros históricos, y ahora vamos entrando por los pasillos de la historia a nuevos géneros literarios amenos y atractivos: La novela y la poesía.

Al decir que en Job estamos entre la historia, la novela y la poesía, queremos significar, además, que esta es una historia real, con personajes reales, circunstancias reales y lugares reales, pero contada en un estilo literario novedoso hasta este momento; aunque tanto los libros de la ley como los libros históricos, que hasta ahora hemos visto, están salpicados de poesía. Pero esta no es una novela ficticia, no es una poesía romántica, no es una prosa inventada, aunque tenga su gracia como recurso literario y esté adornada con delicados matices artísticos.

Para que tengamos una idea más clara con ejemplos contemporáneos, esta no es una obra al estilo Dan Brown, el cual falsea la realidad y la distorsiona a su antojo, sino más bien al estilo Gabriel García Márquez, donde el autor se inspira en hechos reales, aunque cambie el nombre a los personajes y algunos lugares. En la historia de Job, sin embargo parece que los personajes y los lugares son más bien reales, y esto hace al relato de Job una pieza literaria digna de todo crédito y crucial en el tema que trata.

Santiago habló de Job como un personaje real cuando afirmó: ¨ He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo¨ (Santiago 5:1). En Ezequiel 14: 14-20, se le compara con personajes reales de la Biblia como Noé y Daniel. Job existió en los tiempos patriarcales, cuando la comprensión de la fe se encontraba aún en su estado primitivo. Recordemos que la Biblia nos va llevando por una autopista virtual hasta llegar al clímax de la revelación, el cual es Jesucristo mismo (Hebreos 1:1-3).

Vemos que Job manifiesta fe en el Dios Todopoderoso al estilo de Abraham. Viene de una cultura ajena al pueblo de Israel, aunque en los amigos que le visitan en su angustia podemos encontrar parentescos familiares con los orígenes del pueblo hebreo, como es el caso de Elifaz, quien era descendiente de Esaú, hermano gemelo de Jacob (Génesis 36:4, 11). Así que una vez más encontramos en la Biblia que los propósitos de salvación de Dios se extienden al mundo entero, no se circunscriben al pueblo de Israel. Dios está interesado en salvar al mundo, por eso envió a Jesucristo, para dar su vida por todos (Juan 3:16).

Job parece un sacerdote antiguo. En el relato lo vemos intercediendo ante Dios por la vida espiritual de sus hijos, y además es descrito como un hombre con mucho poder político, económico y social, y como una persona sumamente próspera. Pero al mismo tiempo en la descripción que se hace de él se destaca su carácter de integridad: ¨Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal¨ (Job 1:1). De este hombre vamos a hablar, específicamente de su grande prueba de fe.

I.- Origen y Naturaleza de la Prueba.

Nosotros aquí en la tierra somos ajenos a muchas cosas que pasan en el cielo, en el mundo de lo invisible, de lo espiritual, sin duda que eso es verdad. En el libro de Job encontramos una gran similitud con lo que nos describe el apóstol Pablo en Efesios 6, relacionado con ese mundo espiritual que no podemos percibir con nuestra intuición natural. Fuerzas oscuras se mueven en regiones espirituales con intenciones malignas en contra de los que desean vivir una vida recta para Dios. El libro de Job es una muestra viva para hacer conscientes a los creyentes de esta realidad.

Dios conoce cosas de nuestras vidas que ni siquiera nosotros mismos conocemos. El tiene control de todas nuestras circunstancias, aún cuando veamos que aparentemente eso no es así. Con respecto a lo que nos relata el libro de Job y la visita de Satanás en la que Dios tiene la oportunidad de cuestionarle, creo que el autor de este libro está usando un recurso propio del estilo literario de la novela. Está recreándonos una escena para mostrarnos la participación de nuestro enemigo en los hechos reales de nuestra vida. Cómo muchas de las cosas que nos pasan en la tierra tienen su origen en decisiones que se toman en el mundo de lo espiritual, mundo que sólo Dios conoce y controla de forma cabal.

Hablando de la prueba de Job, quisiera que veamos que cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar, en el Padrenuestro, que es la oración modelo, él dijo: ¨Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal¨ (Mateo 6:13). Esta expresión no significa que Dios nos tiente, pues Santiago explica esto muy bien, que Dios no tienta a nadie: ¨Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido¨ (Santiago 1:13,14).

