domingo, 22 de febrero de 2009

ENTRE LA MONARQUIA Y EL CAUTIVERIO

Rut 1: 16, 17.

Los libros de Rut y Ester son los únicos libros en la Biblia que tienen nombres de mujeres. Las circunstancias en que ocurren los hechos narrados en cada uno de estos libros son muy distintas, y la distancia en el tiempo es también considerable, más o menos unos 600 años de diferencia. Rut vivió en el tiempo de los jueces, entre el 1400 al 1050 a. de J.C., y Ester vivió entre los años 486 a 465 a. de J.C.

Podemos, no obstante, encontrar algunos puntos de comparación entre estos dos libros, que resultan interesantes: Rut era una gentil moabita que estuvo casada con un judío que se fue a vivir a una nación pagana, y Ester era una judía, que por motivos de cautiverio político (una expatriada) se convierte en la esposa del rey Asuero, un hombre gentil que dominaba el mundo bajo el poder del Imperio Persa. Ester fue criada por un primo suyo porque sus padres habían muerto, y Rut se fue a vivir con su suegra Noemí después que su esposo Malhón había muerto (Rut 4:10). Ester es elegida como la nueva reina del rey Asuero por medio de un concurso de belleza (tan antiguos son estos certámenes), mientras que Rut tuvo que demostrar por medio del trabajo en el campo su interés por conseguir en Belén un esposo dentro de la familia de su finado esposo.
En ambos libros vemos cuáles son las consecuencias de no esperar en Dios y actuar de acuerdo a nuestros propios lineamientos humanos, en desobediencia a Dios. Noemí se había ido con su esposo Elimelec y sus dos hijos Malón y Quelión a vivir a Moab en tiempos de una crisis económica en su nación de Israel. Mientras que en Ester, el pueblo de Israel se encontraba lejos de su patria como resultado del cautiverio al que los habían sometido sus enemigos. En Ester vemos la condición del pueblo de Israel luego de la muerte del rey Salomón y de la división de la nación en reino del norte y reino del sur, y como por su desobediencia a Dios, tuvieron que probar el vivir lejos de su tierra.

Ambos libros están en la Biblia porque de alguna manera Dios mostró al través de estas dos mujeres su misericordia, tanto al pueblo de Israel como a las naciones gentiles. Rut era una gentil que llegó a ser judía y estar en la lista de la genealogía de Jesús, mientras que Ester salvó a la nación judía del exterminio en tiempos en que el cautiverio los llevó a hacerse parte de un reino gentil. Además, Ester libró a su esposo, un rey gentil, de mancharse sus manos con la sangre del pueblo de Dios.

Decimos que estas dos mujeres están entre la monarquía y el cautiverio por el hecho de que Rut representa el germen de donde saldría el rey David, quien afianzaría el estilo monárquico en Israel, y Ester representa el lado contrario, el tiempo en el que el pueblo de Israel perdió su monarquía y se convirtió en un pueblo sin patria, que había perdido su soberanía y había pasado por odiosos períodos de cautiverio. Rut y Ester son los dos extremos de un paréntesis bíblico donde se encuentra encerrada una gran historia.

Ambas mujeres brillan con la luz de la misericordia de Dios en tiempos de crisis. Ambas mujeres eran virtuosamente especiales, ambas mujeres fueron celosas del nacionalismo judío y orgullosas de pertenecer al pueblo de Dios, y ambas mujeres mostraron una fe inquebrantable en Dios. Estos tres aspectos serán los temas a tratar en nuestro sermón.

I.- Rut y Ester Eran Dos Mujeres con Cualidades Especiales.

Solamente el hecho de que sus nombres estén ligados a la historia bíblica, las hace especiales. De Rut dijo Booz lo siguiente: ¨Ahora pues, no temas, hija mía. Yo haré por ti todo lo que tú digas, pues todos en mi ciudad saben que tú eres una mujer virtuosa¨ ( Rut 3:11); y de Ester se dice: ¨La joven era de bella figura y de hermosa apariencia¨ (Ester 2:7). La belleza física que adornaba a Ester no obnubiló su visión espiritual para negarse al servicio del Señor, sino que ella arriesgó su corona para salvar a su pueblo. Y de Rut podemos decir que ciertamente demostró de forma elocuente su virtuosismo.

