domingo, 29 de marzo de 2009

PERSEVERANCIA EN MEDIO DE LA PRUEBA

Job

Con el libro de Job entramos en una brecha en nuestro recorrido por toda la Biblia entre la historia, la novela y la poesía. Como ustedes saben la Biblia es un conjunto de libros, una pequeña biblioteca de los clásicos de Dios. De los libros de la ley pasamos a los libros históricos, y ahora vamos entrando por los pasillos de la historia a nuevos géneros literarios amenos y atractivos: La novela y la poesía.

Al decir que en Job estamos entre la historia, la novela y la poesía, queremos significar, además, que esta es una historia real, con personajes reales, circunstancias reales y lugares reales, pero contada en un estilo literario novedoso hasta este momento; aunque tanto los libros de la ley como los libros históricos, que hasta ahora hemos visto, están salpicados de poesía. Pero esta no es una novela ficticia, no es una poesía romántica, no es una prosa inventada, aunque tenga su gracia como recurso literario y esté adornada con delicados matices artísticos.

Para que tengamos una idea más clara con ejemplos contemporáneos, esta no es una obra al estilo Dan Brown, el cual falsea la realidad y la distorsiona a su antojo, sino más bien al estilo Gabriel García Márquez, donde el autor se inspira en hechos reales, aunque cambie el nombre a los personajes y algunos lugares. En la historia de Job, sin embargo parece que los personajes y los lugares son más bien reales, y esto hace al relato de Job una pieza literaria digna de todo crédito y crucial en el tema que trata.

Santiago habló de Job como un personaje real cuando afirmó: ¨ He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo¨ (Santiago 5:1). En Ezequiel 14: 14-20, se le compara con personajes reales de la Biblia como Noé y Daniel. Job existió en los tiempos patriarcales, cuando la comprensión de la fe se encontraba aún en su estado primitivo. Recordemos que la Biblia nos va llevando por una autopista virtual hasta llegar al clímax de la revelación, el cual es Jesucristo mismo (Hebreos 1:1-3).

Vemos que Job manifiesta fe en el Dios Todopoderoso al estilo de Abraham. Viene de una cultura ajena al pueblo de Israel, aunque en los amigos que le visitan en su angustia podemos encontrar parentescos familiares con los orígenes del pueblo hebreo, como es el caso de Elifaz, quien era descendiente de Esaú, hermano gemelo de Jacob (Génesis 36:4, 11). Así que una vez más encontramos en la Biblia que los propósitos de salvación de Dios se extienden al mundo entero, no se circunscriben al pueblo de Israel. Dios está interesado en salvar al mundo, por eso envió a Jesucristo, para dar su vida por todos (Juan 3:16).

Job parece un sacerdote antiguo. En el relato lo vemos intercediendo ante Dios por la vida espiritual de sus hijos, y además es descrito como un hombre con mucho poder político, económico y social, y como una persona sumamente próspera. Pero al mismo tiempo en la descripción que se hace de él se destaca su carácter de integridad: ¨Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal¨ (Job 1:1). De este hombre vamos a hablar, específicamente de su grande prueba de fe.

I.- Origen y Naturaleza de la Prueba.

Nosotros aquí en la tierra somos ajenos a muchas cosas que pasan en el cielo, en el mundo de lo invisible, de lo espiritual, sin duda que eso es verdad. En el libro de Job encontramos una gran similitud con lo que nos describe el apóstol Pablo en Efesios 6, relacionado con ese mundo espiritual que no podemos percibir con nuestra intuición natural. Fuerzas oscuras se mueven en regiones espirituales con intenciones malignas en contra de los que desean vivir una vida recta para Dios. El libro de Job es una muestra viva para hacer conscientes a los creyentes de esta realidad.

Dios conoce cosas de nuestras vidas que ni siquiera nosotros mismos conocemos. El tiene control de todas nuestras circunstancias, aún cuando veamos que aparentemente eso no es así. Con respecto a lo que nos relata el libro de Job y la visita de Satanás en la que Dios tiene la oportunidad de cuestionarle, creo que el autor de este libro está usando un recurso propio del estilo literario de la novela. Está recreándonos una escena para mostrarnos la participación de nuestro enemigo en los hechos reales de nuestra vida. Cómo muchas de las cosas que nos pasan en la tierra tienen su origen en decisiones que se toman en el mundo de lo espiritual, mundo que sólo Dios conoce y controla de forma cabal.

