martes, 24 de marzo de 2009

ENTRE EL CAUTIVERIO Y LA RESTAURACION

Esdras y Nehemías

Ya hemos visto como la nación de Israel perdió su soberanía al ser llevada cautiva en su totalidad. Hemos visto que esta condición del pueblo de Dios fue el resultado de su desobediencia al obrar en contra de los principios establecidos por Jehová, quien es el verdadero rey de Israel. También pudimos percatarnos que este cautiverio fue dirigido por Dios como una forma de castigo disciplinario para el pueblo al que él le tiene misericordia, o sea que ese cautiverio estaba planeado por Dios, y que tenía un límite.

Dios no ha abandonado a su pueblo del todo, sino que lo está preparando para algo mucho más grande y glorioso, la inminente e imprescindible aparición del Mesías, que nacería del seno de esta nación. Esto es algo que tenemos que tener pendiente siempre que estudiemos cualquier libro en el Antiguo Testamento.

Así que Dios ya tenía prevista la restauración de la vida nacional de Israel. No podemos decir que Dios les devolverá su total soberanía, pues nos parece que Dios tiene aun previsto para la nación experiencias disciplinarias que se tomarán más tiempo de lo que humanamente pensamos. Pero la verdad de que Dios no ha abandonado a su pueblo al someterlo al cautiverio, es tan evidente, que la Biblia nos habla con suma claridad acerca de este tema para no dejarnos duda alguna, pues Dios no deja nada al azar, sino que todo obedece a un plan. Cuando estudiemos los libros de los Profetas, tanto los mayores como los menores, nos daremos cuenta de muchos detalles en este sentido, porque tendremos que repasar estas historias de los reyes que ya hemos visto, así que esta será además una manera de afianzar los conocimientos respecto de lo que ya hemos estudiado.

Aunque en realidad hemos ido extrayendo, y lo seguiremos haciendo, pasajes bíblicos paralelos que respaldan el estudio de un libro de la Biblia, o que complementan su explicación. Por ejemplo, con respecto a los propósitos de Dios para con el pueblo de Israel y su restauración del cautiverio, ya el profeta Isaías había profetizado el nombre del rey que sería el responsable de dar la orden para el regreso de los judíos a su tierra.

Estamos hablando del rey persa Ciro, que es mencionado por el profeta Isaías unos doscientos años antes de que ocurrieran estos hechos que están narrados en los libros de Esdras y Nehemías, libros en los que nos ocuparemos en este momento. Podemos leer esta profecía en Isaías 44: 8; 45: 1, 13 y su cumplimiento lo encontramos por primera vez en 2 Crónicas 36:22, 23; luego, este último pasaje de 2 Crónicas, se repite en los primeros versículos de Esdras; lo cual puede significar que tanto los libros de Crónicas como el de Esdras, son de la autoría de una misma persona.

Hablamos de este período de Esdras y Nehemías como un período entre la cautividad y la restauración por el hecho de que los preparativos para la restauración se iniciaron durante el cautiverio.

Los libros de Esdras y Nehemías tratan de la reconstrucción del templo de Jerusalén y de los muros de la ciudad, de la restauración de la vida religiosa de la nación, y de la restauración de la vida social y política. O sea, una reconstrucción en tres dimensiones: Física, espiritual y sociopolítica. En estas tres dimensiones veremos la restauración de la nación.

I.- Restauración del Templo y de la Ciudad de Jerusalén.

Esta restauración física nace de una preocupación profunda en el corazón de los cautivos que son conscientes de los propósitos de Dios para con su nación. Los protagonistas de esta obra de restauración no ignoraban las profecías, sino que actuaron en consecuencia de las mismas. Ellos sabían que Dios tenía mejores planes para con la nación de Israel y para ellos como parte de su pueblo en el mundo.

Así que, producto de un decreto del rey persa Ciro, un remanente del pueblo cautivo regresa a Israel para reconstruir el templo que estaba arruinado y para restaurar la ciudad que estaba destruida. El primer grupo de colonos que fueron asentados en territorio israelita después del cautiverio, fueron dirigidos por Zorobabel, quien fungía como líder político, y Jesúa o Josué como sumo sacerdote era el líder religioso. Estos designaron los trabajos de reconstrucción del templo, y lo primero que hicieron fue construir el altar.