Así como se expande la mala noticia, de la misma forma se extiende la buena fama. Rut había hecho algo que la catapultó como una mujer de grandes principios éticos y de grandes convicciones, y que la hace una gran mujer ante los ojos de todo aquel que tenga conocimiento del Dios verdadero. Ella dejó a sus dioses falsos por el Dios verdadero, dejó a su familia y a su parentela por seguir a su suegra buscando descendencia para perpetuar la memoria de su fallecido esposo, y dejó a su nación pagana por el pueblo de Dios, la nación de Israel.

Esto fue considerado por los judíos de su tiempo como un acto de gran determinación. Observe lo que ella dijo a su suegra: ¨ -No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque a dondequiera que tú vayas, yo iré; y dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, yo moriré; y allí seré sepultada. Así me haga Jehová y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre tú y yo¨ (Rut 1: 16, 17). Hermosas y significativas palabras de confesión de fe en el Dios verdadero que han quedado escritas con letra de oro como testimonio a todas las generaciones.

Estas eran mujeres muy juiciosas. Las mujeres cristianas de hoy deben procurar la belleza interior que había en estas dos mujeres. La Biblia enfáticamente habla de que lo más importante en la mujer no es el atavío del cuerpo, sino las alhajas espirituales que le deben adornar, como nos dice el apóstol Pedro en 1 Ped. 3:3-5: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos”. Muchas mujeres hoy sólo se preocupan por su apariencia, y dedican muy poco o casi nada al cultivo de sus facultades intelectuales, morales y espirituales. Es por ello que cuando se ven colocadas en puestos de prominencia, la vanidad les hace actuar de forma grosera y mostrar actitudes impuras.

En su afán de mostrar sus encantos femeninos, muchas jóvenes pierden la cordura y la decencia, y no les importan conceptos como el pudor o la vergüenza. Ese es el estilo que vemos en muchas mega divas, en muchas artistas de la televisión y del cine y en muchas cantantes, que más que exhibir sus talentos, enseñan sin escrúpulo sus cuerpos, convirtiéndose en extravagantes símbolos sexuales. De esta manera son explotadas por manejadores a los que sólo les importa la fama y la fortuna. Quiera Dios que las jóvenes cristianas exhiban un estilo de vida diferente, y que sea similar al de estas dos mujeres ejemplares, Rut y Ester.

II.- Rut y Ester Fueron Celosas del Nacionalismo Judío y Orgullosas de Pertenecer al Pueblo de Dios.

Cuando los hijos de Noemí murieron ella recomendó a sus nueras Orfa y Rut que se volvieran a sus familias, pues ella no tenía hijos con los que ellas se pudieran casar, según era la costumbre del pueblo de Israel para perpetuar el nombre del muerto. Orfa volvió a su familia, se quedó en su tierra, lo cual también significaba que se volvía a su cultura, a sus costumbres, a sus dioses y a su mundo, o sea que no había sido consecuente con el testimonio de fe en el Dios verdadero de su suegra.

Pero no sucedió lo mismo con Rut, la cual no solamente había sido persuadida de seguir al Dios verdadero, sino que también estaba dispuesta a dejarlo todo para ir a vivir con su suegra. Ya hemos visto sus famosas palabras que demostraban su decidida convicción: ¨-No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque a dondequiera que tú vayas, yo iré; y dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, yo moriré; y allí seré sepultada. Así me haga Jehová y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre tú y yo¨ (Rut 1: 16, 17).

Rut tiene mucho que enseñar a muchos creyentes hoy que no se sienten identificados con el pueblo de Dios como deberían. Están más dispuestos para las actividades del club, de la universidad y de sus amigos, que de su iglesia. Cuando las condiciones no son favorables para asistir al templo, no lo piensan dos veces para quedarse cómodos en su casa viendo televisión o chateando en el Internet. Tienen tan poco celo por las cosas de Dios, están tan identificados con el mundo, que no se advierte muchas veces ninguna diferencia entre lo que debe ser un cristiano lavado por la sangre de Jesucristo y una persona del mundo que no se ha arrepentido.

Rut estaba tan convencida de lo que representaba la cultura judía, que estuvo dispuesta a dejar atrás toda su herencia cultural, social, familiar y religiosa. Alabamos a Dios, porque sabemos que hoy hay muchos creyentes en países donde no se permite la fe cristiana, pero que a pesar de ello, están dispuestos a pagar un alto precio por la proclamación abierta de su fe: Desprecio de sus familiares, persecuciones hasta de gobiernos, cárcel, torturas y muerte. Mientras eso sucede, muchos de nosotros desperdiciamos el tiempo en cosas sin valor, en vez de estar ocupados anunciando el evangelio de Jesucristo, aprovechando el tiempo que se nos tolera vivir la vida cristiana.