Hablando de la prueba de Job, quisiera que veamos que cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar, en el Padrenuestro, que es la oración modelo, él dijo: ¨Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal¨ (Mateo 6:13). Esta expresión no significa que Dios nos tiente, pues Santiago explica esto muy bien, que Dios no tienta a nadie: ¨Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido¨ (Santiago 1:13,14).

Santiago nos enseña que Dios tiene el control del tipo de prueba al que seremos sometidos, o sea que Satanás no opera a su antojo. Dios no permitirá que seamos tentados más allá del límite de nuestras fortalezas, eso es lo aprendemos en I Corintios 10:13: ¨No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar¨.

Job no se esperaba esta prueba, él mismo manifiesta estar sorprendido de lo inexplicable que le resultaba lo que le estaba pasando. Es la historia de nuestras vidas, estamos esperando siempre que nos sucedan cosas buenas, aunque tengamos temores de que cosas malas nos pueden suceder. Pero nunca estamos lo suficientemente preparados para cuando llega la hora de la verdad. Es en el proceso de la prueba que vamos siendo concienciados acerca de los misterios que rodean nuestra vida.

Aunque Job no estaba preparado para lo que le aconteció, pero sí podemos decir que él da muestras de una certidumbre de fe única. Esa es la clase de reciedumbre que Dios espera de los que se dicen ser sus hijos. Es muy fácil ser fiel a Dios cuando todo va bien. No sé que van a argumentar los defensores de la teología de la prosperidad, frente a las calamidades de Job, y frente a la crisis mundial que hoy abate al mundo en lo económico, social y político, situación de la que los creyentes no somos ajenos, ni mucho menos podemos abstraernos, aunque queramos.

Job fue quebrantado de forma sorpresiva, precisamente en aquellas cosas que más temía. Seremos lesionados de manera significativa en aquellas cosas que más nos duelen, y el enemigo de nuestras vidas conoce nuestro lado débil, pues él tiene suficiente tiempo para analizarnos y conocer nuestras flaquezas: ¨Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo¨(I Pedro 5: 8, 9).

Pero lo bueno de todo esto es que aunque Satanás conozca al hombre en sentido general y natural, él desconoce razones que la razón no conoce, y es la invencible fuerza de los que esperan con firmeza en Dios, y Dios es invencible. Por eso Satanás siempre ha de quedar ridiculizado, no importa la magnitud de la saña con la que se proponga hacernos desviar de la fe en Dios. La razón de esta garantía está en los límites que Dios establece cuando permite que Satanás pruebe a Job: ¨Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida¨ (Job 2: 6).

Job fue atacado con pruebas externas, y también fue confrontado en carne propia. Fue arruinado económica y familiarmente, sus riquezas y sus hijos le fueron quitados, y ahora le abate una grave, mortal y desesperante enfermedad.

Y como si todo esto fuera poco, su esposa le aguijonea con fuertes palabras de amargura: ¨Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete (Job 2:9). Aún en su condición, tiene él palabras de amonestación para su amada esposa, a la que trata de corregir en su agónica propuesta. Esta es una demostración previa de lo que ha de ser su postura en todo el libro: ¨He aquí, aunque él me matare, en él esperaré¨ (Job 13:15). Esta es la esencia de la fe verdadera: creer en Dios por lo que él es, no por lo que hace. Esta es la fe del creyente que persevera hasta el fin, como dice el apóstol Pablo en 2 Timoteo 1: 12: ¨Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día¨.

¿Dónde, en qué lugar encajan en todo esto, aquellos que piensan de la vida cristiana como una preñada de prosperidad, salud y bienestar? Piensan que argumentando positivismo van a conseguir más adeptos para el evangelio, pero el evangelio es mucho más que una filosofía, es un confrontamiento violento con la realidad del pecado en la vida de la humanidad y un llamado radical a romper con los patrones o moldes del mundo que vive de espaldas a Dios. Para esto se necesita el carácter de Job, su perseverancia en medio de la prueba, no importa que la vida esté rodeada de prosperidad material y salud, o que nos consuma la miseria y la enfermedad.

La Biblia nos dice que ¨el que persevere hasta el fin, este será salvo¨: ¨Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo¨ (Mateo 10:22).