Naturalmente que muchos de los recursos para esta obra, que no eran suficientes, fueron proporcionados producto de un decreto del rey Ciro: ¨Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual está en Jerusalén¨ (Esdras 1:4). Este rey tuvo el privilegio de conocer las profecías de Isaías con respecto a su designación departe de Dios para llevar a cabo la obra de restauración del templo y de la ciudad de Jerusalén. No hay duda, que esto ha de haber causado un gran impacto en su vida, por el interés que se aprecia en él de realizar esta obra.

Sea porque estaba convencido de ello o por conveniencia política, este rey creía que era un elegido de Dios, o por lo menos así lo decía: ¨Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judᨠ(Esdras 1:2). Y en verdad que lo era. Dios se vale de las circunstancias y de las personas que él quiera para cumplir sus planes, y lo mejor que podemos hacer los seres humanos es hacer lo que Dios demanda de nosotros. Me parece que este rey ha de haber sido muy bendecido por Dios por someterse a su voluntad.

Pero los eternos enemigos de Israel, los habitantes no judíos de la tierra prometida, se opusieron a las obras de reconstrucción que se estaba realizando, y fueron tan insistentes en su empeño de detener la obra, que esperaron hasta el reinado de Artajerjes para conseguir lo que se propusieron. Satanás siempre se opondrá a que se levanten altares al Dios verdadero, él no tiene objeciones respecto de los lugares altos de idolatría, más bien él es propiciador de estos sitios, pero estará siempre en contra de los planes de rendir culto al Dios verdadero.

Los hijos de Dios no debemos ignorar las estratagemas del diablo, cosa que está presente en todos los tiempos, pues su actividad no cesa. El apóstol Pablo habla de cómo Satanás le estorbaba en su labor misionera (I Tesalonicenses 2:18). Cada vez que nos proponemos hacer algo para el Señor, debemos estar preparados para enfrentar los impedimentos que el enemigo pondrá. Pero no debemos intimidarnos por las amenazas, vengan de donde vengan, pues el poder de Dios es siempre superior a cualquier obstáculo, la Palabra de Dios nos manda a resistir, hasta que el diablo tenga que huir (Santiago 4:7).

Aunque la obra de reconstrucción fue detenida por un período de más o menos veinte años, y este fue sin duda un tiempo de gran desaliento y frustración, por la parálisis que provocó el miedo que se apoderó de los que había venido de la cautividad, el impulso dado por la palabra profética de Hageo y Zacarías, hizo que los trabajos de reconstrucción fueran reiniciados, hecho que ocurrió durante el reinado de Darío.

Aunque hubo de nuevo intentos por detener esta magnífica obra, Darío enérgicamente dio instrucciones para que se terminara esta obra, pues él tenía planes particulares de que se orara por él y por sus hijos al Dios del cielo desde ese templo: ¨Dejad que se haga la obra de esa casa de Dios; que el gobernador de los judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar. Y por mí es dada orden de lo que habéis de hacer con esos ancianos de los judíos, para reedificar esa casa de Dios; que de la hacienda del rey, que tiene del tributo del otro lado del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos, para que no cese la obra. Y lo que fuere necesario, becerros, carneros y corderos para holocaustos al Dios del cielo, trigo, sal, vino y aceite, conforme a lo que dijeren los sacerdotes que están en Jerusalén, les sea dado día por día sin obstáculo alguno, para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del cielo, y oren por la vida del rey y por sus hijos. También por mí es dada orden, que cualquiera que altere este decreto, se le arranque un madero de su casa, y alzado, sea colgado en él, y su casa sea hecha muladar por esto. Y el Dios que hizo habitar allí su nombre, destruya a todo rey y pueblo que pusiere su mano para cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Yo Darío he dado el decreto; sea cumplido prontamente¨ (Esdras 6:7-12).

Como vemos, ahora sí que será posible terminar la obra de reconstrucción del templo y de la ciudad, pues el rey Darío ha proporcionado los recursos para que esto se pueda realizar. Este templo tenía que estar levantado para cuando Jesús apareciera en el escenario humano, pues muchas de las profecías respecto de él se cumplirían estando en vigencia los oficios sacerdotales que se llevaban a cabo en el mismo. De la misma forma, antes que Jesucristo venga por segunda y definitiva vez, el templo de Jerusalén debe estar reconstruido. Tengo entendido que ya se tienen todos los materiales reservados para la realización de esa obra, y que sólo se espera que el tiempo sea favorable para que esto se efectúe, pero sin duda que así ocurrirá, y será una señal más de la venida inminente del Señor.

