domingo, 15 de febrero de 2009

ENTRE LA ANARQUIA Y EL ARREPENTIMIENTO

Jueces 21: 25

El libro de Jueces comienza destacando la preponderancia de la tribu de Judá, condición esta que está encaminada a determinar el nombre de la nación en razón de esta tribu, ya que judíos se deriva de Judá. Es de esta tribu que saldría el rey David y el propio Señor Jesucristo. Ya tan temprano como en la conquista de la tierra prometida se puede ver el tratamiento especial de esta tribu, tanto por las implicaciones históricas que ya había tenido, como por las implicaciones mesiánicas que tendría al través del tiempo.

Se habla aquí del establecimiento de los hijos de Israel en la tierra de Canaán y de cómo estaban las cosas en los últimos días de Josué y como se tornaron luego de su muerte. Después de la muerte de Josué, aunque fueron fieles durante el tiempo que vivieron los ancianos que sobrevivieron a Josué, pero cuando estos desaparecieron, dice la Biblia: ¨Después de ellos se levantó otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová y sirvieron a los Baales¨ (Jueces 2: 11).

Así que los israelitas olvidaron el pacto que habían hecho un día ante Josué: ¨A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos¨ (Josué 24:24).

El ángel de Jehová, Dios mismo de forma personificada, se presentó para reclamar a la nación su extravío. Un extravío que se mostraba por la condición de desorden en todos los sentidos, una situación de anarquía brutal.

Veamos tres aspectos de esa condición de anarquía:

I.- Causas de la Anarquía en Israel en el Tiempo de los Jueces.

El libro de Jueces es el séptimo libro de la Biblia, y presenta un tiempo crítico en la historia de Israel donde se pueden ver las consecuencias que sufrió la nación por haberse desviado de su fe en Dios, yéndose en pos de los dioses falsos de las naciones a las que habían conquistado: Baal, Baal-berit y Astarot (Jueces 2:11-13, 6:25; Jueces 8:33, 9:4, 46). Baal y Astarot o Asera están relacionados con la fertilidad y la sexualidad, dioses principales de los cananeos; y aún en el día de hoy se les rinde culto de muchas maneras y hasta se juega con ellos en los juegos de video que no son nada inofensivos.

Baal es representado como el jefe de los demonios, o sea, el mismo Satanás, y se le llama amo o señor; es también representado como el dios de la lluvia, de la muerte, y de la guerra. Este Baal toma muchas formas y en realidad representa a muchas manifestaciones del mundo de lo oculto y del mal; son dioses que los que los adoraban en tiempos de los jueces los invocaban para cerrar tratos y negocios, ¡Vaya forma de despreciar al Dios verdadero!

Así tan pronto la nación de Israel hizo lo malo ante los ojos de Jehová: ¨Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehovah¨ (Jueces 2: 11), y este es un estribillo que se repite en el libro de Jueces en la Biblia una y otra vez.

Mientras vivieron bajo la tutela de Josué, bajo su liderazgo riguroso, los israelitas estuvieron bajo la sombrilla protectora del Señor, pues estaban sometidos a sus preceptos, ya fuera por complacer a Josué o por conveniencia. Por las razones que fueran, es evidente que su lealtad a Dios en términos generales no era sincera. Esto no elimina la posibilidad de que muchos judíos siguieran siendo fieles a Dios en toda circunstancia; recordemos que Dios siempre tiene su remanente.

Es evidente en Jueces que la nación de Israel estaba en un período de grave decadencia. Los síntomas de esta triste realidad se hacían más evidentes cuando los enemigos los asediaban y combatían. Estos eran los pueblos que ellos habían dejado, y que Dios se había encargado de convertirlos en un azote para ellos, por causa de no cumplir a cabalidad con las instrucciones de exterminar y de echar definitivamente a todos los pueblos paganos que habitaban el territorio que les había sido dado en posesión.


II.- La Intervención Divina Para Contrarrestar la Anarquía en la Nación de Israel.

En esta época de gran confusión en la nación judía, Dios levantaba de vez en cuando a un hombre o mujer para que los guiara e impusiera la ley y el orden. Porque si una cosa caracteriza el período de los jueces es precisamente la anarquía. Hay una declaración muy fuerte en este sentido en el epílogo de este libro, esta declaración retrata de cuerpo entero la condición política, social, moral y espiritual de Israel: ¨En aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos (Jueces 21: 25).

En nuestras naciones de América Latina, incluyendo la nuestra, lo que vemos es que aún teniendo leyes que son maravillosas, las mismas no se cumplen y no se les da la debida atención, y cuando se las desempolva es para aplicarlas contra los más débiles, los que menos pueden, los ricos y poderosos actúan siempre por encima de la ley, y esto es un tipo de anarquía peor que la que estaba viviendo el pueblo de Israel.