Santiago nos enseña que Dios tiene el control del tipo de prueba al que seremos sometidos, o sea que Satanás no opera a su antojo. Dios no permitirá que seamos tentados más allá del límite de nuestras fortalezas, eso es lo aprendemos en I Corintios 10:13: ¨No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar¨.

Job no se esperaba esta prueba, él mismo manifiesta estar sorprendido de lo inexplicable que le resultaba lo que le estaba pasando. Es la historia de nuestras vidas, estamos esperando siempre que nos sucedan cosas buenas, aunque tengamos temores de que cosas malas nos pueden suceder. Pero nunca estamos lo suficientemente preparados para cuando llega la hora de la verdad. Es en el proceso de la prueba que vamos siendo concienciados acerca de los misterios que rodean nuestra vida.

Aunque Job no estaba preparado para lo que le aconteció, pero sí podemos decir que él da muestras de una certidumbre de fe única. Esa es la clase de reciedumbre que Dios espera de los que se dicen ser sus hijos. Es muy fácil ser fiel a Dios cuando todo va bien. No sé que van a argumentar los defensores de la teología de la prosperidad, frente a las calamidades de Job, y frente a la crisis mundial que hoy abate al mundo en lo económico, social y político, situación de la que los creyentes no somos ajenos, ni mucho menos podemos abstraernos, aunque queramos.

Job fue quebrantado de forma sorpresiva, precisamente en aquellas cosas que más temía. Seremos lesionados de manera significativa en aquellas cosas que más nos duelen, y el enemigo de nuestras vidas conoce nuestro lado débil, pues él tiene suficiente tiempo para analizarnos y conocer nuestras flaquezas: ¨Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo¨(I Pedro 5: 8, 9).

Pero lo bueno de todo esto es que aunque Satanás conozca al hombre en sentido general y natural, él desconoce razones que la razón no conoce, y es la invencible fuerza de los que esperan con firmeza en Dios, y Dios es invencible. Por eso Satanás siempre ha de quedar ridiculizado, no importa la magnitud de la saña con la que se proponga hacernos desviar de la fe en Dios. La razón de esta garantía está en los límites que Dios establece cuando permite que Satanás pruebe a Job: ¨Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida¨ (Job 2: 6).

Job fue atacado con pruebas externas, y también fue confrontado en carne propia. Fue arruinado económica y familiarmente, sus riquezas y sus hijos le fueron quitados, y ahora le abate una grave, mortal y desesperante enfermedad.

Y como si todo esto fuera poco, su esposa le aguijonea con fuertes palabras de amargura: ¨Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete (Job 2:9). Aún en su condición, tiene él palabras de amonestación para su amada esposa, a la que trata de corregir en su agónica propuesta. Esta es una demostración previa de lo que ha de ser su postura en todo el libro: ¨He aquí, aunque él me matare, en él esperaré¨ (Job 13:15). Esta es la esencia de la fe verdadera: creer en Dios por lo que él es, no por lo que hace. Esta es la fe del creyente que persevera hasta el fin, como dice el apóstol Pablo en 2 Timoteo 1: 12: ¨Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día¨.

¿Dónde, en qué lugar encajan en todo esto, aquellos que piensan de la vida cristiana como una preñada de prosperidad, salud y bienestar? Piensan que argumentando positivismo van a conseguir más adeptos para el evangelio, pero el evangelio es mucho más que una filosofía, es un confrontamiento violento con la realidad del pecado en la vida de la humanidad y un llamado radical a romper con los patrones o moldes del mundo que vive de espaldas a Dios. Para esto se necesita el carácter de Job, su perseverancia en medio de la prueba, no importa que la vida esté rodeada de prosperidad material y salud, o que nos consuma la miseria y la enfermedad.

La Biblia nos dice que ¨el que persevere hasta el fin, este será salvo¨: ¨Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo¨ (Mateo 10:22).

