Génesis
1: 1
¨En
el principio creó Dios los cielos y la tierra¨.
El Origen de todas las
cosas se describe en el libro de Génesis. El detalle de los comienzos de la
existencia tal como la conocemos, que se hace aquí, es materia de revelación.
Ninguna persona humana lo hubiera podido deducir por su propio intelecto. O sea,
que si Dios no lo hubiera dicho tal como se encuentra relatado en el Libro
Sagrado, de ninguna forma el hombre lo habría podido ni siquiera sospechar.
Ninguno de los intentos
del hombre por explicar el origen del mundo, de la vida y del universo ha podido
superar en ninguna forma la simple narrativa bíblica. Ninguna de estas
hipótesis o suposiciones tiene la certidumbre de las afirmaciones bíblicas. La
razón es obvia, en la Biblia, habla el autor de todas las cosas. Pero cuando
leemos los planteamientos o teorías de los hombres científicos, quienes hablan,
son ellos mismos parte de la creación. Ellos no estuvieron presentes en el
momento en que todo comenzó, pero Dios, el autor de la vida, naturalmente que
sabe de lo que está hablando.
Yo le invito a creer, a
tener fe para aceptar lo que Dios dice en su Palabra, esto traerá luz a su
mente y paz a su corazón y le encaminará por la senda que conduce a la vida
eterna.
Génesis viene de la
palabra griega Γένεσις, que significa nacimiento, creación, origen o principio.
Este es el libro que nos habla del principio de todas las cosas. Naturalmente
que este principio y esta creación no incluyen a Dios de ninguna manera, pues
Dios no tiene principio, ni tiene fin; más bien él es el principio y el fin de
todas las cosas, el Alfa y la Omega según nos lo dice la Biblia misma en
Apocalipsis 21:6.
Génesis nos habla del
origen del mundo, de su creación, nos dice que Dios hizo el mundo, el universo.
Nos habla de un orden en este proceso de creación que culmina con la creación
del hombre. Este hombre es hecho responsable de toda la creación de Dios, o sea
que el hombre es nombrado por Dios como mayordomo de toda la creación. Este
privilegio le es dado al hombre por cuanto él es, de todas las criaturas de
Dios, el único que fue hecho a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26, 27).
Dios puso todas las cosas en las manos del hombre (Salmos 8:5-8).
Génesis nos habla también
del origen del pecado en la vida del hombre (Génesis 3). De la manera como el
hombre desobedeció a su Creador. Desde entonces la relación tan estrecha que
había entre el hombre y Dios fue estropeada. Pero Dios tenía previsto un plan
para redimir al hombre y devolverlo a la armonía con su Creador. En Génesis
vemos como este pecado produjo una generación perversa que tuvo como
consecuencia el exterminio de toda una civilización durante los días de Noé, lo
que se conoce como el diluvio universal (Génesis 6-9).
Finalmente, Génesis nos
habla del origen de un pueblo. Un pueblo que se inicia con el llamado de un hombre,
Abraham, del cual saldría una familia, y de esta familia se formaría el pueblo
hebreo, los judíos, a quienes Dios elegiría desde entonces para que fueran la
luz de las naciones, un pueblo del que vendría el Mesías prometido, el Salvador
del mundo, Jesucristo.
Ahora quiero que veamos la
trascendencia de cada uno de estos orígenes.
I.
El Origen del Mundo. Génesis 1, 2.
Después de hurgar en las
culturas de la tierra, en las memorias de nuestros ancestros, sin ninguna
oportunidad de poder tener acceso a la revelación Bíblica tal como la tenemos
hoy, nos encontramos con la asombrosa similitud de los relatos creacionistas de
los aborígenes, con lo que nos dice la Biblia.
Para un postulante de las
diferentes teorías del origen del mundo, desde el punto de vista antropológico,
esto sería pura superstición, y es claro que para ellos la Biblia forma parte
de dicha superstición. El evolucionista rechaza el relato bíblico de plano, sin
tomarse la molestia de investigar, y se atreve a decir que sus conclusiones al
respecto son científicas, cuando a todas luces se ve su grave prejuicio.