Hasta este momento en la narrativa de esta historia hemos visto el prólogo o presentación en prosa de lo que será la obra más extensa en versos, a partir del capítulo tres. Nos hemos topado con todos los personajes que intervienen en el drama, aunque Satanás no será mencionado ya más, pues ha quedado establecido que no podrá destruir la integridad de Job, y el autor ha dejado claro que el diablo no tiene ya nada que buscar, habiendo agotado todos sus recursos, sin lograr su propósito.
Dios espera que en la vida nuestra sea así también, que el enemigo se dé cuenta que no tiene nada qué buscar en nuestras vidas. Si hacemos caso al mandamiento de nuestro Señor Jesucristo, es seguro que podremos salir airosos de cualquiera pruebe, no importa su naturaleza: ¨Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil ¨ (Mateo 26:41).

II.- Reacción de Job Ante la Prueba.

Ahora nos concentraremos en el plano puramente humano. Porque aunque es verdad que hay fuerzas invisibles que operan en las regiones espirituales, no menos cierto es que acá abajo, en nuestra dimensión, tenemos nuestros problemas, propios de nuestra naturaleza. Tenemos limitaciones en muchos aspectos; y la vida misma y nuestra idiosincracia, va creando una cosmovisión que determinará en mucho nuestro comportamiento. La manera como creemos determina la manera como reaccionamos o interpretamos lo que nos ocurre.

Los amigos de Job, Elifaz, Bildad y Zofar, llegaron con buenas intenciones de dar consuelo en medio del dolor que éste experimentaba, y al principio lo hicieron muy bien, pues guardaron silencio y se unieron a su pena. Cumplieron el mandato bíblico de solidarizarnos con los que padecen algún tipo de calamidad: ¨llorad con los que lloran¨ (Romanos 12:15). Pero una vez que Job externó sus quejas producto de su dolor, una reacción normal en una situación como esa, sus amigos empezaron a filosofar. Es muy fácil desde la perspectiva de los amigos de Job, juzgarle; pero no era fácil ponerse en su lugar.

Job está desesperado. En una situación que a otro mortal lo llevaría a cometer suicidio, él se mantuvo, aunque se quejara, esperando en la misericordia de Dios. Esta es la postura que Dios espera de sus hijos, de los que tienen una esperanza por encima de las expectativas que tiene el común de los seres humanos. Job representa una clase de persona que tiene una convicción tan firme en Dios, al punto que su primera y última esperanza es Dios. Su vida se centra en Dios.

Job manifiesta tres deseos respecto de su vida, según nos lo registra Andrés Glaze en Comentario Bíblico Mundo Hispano: a) el deseo de nunca haber nacido; b) el deseo de haber muerto al nacer; y c) el deseo de morir. ¿Acaso no ha sentido usted en algún momento de su vida que es mejor estar muerto que vivo? Si usted no ha tenido este tipo de reflexión, le felicito, pero esté preparado, porque si vive mucho, estoy seguro que lo tendrá en algún momento. El libro de Job nos ha sido dado para que nos demos cuenta que, cuando esos pensamientos de derrota lleguen a nosotros, como creyentes en el Dios Todopoderoso, podemos estar por encima de cualquier sentimiento de autodestrucción.

Job no parece decidido a quitarse la vida, sino que él desea que Dios se la quite, y esto es una cosa muy diferente. El sabía que el dueño de la vida es Dios, y sólo él tiene derecho de quitarla: ¨y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. (Job 1: 21). De ninguna manera podemos estar de acuerdo con el suicidio, ni con la eutanasia. Pero roguemos siempre a Dios por aquellos que sufren grandes dolores, producto de enfermedades incurables, y por aquellos que pasan por grandes conflictos mentales en medio de graves ansiedades y depresiones. Esa es nuestra tarea frente al dolor y la angustia humanos.

Los amigos de Job habrían sido más elocuentes si se hubieran quedado callados. El mejor aporte que le podemos hacer a una persona que pasa por situaciones similares a las de Job, es nuestra compañía y nuestro abrazo solidario. Los amigos de Job trataron de buscar una justificación a la calamidad de Job, en su conducta. Pero ha quedado descartada esta posibilidad desde el principio del libro cuando se afirma el carácter recto de Job. Por eso decimos que la vida recta delante de Dios no garantiza la prosperidad material; y la pobreza y/o la calamidad no son producto necesariamente de haber cometido algún pecado. Tanto puede ser próspero materialmente el impío como el creyente.

Precisamente frente a esta disyuntiva es que el escritor del salmo 73 confiesa su incapacidad, en principio, de comprender porqué personas malas prosperan y personas buenas pasan necesidad: ¨En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos porque tuve envidia de los arrogantes, viendo la prosperidad de los impíos¨ (Salmos 73: 2, 3). Pero él mismo llega a convencerse de su equivocada percepción, cuando afirma: ¨Cuando pensé para saber esto, fue duro trabajo para mí, hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer¨ (Salmos 73: 16.18).