Hasta este momento en la narrativa de esta historia hemos visto el prólogo o presentación en prosa de lo que será la obra más extensa en versos, a partir del capítulo tres. Nos hemos topado con todos los personajes que intervienen en el drama, aunque Satanás no será mencionado ya más, pues ha quedado establecido que no podrá destruir la integridad de Job, y el autor ha dejado claro que el diablo no tiene ya nada que buscar, habiendo agotado todos sus recursos, sin lograr su propósito.
Dios espera que en la vida nuestra sea así también, que el enemigo se dé cuenta que no tiene nada qué buscar en nuestras vidas. Si hacemos caso al mandamiento de nuestro Señor Jesucristo, es seguro que podremos salir airosos de cualquiera pruebe, no importa su naturaleza: ¨Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil ¨ (Mateo 26:41).

II.- Reacción de Job Ante la Prueba.

Ahora nos concentraremos en el plano puramente humano. Porque aunque es verdad que hay fuerzas invisibles que operan en las regiones espirituales, no menos cierto es que acá abajo, en nuestra dimensión, tenemos nuestros problemas, propios de nuestra naturaleza. Tenemos limitaciones en muchos aspectos; y la vida misma y nuestra idiosincracia, va creando una cosmovisión que determinará en mucho nuestro comportamiento. La manera como creemos determina la manera como reaccionamos o interpretamos lo que nos ocurre.

Los amigos de Job, Elifaz, Bildad y Zofar, llegaron con buenas intenciones de dar consuelo en medio del dolor que éste experimentaba, y al principio lo hicieron muy bien, pues guardaron silencio y se unieron a su pena. Cumplieron el mandato bíblico de solidarizarnos con los que padecen algún tipo de calamidad: ¨llorad con los que lloran¨ (Romanos 12:15). Pero una vez que Job externó sus quejas producto de su dolor, una reacción normal en una situación como esa, sus amigos empezaron a filosofar. Es muy fácil desde la perspectiva de los amigos de Job, juzgarle; pero no era fácil ponerse en su lugar.

Job está desesperado. En una situación que a otro mortal lo llevaría a cometer suicidio, él se mantuvo, aunque se quejara, esperando en la misericordia de Dios. Esta es la postura que Dios espera de sus hijos, de los que tienen una esperanza por encima de las expectativas que tiene el común de los seres humanos. Job representa una clase de persona que tiene una convicción tan firme en Dios, al punto que su primera y última esperanza es Dios. Su vida se centra en Dios.

Job manifiesta tres deseos respecto de su vida, según nos lo registra Andrés Glaze en Comentario Bíblico Mundo Hispano: a) el deseo de nunca haber nacido; b) el deseo de haber muerto al nacer; y c) el deseo de morir. ¿Acaso no ha sentido usted en algún momento de su vida que es mejor estar muerto que vivo? Si usted no ha tenido este tipo de reflexión, le felicito, pero esté preparado, porque si vive mucho, estoy seguro que lo tendrá en algún momento. El libro de Job nos ha sido dado para que nos demos cuenta que, cuando esos pensamientos de derrota lleguen a nosotros, como creyentes en el Dios Todopoderoso, podemos estar por encima de cualquier sentimiento de autodestrucción.

Job no parece decidido a quitarse la vida, sino que él desea que Dios se la quite, y esto es una cosa muy diferente. El sabía que el dueño de la vida es Dios, y sólo él tiene derecho de quitarla: ¨y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. (Job 1: 21). De ninguna manera podemos estar de acuerdo con el suicidio, ni con la eutanasia. Pero roguemos siempre a Dios por aquellos que sufren grandes dolores, producto de enfermedades incurables, y por aquellos que pasan por grandes conflictos mentales en medio de graves ansiedades y depresiones. Esa es nuestra tarea frente al dolor y la angustia humanos.

Los amigos de Job habrían sido más elocuentes si se hubieran quedado callados. El mejor aporte que le podemos hacer a una persona que pasa por situaciones similares a las de Job, es nuestra compañía y nuestro abrazo solidario. Los amigos de Job trataron de buscar una justificación a la calamidad de Job, en su conducta. Pero ha quedado descartada esta posibilidad desde el principio del libro cuando se afirma el carácter recto de Job. Por eso decimos que la vida recta delante de Dios no garantiza la prosperidad material; y la pobreza y/o la calamidad no son producto necesariamente de haber cometido algún pecado. Tanto puede ser próspero materialmente el impío como el creyente.