En el caso de Ester, ella pudo quedarse cómoda y tranquila en el palacio del rey, mientras su pueblo era amenazado con ser exterminado; pero no, ella arriesgó su vida para salvar a su nación que se encontraba en grave peligro de exterminio. Cuando Ester supo del decreto del rey, el cual había sido incitado por el ¨malvado Amán¨ (así le llamó a este hombre intrigante la reina Ester: ¨-¡El enemigo y adversario es este malvado Amán!¨ en Ester 7:6) ella dio instrucciones a Mardoqueo para que todo el pueblo de los judíos ayunara al mismo tiempo que ella lo haría, pues estaba resuelta a presentarse ante el rey para develar el complot de Amán, y así salvar a su pueblo.

Como vemos, hay mucha intriga en el libro de Ester, intriga que era orquestada por Amán y su grupo. Amán era un gran funcionario del rey Asuero, el más importante de su reino. Ante él se tenían que inclinar todos los súbditos del reino, pero Mardoqueo, debido a sus convicciones de fe, sabía que no se debe uno inclinar más que ante Dios, por eso no se inclinaba ante Amán. Esto provocó la ira de este hombre cruel, el cual había planeado la muerte de Mardoqueo.

Pero Mardoqueo tenía una hoja de servicio al rey demasiado limpia, y en vez de ser muerto en la horca como quería Amán, Mardoqueo fue honrado por el rey por su lealtad indiscutible.

Pero Amán estaba decidido a destruir a Mardoqueo y al pueblo de Israel que conservaba su fe en Dios a pesar de vivir en tierra extraña, y logró que el rey Asuero decretara la muerte de los judíos; el rey fue víctima de un ardid.
Muchas cosas en el poder ocurren por la acción de los aduladores, más que por la competencia directa de los gobernantes. Son los aduladores que hacen a los dictadores y les facilitan sus hazañas de crueldad. En el día del juicio final se revelarán muchas cosas, se sabrá de verdaderos culpables y se conocerán de muchos crímenes de Estado que se cometen a diario en el mundo.

Pero la trampa de Amán fue descubierta ¡Y de qué manera! La horca que él había preparado para Mardoqueo, sirvió para colgarlo a él. Ese fue un día fatal para Amán, el día en que cayó en desgracia delante del rey. Porque la Biblia dice: ¨No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segarᨠ(Gálatas 6:7). Y no sólo él corrió esa suerte, sino también sus diez hijos (Ester 9: 13,14). Y la reina Ester logró que el rey proclamara otro decreto en el cual daba permiso a los judíos para defender sus vidas el día 13 de Adar, día que se había decretado como día de su exterminio.

Sin duda que la mano de Dios está presente en las acciones del libro de Ester aún cuando su nombre no aparezca en el mismo. Dios sabía lo que venía para el pueblo judío y lo que tramaba Amán, así que lo ocurrido con el orgullo y la arrogancia de la reina Vasti, la anterior esposa del rey Asuero, no era fortuito. Dios tenía el propósito de colocar a Ester en el palacio real para salvar a su pueblo, de eso no hay duda.

Hasta el día de hoy, los judíos celebran el día de Purim entre el 14 y el 15 del mes de Adar, que corresponde a los meses entre febrero y marzo de nuestro calendario, como el día en que Dios les dio la victoria contra sus enemigos, es un día de gran regocijo que fue originado por iniciativa de la reina Ester. Hay cuatro actividades específicas en las festividades de Purim entre los judíos en el día de hoy, estas son: Leer la Meguilá (Rollo de Ester), celebración y Regocijo (la comida festiva de Purim), enviar comida a amigos (Mishloaj Manot), dar regalos a los pobres (Matanot La Evionim).

Este es un hecho del pasado que se sigue celebrando en el día de hoy, y que recuerda la intervención de Dios contra las amenazas de un peligroso enemigo. Hoy debemos regocijarnos cada día mucho más por la victoria que el Señor nos ha dado contra nuestro enemigo Satanás, contra el pecado y contra la muerte. Cada domingo debemos ir al templo a mostrarle a él nuestra gratitud por habernos hecho parte de su pueblo. Cada domingo en celebración de la resurrección debemos recordar que somos ciudadanos de la Patria Celestial, y debemos mostrar con nuestras acciones que pertenecemos al pueblo de Dios.