El templo se pudo terminar y obviamente se reanudaron los oficios religiosos en el mismo tal como se hacía antiguamente. Me imagino la majestuosidad de este templo, solamente al pensar que tenía 27 metros de alto, uno puede hacerse una idea de lo imponente que era aquello. He tenido la oportunidad de visitar Holyland, muy cerca de Orlando, Florida y ver una réplica del templo de Salomón, solamente la réplica causa un gran impacto a quien lo observa, ¡qué sería para los más ancianos que habían regresado del cautiverio, al recordar los días de gloria de la casa de Dios!

II.- Restauración de la Vida religiosa de Israel.

Esto nos habla de su restauración espiritual y moral, de la restauración del culto y de la adoración en el nuevo templo. Y esto es lo primero que Dios hace, primero tiene que ser levantada la moral espiritual, tiene que ser dignificado el nombre de Jehová en el corazón de la nación, tiene que haber un despertar en la fe del pueblo judío y un nuevo celo por el Dios Verdadero. La reedificación del templo físico tiene que ser el resultado de una reconstrucción espiritual en el corazón de la nación, una mirada al interior de sus conciencias respecto de su relación con Dios.

En la adoración de los sacerdotes, el día que se empezó la reconstrucción del templo, hubo una manifestación de alabanzas a Dios que se puede definir como un acto singular: ¨muchos de los sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos¨ (Esdras 3:12,13). Había una motivación especial para esta forma de culto, donde se mezclaron los sentimientos de añoranzas y melancolía de los más viejos que no paraban de llorar, con el júbilo y la risa de los más jóvenes que estaban llenos de esperanza. Esto no fue un acto manipulado, sino una manifestación producida por la espontaneidad de los presentes. Este no era un acto común, cotidiano, era un momento de gloria que no se repite, que es único en la vida de cualquier iglesia. Lamentablemente, muchos de los cultos a Dios que vemos hoy, no dejan ningún espacio a la manifestación verdadera del Espíritu Santo, porque los encargados de dirigirlos y de guiar al pueblo de Dios en la adoración, han establecido un patrón de conducta, si se quiere cultural, en uno y en otro extremo. Están los que no permiten ciertas manifestaciones espontáneas como las que vemos en el pueblo de Israel en la ocasión que nos ocupa, y existen también los que piensan que todos los cultos tienen que estar cargados de emociones fuertes, gritos, risas y llanto. Tanto los unos como los otros causan mucho daño al pueblo de Dios. Creo que debemos hacer un balance entre estas dos maneras de adorar a Dios, y que es prudente, justo y bíblico permitir que el alma se exprese con sinceridad y espontaneidad dentro de un espíritu de conocimiento y orden. Un principio que no debemos olvidar a la hora de adorar a Dios nos lo proporciona Habacuc 2:20:¨ Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra¨.

Una vez que el templo estuvo ya terminado, después de reanudarse los trabajos durante el reinado de Darío, se efectuó una dedicación especial del nuevo templo y el culto fue reestablecido; y de esta manera, la vida religiosa del pueblo de Israel toma de nuevo forma. Es tiempo para pedir perdón, para reconciliarse con el Señor y emprender una nueva relación con él. Dios siempre estará dispuesto a perdonar al que se arrepiente, por eso dice: ¨al que a mí viene, no le echo fuera¨ (Juan 6:36).

III.- Restauración de la Vida Social y Política de Israel.

Esto nos habla de la devolución de su territorio y de la devolución de su vida social (costumbres y cultura), no así de la devolución de su gobierno. Ahora regresan a vivir como una nación en su propio suelo, aunque bajo la regencia del imperio reinante en el mundo en su momento, estamos hablando de los persas, de los griegos, y de los romanos. Pero este es un tiempo de reformas principalmente espirituales, porque el propósito de Dios al traerles de nuevo aquí, aún bajo dominio extranjero, es hacerles volver a él, y enseñarles nuevamente que la seguridad y estabilidad de ellos como pueblo debía estar centrada en su fe en Dios por encima de todo. Porque la nación de Israel está destinada a ser una nación diferente. El estar colocada en ese punto geográfico del planeta tiene un gran significado para los designios divinos relacionados con el planeta Tierra. Aunque la Biblia es un libro religioso, la geopolítica, así como cualquiera otra ciencia auxiliar de la antropología, no está lejos de su consideración. Esta era una nación santa en medio de un mundo pagano, y esto era algo que los israelitas todavía no habían asimilado, y por eso han sufrido un cautiverio y aún sufrirán muchas más calamidades hasta aprender a vivir al amparo de Dios.