Precisamente frente a esta disyuntiva es que el escritor del salmo 73 confiesa su incapacidad, en principio, de comprender porqué personas malas prosperan y personas buenas pasan necesidad: ¨En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos¨ (Salmos 73: 2, 3). Pero él mismo llega a convencerse de su equivocada percepción, cuando afirma: ¨Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer¨ (Salmos 73: 16.18).

La cuestión más importante aquí es la actitud que tenemos, ya sea ante la vida de prosperidad o la vida de estrecheces económicas. La esperanza de Job, pese a ser muy próspero, no estaba puesta en las riquezas materiales, como sucede con las personas impías adineradas, que el dinero se convierte en su dios. En el otro sentido, el haber sido puesto en situación de tanta calamidad, no le era excusa a Job para renegar de Dios.

Aunque Job estaba en su derecho de sentirse desgraciado y creerse abandonado, pero fíjese que la Biblia dice una expresión que se repite: ¨En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno¨ (Job 1: 22; 2: 10). Job se quejó hasta que no pudo más. Es mejor quejarse delante del Señor y abrir nuestro corazón delante de él, porque esto es saludable para el corazón y la Biblia nos dice que él puede compadecerse de nuestras debilidades: ¨Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados¨ (Hebreos 2: 17,18).

Pero aún en todas sus quejas delante de Dios, Job reconocía la imposibilidad de disputar delante de Dios: ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios, como con su prójimo! (Job 16:21). De todos modos, cuando tengamos algún problema, vayamos mejor delante de Dios con nuestras quejas.

III.- La Respuesta de Dios Ante la Prueba.

Muy a pesar de que a veces da la impresión que el mundo va sin control y sin sentido en una carrera sin propósito alguno, en verdad la historia se ha encargado de corroborar que al final el bien siempre triunfa sobre el mal. Desde el más sofisticado sistema planetario, hasta la más insignificante criatura de la creación, está bajo el cuidado y control del Dios Todopoderoso. Y es mejor ser consciente de esta verdad que no serlo.

Los que han tratado de renegar de Dios porque no han encontrado respuestas satisfactorias a sus dilemas, o han tenido que humillarse al final arrepentidos delante de él, sucumbiendo ante la pesada carga de evidencias de su existencia, o por el lado contrario y pesimista, han desperdiciado toda su vida tratando de demostrar algo que no puede ser demostrado, tratando de negar algo que es imposible de negar, y se han privado de la comunión con su Creador; y paradójicamente se han convertido en enemigos de alguien que ellos dicen que no existe.

Job se queja delante de Dios porque sabe que él existe, porque sabe que lo hay, de otro modo no estaría ni siquiera el nombre de Job en la Biblia (Hebreos 11: 6). El hecho de que Job trate de discutir con Dios, es un indicio más que suficiente de que él sabía de la existencia de Dios. Ojalá el problema del mundo fuera que cuestionara a Dios para conocer de las cosas que le son ocultas, y no como ocurre con frecuencia, que el hombre cuestiona acerca de la existencia de su propio Creador, haciéndose así más bruto que los mismos animales, que siendo animales, reconocen a su amo: ¨El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento¨ (Isaías 1:3).

El papel de Eliú en la obra de Job es definido como uno que da respuestas a las preguntas de Job en medio de su desesperado cuestionamiento y hace una apología magistral en interés de explicar asuntos relacionados con la integridad de Dios. Pero en definitiva, y aunque no existieran teólogos como Eliú, Dios ha de revelarse al corazón del hombre, porque Dios conoce al hombre y por ende conoce a Job.

Además, en definitiva, Dios ya sabía lo que tenía reservado para Job mucho antes de que se terminara la novela. Eso es lo bueno, que la vida de cada uno de nosotros, para Dios es como una novela que ya él leyó. El sabe lo que hay al final, como en mitad del libro y puede andar entre las páginas a su antojo. A Dios nadie le puede decir nada que ya él no sepa.

Ahora Dios responde y todo el mundo tiene que callar:: ¨¿Quién es ése que oscurece el consejo Con palabras sin sabiduría? Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me contestarás¨ (Job 38: 2, 3). A partir de aquí hay una serie de preguntas de Dios que no son respondidas y que quedan como una tarea para que cada uno de nosotros busque la respuesta. Estas preguntas están relacionadas con los grandes misterios de la vida.