El libro de Jueces se escribió en el tiempo de los reyes, cuando ya Israel tenía un gobierno estable, y por este motivo se le atribuye a Samuel la autoría de este libro de la Biblia. Así que estas memorias de los jueces servirían para que la nación hiciera comparaciones y entendiera lo difícil que es vivir sin ley y sin régimen, y sobre todo, los males que acarrea vivir lejos de Dios.

El tiempo de los jueces era un tiempo caótico. Sólo cuando la nación se arrepentía y clamaba a Dios, Dios los libraba de sus enemigos y les enviaba un libertador o caudillo que los gobernaba por un tiempo, pero ellos volvían de nuevo a hacer lo malo ante los ojos de Jehová.

Como había ocurrido en la vida de Moisés y de Josué, también sucedió en la vida de los jueces, la persona especial del ángel de Jehová se sigue manifestando en la vida del pueblo de Israel, esta vez para reclamar a la nación su desviación y extravío. El ángel de Jehová revela las consecuencias de olvidarse de Dios: ¨-Yo os saqué de Egipto y os introduje en la tierra acerca de la cual había jurado a vuestros padres diciendo: "No invalidaré jamás mi pacto con vosotros, con tal que vosotros no hagáis una alianza con los habitantes de esta tierra, cuyos altares habréis de derribar." Pero vosotros no habéis obedecido mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto? Por eso yo digo también: No los echaré de delante de vosotros, sino que os serán adversarios, y sus dioses os servirán de tropiezo¨ (Jueces 2: 1-3).

En el libro de Jueces vemos a la nación de Israel viviendo en un tiempo de apostasía y rebelión contra Dios. Cuando vivimos a espaldas de Dios las consecuencias no se harán esperar, siempre será este un mal negocio que no recomendamos a nadie. Una muestra de lo que estamos diciendo es el siguiente pasaje, cuya idea se repite por todo el libro: ¨Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová. Olvidaron a Jehová su Dios y sirvieron a los Baales y a las Aseras. Así que el furor de Jehová se encendió contra Israel, y los abandonó en manos de Cusán-risataim, rey de Siria mesopotámica. Los hijos de Israel sirvieron a Cusán-risataim durante ocho años¨ (Jueces 3: 7-8).

Durante este tiempo de desorden nacional, Dios levantó jueces que libraban a Israel de los enemigos cuando estos clamaban a Dios y se arrepentían de sus malos caminos, aunque fuera momentáneamente: ¨Entonces Jehová levantó jueces que los librasen de mano de los que les saqueaban. Pero tampoco escuchaban a sus jueces, sino que se prostituían tras otros dioses a los cuales adoraban. Se apartaron pronto del camino por el que habían andado sus padres, quienes habían obedecido los mandamientos de Jehová. Ellos no lo hicieron así. Cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez y los libraba de mano de sus enemigos todo el tiempo de aquel juez. Porque Jehová se conmovía ante sus gemidos, a causa de los que los oprimían y afligían. Pero acontecía que cuando moría el juez, ellos volvían atrás y se corrompían más que sus padres, siguiendo a otros dioses para servirles y para postrarse ante ellos. No se apartaban de sus obras ni de su obstinado camino¨ (Jueces 2: 16-19).

Como vemos, la protección divina está condicionada a la obediencia, y esto no ha cambiado.

Es bueno que expliquemos que la palabra juez aquí, no se usa en el sentido que se usa modernamente, el juez aquí no es un magistrado que imparte justicia, sino que más bien es un conductor en tiempos críticos, como una especie de cacique que salva a la nación en un tiempo de dificultad. Pero es bueno hacer notar que estos dirigentes son determinados por Dios, y se encuentran en el relato bíblico por la relación que tienen con Dios, no por sus hazañas. O sea, que lo que ellos hicieron en procura de restablecer el culto al Dios verdadero y restaurar en la nación la ley y el orden se debió al llamado especial de Dios.

Otoniel fue el primer juez de Israel, el primero de doce jueces que se mencionan en el libro que gobernaron a Israel. Su nombre significa ¨el león de Dios¨. Los jueces gobernaron a la nación de Israel por periodos tan largos como ochenta años.
En el libro de Jueces se destacan de manera sobresaliente tres figuras: Gedeón, Jefté y Sansón. De Gedeón diremos que su persona ha servido como inspiración para la organización de Los Gedeones, que se encarga de colocar Biblias y Nuevos Testamentos en hoteles, hospitales y centros educativos. Están constituidos por grupos de empresarios cristianos, que con sus propios recursos imprimen estos materiales bíblicos que distribuyen en todo el mundo.