Todas las teorías que
tratan de dar una explicación al origen de la vida, están llenas de grandes
vacíos, imposibles de llenar. Pero el científico hace un gran esfuerzo,
infructuoso por cierto, en tratar de hacer encajar cada pieza en su lugar,
tejiendo una serie de ¨historias¨ que se unen siempre con una famosa expresión:
¨apareció¨. Toda esta fraseología imprime a sus relatos una enorme nota de
fantasía.
En un sentido llano, al leer
el relato bíblico de la Creación del mundo y compararlo con las teorías
humanistas acerca del mismo tema, uno puede darse cuenta de quién es el que
está haciendo el cuento. O el autor de la Biblia estaba loco, creyendo que
estaba hablando de hechos reales, o era un genio de la literatura universal, y
es tan grande su ingenio, en el caso que sea un invento, que no ha podido ser
superado su cuento. Pero resulta, que los cuentos que se nos quieren vender
como ciencia, no se equiparan con la certidumbre con que la Biblia nos habla.
Todo esto tiene una simple razón: Lo que la Biblia nos dice es la Verdad, es
revelación, son las declaraciones del autor del mundo. Cuando leemos la Biblia
estamos teniendo acceso a la voz de Dios, el Creador de todas las cosas.
Dios hizo el mundo en seis
días. Yo no tengo problemas en aceptar esta afirmación, yo creo en Dios, y
según la concepción de un Dios Todopoderoso, que es tan elemental en la Biblia,
nada es imposible para Dios. En seis días de veinticuatro horas Dios hizo el
mundo. Hizo el mundo con toda su madurez, de tal modo que los hombres con su
ciencia pueden corroborar cuán completo es, al verificar antigüedad de millones
de años en un proceso que duró horas.
Lo que a nosotros nos
tomaría una inmensidad de tiempo, Dios lo puede hacer en un abrir y cerrar de
ojos. Una mujer tiene que esperar nueve meses para que su criatura se forme en
su vientre y luego pueda nacer y crecer para llegar a ser un adulto, pero Dios
hizo a Adán en horas, y con la edad de un hombre maduro, estimamos que con una
edad promedio de treinta años; lo hizo hombre cabal, hombre realizado, hombre
capaz de desarrollar una vida completa. De esta misma forma hizo las demás
cosas.
Y todas las cosas que Dios
hizo, fueron hechas por causa del hombre. Dios formó primero el hábitat donde
habría de colocar a su más insigne criatura. Todo lo que hay en la tierra,
desde los ríos, el mar, las plantas y los animales, todo esto lo hizo Dios para
favorecer a la corona de su creación: el hombre. Todo lo que hay en el
universo: el sol, la luna, las estrellas, todo ello tiene el fin de poner a
funcionar el mundo en el que el hombre ha de vivir. Todo el equilibrio de este
vasto universo tiene la finalidad de hacer a la tierra un lugar donde se pueda
vivir.
En ese mundo creado, y
sostenido por Dios el hombre fue colocado. En el principio ese mundo era
perfecto; y todo lo que había en él, incluyendo al hombre, no tenía ningún
defecto, así lo expresa la Biblia cuando dice: ¨Y vio Dios todo lo que había
hecho, y he aquí que era bueno en gran manera¨ (Génesis 1:31).
Cuando Dios entregó el
mundo en las manos del hombre, le señaló su oficio, le dio instrucciones y le
estableció límites, le puso condiciones para el cuidado y uso de las cosas
puestas debajo de sus pies (salmos 8: 6). Así que el hombre como un ser
inteligente, conocía sus atribuciones y sus limitaciones. De esta manera el
mundo tan maravilloso que Dios había creado ahora quedaba en manos del hombre,
un ser capaz, un ser digno de confianza.