Pero lo más gratificante de la historia de Job es como termina: ¨Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job¨ (Job 42: 10). Ya lo dijo el Señor Jesús: ¨De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna¨ (Lucas 18:29, 30). Lo que más vale es esperar en Dios y por eso Job fue premiado.

Sermón predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana en marzo 29 de 2009.

martes, 24 de marzo de 2009

ENTRE EL CAUTIVERIO Y LA RESTAURACION

Esdras y Nehemías

Ya hemos visto como la nación de Israel perdió su soberanía al ser llevada cautiva en su totalidad. Hemos visto que esta condición del pueblo de Dios fue el resultado de su desobediencia al obrar en contra de los principios establecidos por Jehová, quien es el verdadero rey de Israel. También pudimos percatarnos que este cautiverio fue dirigido por Dios como una forma de castigo disciplinario para el pueblo al que él le tiene misericordia, o sea que ese cautiverio estaba planeado por Dios, y que tenía un límite.

Dios no ha abandonado a su pueblo del todo, sino que lo está preparando para algo mucho más grande y glorioso, la inminente e imprescindible aparición del Mesías, que nacería del seno de esta nación. Esto es algo que tenemos que tener pendiente siempre que estudiemos cualquier libro en el Antiguo Testamento.

Así que Dios ya tenía prevista la restauración de la vida nacional de Israel. No podemos decir que Dios les devolverá su total soberanía, pues nos parece que Dios tiene aun previsto para la nación experiencias disciplinarias que se tomarán más tiempo de lo que humanamente pensamos. Pero la verdad de que Dios no ha abandonado a su pueblo al someterlo al cautiverio, es tan evidente, que la Biblia nos habla con suma claridad acerca de este tema para no dejarnos duda alguna, pues Dios no deja nada al azar, sino que todo obedece a un plan. Cuando estudiemos los libros de los Profetas, tanto los mayores como los menores, nos daremos cuenta de muchos detalles en este sentido, porque tendremos que repasar estas historias de los reyes que ya hemos visto, así que esta será además una manera de afianzar los conocimientos respecto de lo que ya hemos estudiado.

Aunque en realidad hemos ido extrayendo, y lo seguiremos haciendo, pasajes bíblicos paralelos que respaldan el estudio de un libro de la Biblia, o que complementan su explicación. Por ejemplo, con respecto a los propósitos de Dios para con el pueblo de Israel y su restauración del cautiverio, ya el profeta Isaías había profetizado el nombre del rey que sería el responsable de dar la orden para el regreso de los judíos a su tierra.

Estamos hablando del rey persa Ciro, que es mencionado por el profeta Isaías unos doscientos años antes de que ocurrieran estos hechos que están narrados en los libros de Esdras y Nehemías, libros en los que nos ocuparemos en este momento. Podemos leer esta profecía en Isaías 44: 8; 45: 1, 13 y su cumplimiento lo encontramos por primera vez en 2 Crónicas 36:22, 23; luego, este último pasaje de 2 Crónicas, se repite en los primeros versículos de Esdras; lo cual puede significar que tanto los libros de Crónicas como el de Esdras, son de la autoría de una misma persona.

Hablamos de este período de Esdras y Nehemías como un período entre la cautividad y la restauración por el hecho de que los preparativos para la restauración se iniciaron durante el cautiverio.

Los libros de Esdras y Nehemías tratan de la reconstrucción del templo de Jerusalén y de los muros de la ciudad, de la restauración de la vida religiosa de la nación, y de la restauración de la vida social y política. O sea, una reconstrucción en tres dimensiones: Física, espiritual y sociopolítica. En estas tres dimensiones veremos la restauración de la nación.

I.- Restauración del Templo y de la Ciudad de Jerusalén.

Esta restauración física nace de una preocupación profunda en el corazón de los cautivos que son conscientes de los propósitos de Dios para con su nación. Los protagonistas de esta obra de restauración no ignoraban las profecías, sino que actuaron en consecuencia de las mismas. Ellos sabían que Dios tenía mejores planes para con la nación de Israel y para ellos como parte de su pueblo en el mundo.