III.- Rut y Ester Mostraron Una Fe Inquebrantable en Dios.

Como hemos visto, la convicción de fe de Rut está fuera de toda duda. Pocas personas pueden exhibir una determinación tan resuelta en su fe en Dios. Considerando los antecedentes de Rut, podemos decir que, pese a la calamidad que sobrevino a la vida de su suegra Noemí, por su desconfianza en la providencia divina, al ir a tierra extraña y pecaminosa en búsqueda de refugio, el testimonio personal de ella, marcó la vida de Rut. Noemí no justificó sus acciones equivocadas, ella no buscó una explicación lógica a lo que le había pasado con su familia, sino que reconoció su falta de esperanza y fe en Dios, y confesó que su situación era debido a sus malas decisiones. Y las primeras en enterarse de la integridad de esta mujer fueron sus nueras.

Orfa tuvo la misma oportunidad de Rut de volverse una creyente, pero ella prefirió seguir en la oscuridad. Rut, en cambio fue tocada, fue persuadida por el Espíritu Santo, y esto la colocó en un lugar especial en el corazón de Dios. Dios ama a todos, pero nos volvemos especiales cuando confesamos fe en él. Rut llegó a ser la bisabuela de David, un rey extraordinario que es tipo de Jesucristo. Esto ocurrió así porque Rut se casó con Booz, un pariente de Elimelec, el difunto esposo de Noemí. A pesar de que Rut era una moabita, Booz, por la integridad que exhibía y por su inquebrantable fe, la eligió como su esposa.

Rut entró en la vida de Booz al espigar en su campo, cosa que Dios propició para su provecho y el de Noemí, y también para provecho de toda la humanidad, por la trascendencia que tiene la vida de esta mujer. El acto de ir a espigar en los campos donde se recogía la cosecha, tenía el propósito de recoger lo que sobraba, o se desechaba. Recordemos el caso de la mujer sirofenicia que dijo a Jesús que ¨aún los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos¨ (Maros 7:28). Espigar era algo como esto. Era algo que se permitía a las personas más pobres, a las viudas y a los huérfanos.

La condición de Rut es la misma de muchas personas en el día de hoy, que buscan en los basureros algo de comer. Con esta crisis económica que vive el mundo en el día de hoy, muchos tienen que hurgar en la basura para encontrar un pedazo de pan o de carne. Estas son escenas que veremos con mucha frecuencia en estos últimos días. En nuestro país ya son muchos los que sacan su sustento diario convirtiéndose en ¨buzos¨ en los vertederos municipales, buscando algo de valor.

Tenemos que practicar la bondad de Booz que dio orden a sus trabajadores para que dejaran caer de sus manojos para que Rut los recogiera. Los ricos deben compartir sus riquezas con los pobres. Las iglesias tienen el deber de extender su mano de ayuda al necesitado, y practicar así una verdadera religión: ¨La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo¨ (Santiago 1:27). La fe en Dios y su amor a él se demuestra en nuestro servicio de amor al prójimo (I Juan 4: 20). Jesús sabía que ningún gobierno logrará erradicar la pobreza en el mundo, por eso nos dice en su Palabra: ¨A los pobres siempre los tendréis con vosotros¨ (Juan 12:8).

Con respecto a la fe de Ester, ella proclamó ayuno, y todos los israelitas ayunaron también. Esto habla de lo que es un pueblo diferente. El ayuno implica fe en Dios, clamor a Dios. Aunque el escritor de esta crónica del reino de Media y de Persia no tomó en cuenta el poder de Dios que estaba detrás de estos hechos, los judíos piadosos que recogieron esta historia, reconocieron la mano de Dios obrando en estos hechos, que no eran casuales. La fe de esta mujer ha marcado la vida política, social y religiosa del pueblo de Israel, y su nombre se sigue celebrando hasta el día de hoy como un testimonio vivo y fiel de la existencia de Dios y de su intervención en la historia, algo que al hombre ateo se le hace cada día más difícil de contradecir.

Vivamos la fe en Dios con entusiasmo, porque el Dios nuestro es Dios real, bueno, poderoso e inmutable. Lo mismo que él hizo en la vida de Rut y de Ester lo puede hacer en la vida suya y mía si estamos dispuestos a confiar en él.

Sermón predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, Febrero 22 de 2009.