Lo más importante del libro de Nehemías es mostrarnos como, en definitiva, el triunfo de la soberanía divina está garantizado a pesar de todos los inconvenientes.

Nehemías tuvo el encargo de reconstruir los muros de la ciudad. Había recibido del rey Artajerjes permiso para ir como gobernador a realizar esta encomiable tarea. La manera como comienza este libro, con una oración donde él desahoga toda su tristeza por la condición de su nación, nos habla de la gran estatura espiritual de este hombre: ¨ Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey¨ (Nehemías 1:11).

Estas son palabras de un hombre del calibre de Moisés, un hombre verdaderamente comprometido con el bienestar de su nación y decidido a buscar el rostro de Dios, dispuesto a humillarse y confesar sus pecados y los de su pueblo. El mundo precisa de muchos hombres y mujeres como Nehemías hoy. Hoy que las sociedades están sumergidas en una grave crisis económica, cuando se pone en evidencia la verdadera crisis, que es espiritual, existencial, el mundo precisa de hombres y mujeres de una fe firme en el Dios verdadero, en el Dios de la Biblia, que proclamen su nombre y clamen fervorosamente a él en busca de socorro.

Es en momentos como estos, cuando todo parece desvanecerse y no se vislumbra ninguna esperanza, cuando se pone de manifiesto nuestra convicción. Nehemías era un hombre convencido de su fe, él esperaba en Dios y esperaba una respuesta divina a su oración. El no hizo ninguna declaración, como se acostumbra modernamente en muchos círculos cristianos, a declarar cosas, con la premisa de que lo que uno dice tiene mucho poder, haciendo depender la fe de nuestras propias palabras y afirmaciones. Nehemías no se atrevió a tanto, como se atreven muchos hoy, pretendiendo ser los más espirituales, decretando cosas que son sólo competencia de la soberanía divina, Nehemías sólo oró, pidió con humildad a Dios, y obró conforme a su fe, hasta ver la reacción divina a las súplicas de su corazón. Y el Señor premió su fe.

Nehemías caminaba en la senda por donde Dios pasa, por eso sabía cuáles eran los perfectos planes de Dios para con su pueblo, planes que Dios mismo había revelado a sus siervos los profetas. Así que Nehemías sabe como orar conforme a la voluntad de Dios. Siempre que oremos, procuremos hacerlo dentro de lo que a Dios le agrada y lo que él nos ha mostrado en su Palabra.

Nehemías cumplió la tarea de dirigir la obra de reconstrucción de la muralla de la ciudad, pese a las oposiciones. El convirtió cada cosa mala en una oportunidad para demostrar su confianza en Dios y para enseñar a los judíos a ir delante de sus enemigos por medio de la oración. Nehemías era un hombre pragmático con un corazón lleno de fe. Difícilmente podrá ser doblegado un espíritu así.

Nehemías fijó su mirada en su objetivo, no perdió de vista su visión y se empeño en ello hasta lograrlo. Nada ni nadie lo pudo desviar de su propósito. Los creyentes deben ser personas firmes en su posición, que más que ser influenciados por el mundo, influencien al mundo con el mensaje del evangelio y con su carácter diferente.

Estamos llamados a ser la luz del mundo (Mateo 5:14). De la misma forma que Nehemías procuró construir los muros de la ciudad, también se preocupó por la restauración de la vida espiritual de Israel. De esta manera su labor estaba completa.
Esdras y Nehemías cumplieron con la parte que les fue comisionada por el Señor, hagamos nosotros la nuestra. Estimado amigo, responda al llamado de Jesucristo, pues él tiene una tarea para asignarle a usted también, pero primero tiene que entregarle su vida a él.

Sermón predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, el 22 de marzo de 2009.