Así que, producto de un decreto del rey persa Ciro, un remanente del pueblo cautivo regresa a Israel para reconstruir el templo que estaba arruinado y para restaurar la ciudad que estaba destruida. El primer grupo de colonos que fueron asentados en territorio israelita después del cautiverio, fueron dirigidos por Zorobabel, quien fungía como líder político, y Jesúa o Josué como sumo sacerdote era el líder religioso. Estos designaron los trabajos de reconstrucción del templo, y lo primero que hicieron fue construir el altar.

Naturalmente que muchos de los recursos para esta obra, que no eran suficientes, fueron proporcionados producto de un decreto del rey Ciro: ¨Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén¨ (Esdras 1:4). Este rey tuvo el privilegio de conocer las profecías de Isaías con respecto a su designación departe de Dios para llevar a cabo la obra de restauración del templo y de la ciudad de Jerusalén. No hay duda, que esto ha de haber causado un gran impacto en su vida, por el interés que se aprecia en él de realizar esta obra.

Sea porque estaba convencido de ello o por conveniencia política, este rey creía que era un elegido de Dios, o por lo menos así lo decía: ¨Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judᨠ(Esdras 1:2). Y en verdad que lo era. Dios se vale de las circunstancias y de las personas que él quiera para cumplir sus planes, y lo mejor que podemos hacer los seres humanos es hacer lo que Dios demanda de nosotros. Me parece que este rey ha de haber sido muy bendecido por Dios por someterse a su voluntad.

Pero los eternos enemigos de Israel, los habitantes no judíos de la tierra prometida, se opusieron a las obras de reconstrucción que se estaba realizando, y fueron tan insistentes en su empeño de detener la obra, que esperaron hasta el reinado de Artajerjes para conseguir lo que se propusieron. Satanás siempre se opondrá a que se levanten altares al Dios verdadero, él no tiene objeciones respecto de los lugares altos de idolatría, más bien él es propiciador de estos sitios, pero estará siempre en contra de los planes de rendir culto al Dios verdadero.

Los hijos de Dios no debemos ignorar las estratagemas del diablo, cosa que está presente en todos los tiempos, pues su actividad no cesa. El apóstol Pablo habla de cómo Satanás le estorbaba en su labor misionera (I Tesalonicenses 2:18). Cada vez que nos proponemos hacer algo para el Señor, debemos estar preparados para enfrentar los impedimentos que el enemigo pondrá. Pero no debemos intimidarnos por las amenazas, vengan de donde vengan, pues el poder de Dios es siempre superior a cualquier obstáculo, la Palabra de Dios nos manda a resistir, hasta que el diablo tenga que huir (Santiago 4:7).

Aunque la obra de reconstrucción fue detenida por un período de más o menos veinte años, y este fue sin duda un tiempo de gran desaliento y frustración, por la parálisis que provocó el miedo que se apoderó de los que había venido de la cautividad, el impulso dado por la palabra profética de Hageo y Zacarías, hizo que los trabajos de reconstrucción fueran reiniciados, hecho que ocurrió durante el reinado de Darío.

Aunque hubo de nuevo intentos por detener esta magnífica obra, Darío enérgicamente dio instrucciones para que se terminara esta obra, pues él tenía planes particulares de que se orara por él y por sus hijos al Dios del cielo desde ese templo: ¨Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar. Y por mí es dada orden de lo que habéis de hacer con esos ancianos de los judíos, para reedificar esa casa de Dios; que de la hacienda del rey, que tiene del tributo del otro lado del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos, para que no cese la obra. Y lo que fuere necesario, becerros, carneros y corderos para holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme a lo que dijeren los sacerdotes que están en Jerusalén, les sea dado día por día sin obstáculo alguno, para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos. También por mí es dada orden, que cualquiera que altere este decreto, se le arranque un madero de su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea hecha muladar por esto. Y el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Yo Darío he dado el decreto; sea cumplido prontamente¨ (Esdras 6:7-12).

Como vemos, ahora sí que será posible terminar la obra de reconstrucción del templo y de la ciudad, pues el rey Darío ha proporcionado los recursos para que esto se pueda realizar. Este templo tenía que estar levantado para cuando Jesús apareciera en el escenario humano, pues muchas de las profecías respecto de él se cumplirían estando en vigencia los oficios sacerdotales que se llevaban a cabo en el mismo. De la misma forma, antes que Jesucristo venga por segunda y definitiva vez, el templo de Jerusalén debe estar reconstruido. Tengo entendido que ya se tienen todos los materiales reservados para la realización de esa obra, y que sólo se espera que el tiempo sea favorable para que esto se efectúe, pero sin duda que así ocurrirá, y será una señal más de la venida inminente del Señor.