La cuestión más importante aquí es la actitud que tenemos, ya sea ante la vida de prosperidad o la vida de estrecheces económicas. La esperanza de Job, pese a ser muy próspero, no estaba puesta en las riquezas materiales, como sucede con las personas impías adineradas, que el dinero se convierte en su dios. En el otro sentido, el haber sido puesto en situación de tanta calamidad, no le era excusa a Job para renegar de Dios.

Aunque Job estaba en su derecho de sentirse desgraciado y creerse abandonado, pero fíjese que la Biblia dice una expresión que se repite: ¨En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno¨ (Job 1: 22; 2: 10). Job se quejó hasta que no pudo más. Es mejor quejarse delante del Señor y abrir nuestro corazón delante de él, porque esto es saludable para el corazón y la Biblia nos dice que él puede compadecerse de nuestras debilidades: ¨Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados¨ (Hebreos 2: 17,18).

Pero aún en todas sus quejas delante de Dios, Job reconocía la imposibilidad de disputar delante de Dios: ¡Ojalá pudiese disputar el hombre con Dios, como con su prójimo! (Job 16:21). De todos modos, cuando tengamos algún problema, vayamos mejor delante de Dios con nuestras quejas.

III.- La Respuesta de Dios Ante la Prueba.

Muy a pesar de que a veces da la impresión que el mundo va sin control y sin sentido en una carrera sin propósito alguno, en verdad la historia se ha encargado de corroborar que al final el bien siempre triunfa sobre el mal. Desde el más sofisticado sistema planetario, hasta la más insignificante criatura de la creación, está bajo el cuidado y control del Dios Todopoderoso. Y es mejor ser consciente de esta verdad que no serlo.

Los que han tratado de renegar de Dios porque no han encontrado respuestas satisfactorias a sus dilemas, o han tenido que humillarse al final arrepentidos delante de él, sucumbiendo ante la pesada carga de evidencias de su existencia, o por el lado contrario y pesimista, han desperdiciado toda su vida tratando de demostrar algo que no puede ser demostrado, tratando de negar algo que es imposible de negar, y se han privado de la comunión con su Creador; y paradójicamente se han convertido en enemigos de alguien que ellos dicen que no existe.

Job se queja delante de Dios porque sabe que él existe, porque sabe que lo hay, de otro modo no estaría ni siquiera el nombre de Job en la Biblia (Hebreos 11: 6). El hecho de que Job trate de discutir con Dios, es un indicio más que suficiente de que él sabía de la existencia de Dios. Ojalá el problema del mundo fuera que cuestionara a Dios para conocer de las cosas que le son ocultas, y no como ocurre con frecuencia, que el hombre cuestiona acerca de la existencia de su propio Creador, haciéndose así más bruto que los mismos animales, que siendo animales, reconocen a su amo: ¨El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento¨ (Isaías 1:3).

El papel de Eliú en la obra de Job es definido como uno que da respuestas a las preguntas de Job en medio de su desesperado cuestionamiento y hace una apología magistral en interés de explicar asuntos relacionados con la integridad de Dios. Pero en definitiva, y aunque no existieran teólogos como Eliú, Dios ha de revelarse al corazón del hombre, porque Dios conoce al hombre y por ende conoce a Job.

Además, en definitiva, Dios ya sabía lo que tenía reservado para Job mucho antes de que se terminara la novela. Eso es lo bueno, que la vida de cada uno de nosotros, para Dios es como una novela que ya él leyó. El sabe lo que hay al final, como en mitad del libro y puede andar entre las páginas a su antojo. A Dios nadie le puede decir nada que ya él no sepa.

Ahora Dios responde y todo el mundo tiene que callar:: ¨¿Quién es ése que oscurece el consejo Con palabras sin sabiduría? Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me contestarás¨ (Job 38: 2, 3). A partir de aquí hay una serie de preguntas de Dios que no son respondidas y que quedan como una tarea para que cada uno de nosotros busque la respuesta. Estas preguntas están relacionadas con los grandes misterios de la vida.

Pero lo más gratificante de la historia de Job es como termina: ¨Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job¨ (Job 42: 10). Ya lo dijo el Señor Jesús: ¨De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna¨ (Lucas 18:29, 30). Lo que más vale es esperar en Dios y por eso Job fue premiado.

Sermón predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana en marzo 29 de 2009.