Gedeón se destaca por la gran hazaña que Dios realizó al través suyo, destruyendo a un ejército innumerable con tan sólo trescientos hombres. Un hombre que está en la categoría de Moisés y de Josué, habiendo hablado con el ángel de Jehová, quien se le apareció para encargarle la misión de destruir al ejército madianita. Este juez derribó el altar de Baal, y por eso su nombre fue cambiado por Jerobaal que significa, ¨Baal contienda con él¨ (Jueces 6:32).

Jefté, es un juez que sobresale por el voto imprudente de sacrificar a la primera persona que saliera de su casa para felicitarle por la victoria que consiguió contra los amonitas. Lo que no sabía era que su hija era la persona que protagonizaría este gesto, y a la que habría de sacrificar. Este es uno de los pasajes más difíciles de la Biblia. Esto no significa que Dios le hubiera pedido a Jefté tal sacrificio. Si bien Dios le había pedido a Abraham que sacrificara a su hijo Isaac, muy claramente la Biblia enseña que esto fue una prueba de fe, habiendo Dios provisto el cordero para el holocausto. De ninguna manera Dios aprueba el sacrificio humano, sino que más bien lo condena.

El pasaje de Levíticos 27: 29 que habla de la muerte de una persona separada como anatema, no se refiere a un sacrificio como holocausto, sino que se trata de una sentencia de castigo por la condición pecaminosa de la persona. Hay que tener cuidado de decir cosas que la Biblia no dice.

Sansón es un personaje tristemente célebre. Si bien es verdad que tuvo sus aciertos, la realidad es que su vida está llena de graves imprudencias. Habiendo sido dotado por Dios de maravillosos talentos, y uno de ellos era la fuerza colosal de la que gozaba, no supo manejar su carácter, y sus debilidades lo llevaron a la ruina y a la muerte. De todos modos, los enemigos del pueblo de Dios sufrieron grandes bajas durante su dirección como juez. Sansón puede ser visto como un hombre que representa el orgullo pecaminoso del pueblo de Israel de creerse invencible, pero confiando en su propia fuerza, y olvidándose que el secreto de su poder reside en Dios que le ha escogido y le protege.

En su vanidad, este hombre fue miserablemente engañado por una mujer filistea que usó sus encantos para seducirlo y desviarlo de los propósitos santos que Dios tenía con él. Es como el típico creyente que busca pareja en el mundo, haciendo yugo desigual, cosa que Dios prohíbe (2 Corintios 6:14). En la amonestación del apóstol Pablo a los corintios se hace evidente la trascendencia de esta condición espiritual, a tal grado que se habla de la imposibilidad de unir la luz con las tinieblas. Pese a esto, algunos se dejan atraer y seducir por muchas cosas de este mundo, ignorando la vida abundante que Jesucristo ofrece. Por un momento de placer desperdician los valores eternos.

Sansón terminó bajo las ruinas y los escombros de una civilización pecadora, aunque tuvo la oportunidad de ajustar cuentas a los que habían procurado su mal y el de su nación, pero sucumbió junto con sus enemigos. Esa no es la forma como Dios desea que se escriba el epílogo de nuestra vida.

Hay una mujer que no se puede dejar de mencionar, Débora, una profetisa que gobernó a Israel. Aquí tan temprano encontramos el papel de la mujer en un puesto de gran relevancia; no era algo común, sino más bien una excepción fuera de serie. El espíritu aguerrido y valiente de aquella mujer la hace merecedora de estar en la lista de las grandes mujeres de la historia.

La influencia de Débora fue tan poderosa en la vida de las otras mujeres de Israel, que muchas de ellas salieron del anonimato para brillar en las páginas de la Biblia. Aquí mismo se cuenta el acto temerario de Jael, una mujer que fue capaz de matar al cruel capitán del ejército de Jabín, rey de Canaán que había oprimido a los israelitas por veinte años. Esta mujer, con halagos engañó a este hombre que llegó cansado, le ofreció su tienda, pues eran conocidos, ya que los israelitas se habían acostumbrado en cierto modo al sometimiento de los enemigos; así que, aprovechando que estaba dormido, le metió una estaca en sus sienes y lo clavó en la tierra.