El templo se pudo terminar y obviamente se reanudaron los oficios religiosos en el mismo tal como se hacía antiguamente. Me imagino la majestuosidad de este templo, solamente al pensar que tenía 27 metros de alto, uno puede hacerse una idea de lo imponente que era aquello. He tenido la oportunidad de visitar Holyland, muy cerca de Orlando, Florida y ver una réplica del templo de Salomón, solamente la réplica causa un gran impacto a quien lo observa, ¡qué sería para los más ancianos que habían regresado del cautiverio, al recordar los días de gloria de la casa de Dios!

II.- Restauración de la Vida religiosa de Israel.

Esto nos habla de su restauración espiritual y moral, de la restauración del culto y de la adoración en el nuevo templo. Y esto es lo primero que Dios hace, primero tiene que ser levantada la moral espiritual, tiene que ser dignificado el nombre de Jehová en el corazón de la nación, tiene que haber un despertar en la fe del pueblo judío y un nuevo celo por el Dios Verdadero. La reedificación del templo físico tiene que ser el resultado de una reconstrucción espiritual en el corazón de la nación, una mirada al interior de sus conciencias respecto de su relación con Dios.

En la adoración de los sacerdotes, el día que se empezó la reconstrucción del templo, hubo una manifestación de alabanzas a Dios que se puede definir como un acto singular: ¨muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos¨ (Esdras 3:12,13). Había una motivación especial para esta forma de culto, donde se mezclaron los sentimientos de añoranzas y melancolía de los más viejos que no paraban de llorar, con el júbilo y la risa de los más jóvenes que estaban llenos de esperanza. Esto no fue un acto manipulado, sino una manifestación producida por la espontaneidad de los presentes. Este no era un acto común, cotidiano, era un momento de gloria que no se repite, que es único en la vida de cualquier iglesia. Lamentablemente, muchos de los cultos a Dios que vemos hoy, no dejan ningún espacio a la manifestación verdadera del Espíritu Santo, porque los encargados de dirigirlos y de guiar al pueblo de Dios en la adoración, han establecido un patrón de conducta, si se quiere cultural, en uno y en otro extremo. Están los que no permiten ciertas manifestaciones espontáneas como las que vemos en el pueblo de Israel en la ocasión que nos ocupa, y existen también los que piensan que todos los cultos tienen que estar cargados de emociones fuertes, gritos, risas y llanto. Tanto los unos como los otros causan mucho daño al pueblo de Dios. Creo que debemos hacer un balance entre estas dos maneras de adorar a Dios, y que es prudente, justo y bíblico permitir que el alma se exprese con sinceridad y espontaneidad dentro de un espíritu de conocimiento y orden. Un principio que no debemos olvidar a la hora de adorar a Dios nos lo proporciona Habacuc 2:20:¨ Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra¨.

Una vez que el templo estuvo ya terminado, después de reanudarse los trabajos durante el reinado de Darío, se efectuó una dedicación especial del nuevo templo y el culto fue reestablecido; y de esta manera, la vida religiosa del pueblo de Israel toma de nuevo forma. Es tiempo para pedir perdón, para reconciliarse con el Señor y emprender una nueva relación con él. Dios siempre estará dispuesto a perdonar al que se arrepiente, por eso dice: ¨al que a mí viene, no le echo fuera¨ (Juan 6:36).

III.- Restauración de la Vida Social y Política de Israel.

Esto nos habla de la devolución de su territorio y de la devolución de su vida social (costumbres y cultura), no así de la devolución de su gobierno. Ahora regresan a vivir como una nación en su propio suelo, aunque bajo la regencia del imperio reinante en el mundo en su momento, estamos hablando de los persas, de los griegos, y de los romanos. Pero este es un tiempo de reformas principalmente espirituales, porque el propósito de Dios al traerles de nuevo aquí, aún bajo dominio extranjero, es hacerles volver a él, y enseñarles nuevamente que la seguridad y estabilidad de ellos como pueblo debía estar centrada en su fe en Dios por encima de todo. Porque la nación de Israel está destinada a ser una nación diferente. El estar colocada en ese punto geográfico del planeta tiene un gran significado para los designios divinos relacionados con el planeta Tierra. Aunque la Biblia es un libro religioso, la geopolítica, así como cualquiera otra ciencia auxiliar de la antropología, no está lejos de su consideración. Esta era una nación santa en medio de un mundo pagano, y esto era algo que los israelitas todavía no habían asimilado, y por eso han sufrido un cautiverio y aún sufrirán muchas más calamidades hasta aprender a vivir al amparo de Dios.