Todos nosotros hemos sido
hechos al igual que Adán, a la imagen de Dios, tenemos la misma capacidad y la
misma responsabilidad delante de nuestro Creador. No importa de dónde seamos,
si tenemos cuerpo, alma y espíritu (1 Tesalonicenses 5: 23), entonces somos
seres humanos, diferentes de los animales, con una enorme distancia de
diferencia. Es a nosotros, y no las demás criaturas, a quienes Dios les ha dado
el privilegio de la mayordomía. Es a nosotros entonces a quienes se nos
demandará, somos nosotros los que un día nos tendremos que presentar ante Dios
para dar cuenta de cómo administramos nuestro tiempo, nuestras palabras,
nuestras oportunidades, y en definitiva nuestras vidas.
¿Usted cree que está listo
para presentarse ante su Creador para darle cuenta favorable de sus hechos? Si
no es así, le pido que siga nuestra plática, y sabrá cómo resolver ese
problema.
II.
El Origen del Pecado. Génesis 3-11.
En realidad tenemos que
hablar del origen del pecado en la raza humana, pues el pecado ya existía entre
los ángeles que se rebelaron contra Dios. El pecado se define en la Biblia como
¨infracción de la ley¨ (1 Juan 3:4). El pecado es rebelión, desobediencia.
El asunto es que Dios es
soberano, y toda criatura, por muy especial que haya sido hecha, estará siempre
sujeta a quien la hizo. No es que sea difícil estar sometido a Dios, pues ¨Dios
es amor¨ (1 Juan 4:8), y toda ley suya obedece a principios elementales que
benefician y traen felicidad a toda su creación, sino que tanto los ángeles
como los hombres, al ser seres inteligentes, tienen la facultad de decisión que
no tienen las demás criaturas, y esa facultad, el hombre y los ángeles caídos
la han usado de forma equivocada, en desmedro de la voluntad de Dios y en
desmedro del bienestar de ellos mismos.
Cuando Satanás tomó la
decisión de querer ser como Dios, y de pretender usurpar el trono celestial, se
colocó por encima de sus atribuciones, y pretendió atrevidamente cosas
imperdonables e imposibles (Isaías 14:14).
Cuando Eva fue abordada
por Satanás, ella era consciente de su debida lealtad para con Dios y también
era consciente de las consecuencias de cualquiera acto de desobediencia. Esas
consecuencias eran trascendentes. Ella era consciente que cualquiera decisión
que ella tomara ante las insinuaciones del enemigo, afectaría para siempre a
todos sus congéneres. Ella como la madre de toda la humanidad era responsable
de salvaguardar la integridad de la familia universal. No hay dudas de que
sobre sus hombros, al igual que sobre su marido Adán, Dios había colocado una
gran responsabilidad, pero ellos estaban en plena capacidad de enfrentar
cualquier intento del enemigo de desconocer la voluntad de Dios. Dios los hizo
perfectos, pero ellos se inventaron perversiones, producto de su capacidad e
inteligencia humanas (Eclesiastés 7:29). Debiendo ser sabios según Dios, se
hicieron sabios según sus propios razonamientos, que es lo mismo que ser necio
(Proverbios 3:7).
Los elementos de esta
historia de la caída del hombre en Génesis 3 tienen el propósito de enseñarnos
cómo el hombre desoyó la verdad de Dios y prestó oídos a las mentiras de
Satanás. Al hombre le parecieron más atractivos los engaños del enemigo que los
cuidados del Padre amoroso. Esta decisión fue fatal para Adán y Eva y también
para toda la humanidad, puesto que Dios había decretado cuál sería el destino
de los que desobedecen (Génesis 2:17). Fueron echados del huerto hermoso que
era su hogar, para vivir como errantes en la misma tierra que Dios hizo para
ellos. El mundo tan maravillosamente hecho por Dios para ellos se convertiría
en un lugar difícil por causa de su maldad, un mundo sujetado a maldición por
la maldad del hombre (Génesis 3:17). Como nos dice el apóstol Pablo: ¨la
creación fue sujetada a vanidad¨ (Romanos 8:20).