Débora exalta en su cántico este gesto valeroso de esta mujer en favor de la soberanía de su nación. Esta exaltación comienza con palabras muy parecidas a las que el ángel Gabriel dirigiera a María en el Nuevo Testamento para exaltar su gracia de concebir al Salvador del mundo: "¡Bendita entre las mujeres sea Jael, mujer de Heber el ceneo. Sobre las mujeres bendita sea en la tienda. El pidió agua, y ella le dio leche; en taza de nobles le sirvió nata. Con su mano tomó la estaca, y con su derecha el mazo de obrero. Golpeó a Sísara, machacó su cabeza, perforó y atravesó su sien. A los pies de ella se encorvó y cayó; quedó tendido. A los pies de ella se encorvó y cayó. Donde se encorvó, allí cayó extenuado. "La madre de Sísara se asoma a la ventana, y mirando por la celosía, dice a gritos: ’¿Por qué tarda su carro en venir? ¿Por qué se detienen las ruedas de sus carros?’ Las más sabias de sus damas le responden, y ella se repite a sí misma las palabras: ¿No habrán capturado botín? ¿No lo estarán repartiendo? Para cada hombre una joven, o dos; un botín de ropas de colores para Sísara; un botín de bordados de colores, bordados por ambos lados, para mi cuello . . . ¡Qué botín!’ "¡Perezcan así todos tus enemigos, oh Jehová! Pero los que te aman sean como el sol cuando se levanta en su poderío." (Jueces 5:24-31).

Lo que maravilla aquí es ver como Dios utiliza a mujeres para levantar el ánimo de la nación y devolverles su soberanía. La Biblia dice que durante el reinado de cuarenta años de Débora, ¨la tierra reposó¨ (Jueces 5:31). O sea, que estos actos de violencia tan crueles y sanguinarios, fueron necesarios para devolver la tranquilidad a la nación y dejar claro en la mente de los enemigos acerca de la determinación de la nación de Israel de recuperar su autonomía.

Todos estos acontecimientos narrados en el libro de Jueces debemos analizarlos dentro de su contexto y ver las circunstancias por las que atravesaban los israelitas. Estaban siendo oprimidos por los enemigos por causa de su desobediencia a Dios y viviendo una vida lejos de Dios, y era sólo cuando la nación clamaba a Dios que se suscitaban estos actos heroicos. Estos actos, aun con su nota sanguinaria y bárbara, eran un despertar de su celo por la fe en Dios y de su nacionalismo.

III.- Ejemplos Desastrosos de la Anarquía en la Vida del Pueblo de Israel.

Como consecuencia de vivir lejos de Dios, los hijos de Israel descendieron hasta lo más bajo en materia de estilo de vida. Esta es la descripción que se hace acerca de la condición espiritual de los israelitas en ese tiempo: ¨ En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía¨ (Jueces 17:6).

Se cuenta como las personas hacían cosas abominables ante los ojos de Dios, y se justificaban, y atribuían a Dios la bonanza de sus resultados. Erigían altares con esculturas en nombre de Dios y las adoraban y hasta les constituían sacerdotes según sus propias disposiciones y esto les parecía bien. Se cuenta el caso de Micaía en el capítulo 17 y 18, de cómo este había fabricado su propio sistema de adoración idolátrica, y hasta pensaba que Dios estaba de acuerdo con esto. Pero lo peor de todo es que la tribu de Dan fue compromisaria con esta clase de acción pecaminosa, convirtiéndose así en la primera tribu idólatra de Israel, razón por la cual no se encuentra en la lista de los 144,000 sellados de Apocalipsis 7.

De la misma forma muchos hoy, pensando equivocadamente que lo importante en definitiva es ser religioso, tienen sus propias maneras de querer ser cristianos, haciendo cosas totalmente divorciadas de la voluntad de Dios expresada en la Biblia. Adoran imágenes, rinden culto a cualquier cosa, y dicen que adoran a Dios, y participan de toda clase de rituales y prácticas propias de la cultura, que no glorifican a Dios de ninguna manera, y que más bien deshonran su nombre.

Otro episodio muy vergonzoso y triste en la vida de la nación judía, fue la vejación infringida a la mujer de un levita, a la cual los de la tribu de Benjamín habían violado, sodomizado y dado muerte de forma horrenda. Esto trajo como consecuencia actos de grande violencia en represalia por este acto tan salvaje. Usted puede leer el episodio en los últimos capítulos de Jueces. La forma como termina este libro demuestra el grado de decadencia moral al que puede llegar una nación que se aparta de Dios y pretende vivir de acuerdo a sus criterios humanistas.

Las ideas de los hombres no son las que deben regir el mundo. Son las leyes de Dios, las mismas que rigen el Universo y su intrincada complejidad, las que deben regir las acciones de los hombres sobre la tierra creada por Dios. Cuando nos sometemos a los lineamientos de los hombres y vivimos conforme a lo que nos dicta el corazón, los resultados son caóticos.
Permitamos a Dios que dirija nuestras vidas, nuestras familias, nuestra nación y nuestro mundo, sólo eso garantiza un sistema de valores correctos que garantiza una vida feliz.