Lo más importante del libro de Nehemías es mostrarnos como, en definitiva, el triunfo de la soberanía divina está garantizado a pesar de todos los inconvenientes.

Nehemías tuvo el encargo de reconstruir los muros de la ciudad. Había recibido del rey Artajerjes permiso para ir como gobernador a realizar esta encomiable tarea. La manera como comienza este libro, con una oración donde él desahoga toda su tristeza por la condición de su nación, nos habla de la gran estatura espiritual de este hombre: ¨ Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey¨ (Nehemías 1:11).

Estas son palabras de un hombre del calibre de Moisés, un hombre verdaderamente comprometido con el bienestar de su nación y decidido a buscar el rostro de Dios, dispuesto a humillarse y confesar sus pecados y los de su pueblo. El mundo precisa de muchos hombres y mujeres como Nehemías hoy. Hoy que las sociedades están sumergidas en una grave crisis económica, cuando se pone en evidencia la verdadera crisis, que es espiritual, existencial, el mundo precisa de hombres y mujeres de una fe firme en el Dios verdadero, en el Dios de la Biblia, que proclamen su nombre y clamen fervorosamente a él en busca de socorro.

Es en momentos como estos, cuando todo parece desvanecerse y no se vislumbra ninguna esperanza, cuando se pone de manifiesto nuestra convicción. Nehemías era un hombre convencido de su fe, él esperaba en Dios y esperaba una respuesta divina a su oración. El no hizo ninguna declaración, como se acostumbra modernamente en muchos círculos cristianos, a declarar cosas, con la premisa de que lo que uno dice tiene mucho poder, haciendo depender la fe de nuestras propias palabras y afirmaciones. Nehemías no se atrevió a tanto, como se atreven muchos hoy, pretendiendo ser los más espirituales, decretando cosas que son sólo competencia de la soberanía divina, Nehemías sólo oró, pidió con humildad a Dios, y obró conforme a su fe, hasta ver la reacción divina a las súplicas de su corazón. Y el Señor premió su fe.

Nehemías caminaba en la senda por donde Dios pasa, por eso sabía cuáles eran los perfectos planes de Dios para con su pueblo, planes que Dios mismo había revelado a sus siervos los profetas. Así que Nehemías sabe como orar conforme a la voluntad de Dios. Siempre que oremos, procuremos hacerlo dentro de lo que a Dios le agrada y lo que él nos ha mostrado en su Palabra.

Nehemías cumplió la tarea de dirigir la obra de reconstrucción de la muralla de la ciudad, pese a las oposiciones. El convirtió cada cosa mala en una oportunidad para demostrar su confianza en Dios y para enseñar a los judíos a ir delante de sus enemigos por medio de la oración. Nehemías era un hombre pragmático con un corazón lleno de fe. Difícilmente podrá ser doblegado un espíritu así.

Nehemías fijó su mirada en su objetivo, no perdió de vista su visión y se empeño en ello hasta lograrlo. Nada ni nadie lo pudo desviar de su propósito. Los creyentes deben ser personas firmes en su posición, que más que ser influenciados por el mundo, influencien al mundo con el mensaje del evangelio y con su carácter diferente.

Estamos llamados a ser la luz del mundo (Mateo 5:14). De la misma forma que Nehemías procuró construir los muros de la ciudad, también se preocupó por la restauración de la vida espiritual de Israel. De esta manera su labor estaba completa.
Esdras y Nehemías cumplieron con la parte que les fue comisionada por el Señor, hagamos nosotros la nuestra. Estimado amigo, responda al llamado de Jesucristo, pues él tiene una tarea para asignarle a usted también, pero primero tiene que entregarle su vida a él.

Sermón predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 22 de marzo de 2009.