Adán y Eva vivieron en
carne propia las negativas consecuencias del pecado, probaron el sabor amargo
de la separación de su Creador, de las enfermedades, de la muerte. La maldición
del fratricidio entró en el seno de su hogar cuando Caín mató a su hermano Abel.
Y andando el tiempo, la raza humana se depravó de tal manera, que Dios, con el
dolor de su corazón, destruyó a toda aquella civilización materialista y atea
por medio del diluvio universal, salvando sólo a ocho personas, y protegiendo
en el arca a selectivas especies de animales y bestias para la continuidad de
la vida sobre la tierra (Génesis 6-8).
Y como si todo aquel
cataclismo no fuera suficiente lección para los descendientes de Noé, los
hombres se apartaron de nuevo de Dios, y fueron confundidos y esparcidos por el
mundo en lo que se ha denominado como la torre de Babel (Génesis 11).
¿Te das cuenta cómo
olvidamos tan rápidamente todo el cuidado amoroso de Dios y nos vamos tras
nuestras propias ambiciones? Todo esto para nuestro perjuicio. ¿Piensas que hay
una manera cómo podemos superar esta circunstancia en nuestra vida? Yo creo que
sí, Dios tiene una manera para restablecer nuestra relación con él y
devolvernos al paraíso, sólo él puede hacerlo, y te mostraré como lo ha hecho.
III.
El Origen del Pueblo de Dios. Génesis 12-50.
El origen de la nación de
Israel se remonta a los inicios de la vida misma, cuando el hombre pecó. En el
mismo escenario donde el hombre desobedeció a Dios, allí Dios estableció una
sentencia que marcó el destino de todo con una grande esperanza, la de un
Salvador: ¨Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar¨ (Génesis 3:15). En esto se muestra el amor de Dios, nos dice Jesús en Juan 3:16 en su
conversación con Nicodemo: En su firme propósito de darnos un Redentor. En
Génesis 3:15, al pronunciar la sentencia a ¨la serpiente antigua, que es el
diablo y Satanás¨, como se le llama a Satanás enApocalipsis 20:2, Dios estableció el modo de salvar a la
humanidad que ama tanto. Este versículo de Génesis 3:15 habla del fracaso de la
mujer, que fue la primera que pecó, al hacer caso a las insinuaciones de
nuestro enemigo, pero al mismo tiempo augura esperanza para la reivindicación
de Eva y de todas las mujeres, al hacer a una mujer, la virgen María, la
portadora del Emanuel, Dios con nosotros, la encarnación de Dios que habría de
asestar un golpe mortal al diablo con la muerte de Jesús en la cruz.
Para que ese niño apareciera un día en este mundo como el ¨Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno,
Príncipe de paz¨ de Isaías 9:6, Dios llamó
primeramente a un hombre. Un hombre que estaba muy ajeno a los designios de
Dios, perdido en sus delitos y pecados en su cultura de muerte, sin esperanza
alguna. Este hombre es Abraham, a quien Dios da instrucciones para salir de su
tierra y de su parentela y dirigirse a un lugar que él no sabía. A este hombre
le amaneció un día la luz, la verdad le fue revelada, hombre bienaventurado
este que halló gracia ante los ojos de Dios. Por su pura gracia Dios le eligió
y le marcó la senda que debía andar.
Y este hombre le creyó a
Dios y obedientemente aceptó todos los propósitos que Dios tenía para con él.
Dios busca corazones dispuestos a obedecerle y a seguir sus instrucciones. De
este hombre, después de muchos tropiezos en el camino, porque no fue fácil para
él serle fiel a Dios, como no será nunca fácil para nadie, en ninguna época,
vio los resultados favorables, conforme a lo que Dios le había señalado que
ocurriría con su familia. Su esposa Sara tuvo a Isaac después de ser estéril y
una anciana de ochenta años, ¨porque nada hay imposible para Dios¨, como le
dijo el ángel a María en la anunciación en Lucas 1:37).
En medio de grandes
enfrentamientos en un mundo hostil a la voluntad de Dios, rodeado de grande
maldad y perversión humanas, como lo muestra el episodio de Sodoma y Gomorra,
dos ciudades por las que abogó delante de Dios, pero ya sin esperanza para
ellos, y teniendo que enfrentarse a la gran prueba de fe a la que Dios le
sometió con su hijo Isaac, finalmente Abraham logró de Dios el Oscar de la fe,
pasó así al salón de la fama de los paladines de la fe, yendo a la cabeza como
padre de la fe (Hebreos 11). Pero sería su nieto Jacob, el que daría inicio a
la formación del pueblo de Dios.
Jacob, un hombre de malas
mañas, tuvo una experiencia con Dios, y fue transformado en un hombre conforme
al corazón de Dios. Hay esperanza para cualquier persona perdida que se
arrepienta.
El nombre de Jacob, que
significa ¨engañador¨, en su lucha con el ángel en Peniel, le fue cambiado por
Israel, que significa ¨el que lucha con Dios¨ (Génesis 32: 28). Su atormentado
pasado fue dejado atrás el día que se arrepintió, y hasta pudo hacer las paces
con su hermano Esaú a quien, en contubernio con su madre Rebeca, había
usurpado.
La historia del Génesis
nos cuenta como Jacob llegó a tener doce hijos. De estos hijos se destaca la
vida de José, el undécimo o penúltimo de los hijos de Jacob, hijo de su esposa
Raquel, a la que él amaba. Toda la tragedia y bendición de esta familia gira en
torno a este personaje místico y sobresaliente, cuya biografía es uno de los
más notables clásicos de siempre.
José llegó a ser tan
grande por la providencia de Dios, que llegó a ocupar el cargo de gobernador de
Egipto, el imperio que dominaba el mundo en su tiempo. Dios transformó todas
las desgracias de José en una bendición para su familia. El mismo afirma que el
mal que sus hermanos le hicieron, Dios lo transformó en bien para salvar a
mucho pueblo (Génesis 50:20). Así es cuando nuestras vidas están en las manos
de Dios: ¨Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados." (Romanos
8:28).
Dios premió la integridad
de José al permitirle convertirse en el protector de su familia y el impulsor
de una nación que jugaría un papel decisivo en los designios de Dios. Fue en
Egipto que esta familia se multiplicó en tan grande número que llegó a
constituirse en un pueblo. De este pueblo nacería el Mesías, el Salvador del
mundo. Es bueno decir aquí que José siempre ha sido considerado como un tipo de
Cristo. El fue vendido por sus hermanos por veinte piezas de plata, Jesús fue
vendido por uno de sus discípulos por treinta piezas de plata.
Aquí tenemos pues, el
origen de un pueblo que tendría un destino asombroso en el escenario del mundo,
colocado en el centro mismo del mapamundi, en medio de convulsiones políticas a
través de las edades; esta nación es un signo de Dios para mostrar su poder y su
grandeza.
Cuando vemos los comienzos
de todas las cosas, tal y como se describen en el Génesis, nos damos cuenta que
la historia sigue un curso lineal, que llevará al hombre necesariamente a una
confrontación con su Creador. A pesar de la fuerza de lo fatal y lo fortuito,
Dios hace que finalmente se cumplan sus propósitos y sus planes. Esto nos da la
certeza de que el mundo no es resultado del azar, sino que está bajo el control
de su Creador. Dios no sólo ha creado el mundo, sino que también lo sustenta.
Muy a pesar de las
barbaridades a las que los seres humanos hemos sometido el Planeta, Dios dirige
los acontecimientos hacia la meta que él ha trazado.
En el inicio de un nuevo año,
y viendo el panorama del mundo que no es muy halagador, lo mejor que podemos
hacer es encomendarnos al Creador, y apropiarnos de la salvación que nos ofrece
en Cristo, antes que llegue el día en que nos tengamos que presentar ante él
para dar cuenta.
Leandro González
Mensaje predicado en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 4 de enero de 2009.
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