lunes, 19 de enero de 2009

EL SACERDOCIO LEVITICO

Levíticos 8: 1-3, 30.

¨Jehovah habló a Moisés diciendo: 2 "Toma a Aarón y con él a sus hijos, y las vestiduras, el aceite de la unción, el novillo para el sacrificio por el pecado, los dos carneros y la cesta de los panes sin levadura. 3 Reúne luego a toda la congregación a la entrada del tabernáculo de reunión." Luego Moisés tomó parte del aceite de la unción y de la sangre que estaba sobre el altar, y roció a Aarón y sus vestiduras, y con él a sus hijos y sus vestiduras. Así consagró a Aarón y sus vestiduras, y con él a sus hijos y sus vestiduras¨.


El libro de Levíticos tiene que ver con los levitas, los sacerdotes del pueblo hebreo; de ahí el nombre del libro. Los levitas son los que pertenecen a la tribu de Leví, uno de los doce hijos de Israel. Como sabemos la nación de Israel se constituía de doce tribus, cada una con el nombre de uno de los doce hijos de Jacob. Cada una de estas tribus tenía su ejército, menos la tribu de Leví, ya que por instrucciones divinas esta tribu había sido apartada o consagrada para las cosas santas.

De esta tribu Dios constituyó el sacerdocio Aarónico, por el nombre de Aarón, el primer sumo sacerdote, el hermano de Moisés que se presentó junto con él a Faraón, porque Dios lo había señalado para que fuera la voz de Moisés. Aarón y sus hijos fueron los primeros sacerdotes del pueblo de Israel ungidos por Moisés (Levíticos 8).

Los sacerdotes eran los responsables del tabernáculo. Ellos debían transportarlo, armarlo y desarmarlo en el desierto. Dondequiera que acampaban en el desierto ellos debían colocarse en medio del campamento, siempre alrededor del tabernáculo, y las demás tribus alrededor. Esto tenía el propósito de mostrar al pueblo que Dios estaba en medio de ellos y los levitas debían guardar o custodiar la santidad de aquel lugar para que no haya ira sobre la congregación de los hijos de Israel; y los levitas tendrán la guarda del tabernáculo del testimonio¨ (Números 1:53). Otras informaciones importantes respecto del campamento de los levitas se encuentran detalladas en Números 1:47-54.
La tribu de Leví debía ser protegida por las demás tribus. Los que pertenecían a esta tribu estaban exentos de labores ordinarias, ellos se debían mantener de los diezmos y las ofrendas que eran llevadas al tabernáculo. Estaban exceptuados también de la guerra, a ellos tocaba interceder a Dios por el pueblo en todo momento, ese era su oficio. Los levitas debían oficiar los rituales de los sacrificios u holocaustos y las ofrendas.

La palabra sacerdote significa ¨puente¨, así que el sacerdote levítico era un intermediario entre Dios y los hijos de Israelel. Esto era así en el sacerdocio aarónico, pero cuando vino Cristo y ofreció su vida como sacrificio único (Hebreos 10), el sacerdocio aarónico cesó y también el oficio de los levitas, estableciéndose entonces el sacerdocio del creyente, donde cada uno tiene la oportunidad de presentarse delante de Dios sin necesidad de intercesor o sacerdote humano (I Pedro 2:9-10).

Ahora Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres tal como lo enseña la Biblia (I Timoteo 2:5). Pero el pueblo judío, que no ha reconocido a Jesús como el Mesías, continúa con la idea de reestablecer el sacerdocio aarónico y el oficio de los levitas. Para esto, se dice que tienen todos los preparativos para la reconstrucción del templo en Jerusalén, siguiendo las indicaciones de la Torah o Pentateuco de Moisés.

No se sabe cuando esto ocurrirá, pero es claro que esto tendrá que ocurrir en algún momento como cumplimiento de las profecías bíblicas descritas tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. Pero todo esto lo hará el pueblo de Israel en contra de la voluntad de Dios, y esto pondrá a esta nación en peligro de ser engañada por el falso mesías o anticristo que tiene que aparecer en el mundo antes de la segunda venida de Cristo. Recuerde lo que dice Juan en su evangelio: ¨a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron¨ (Juan 1:11).

Ahora veamos como Dios dispuso las cosas en el orden levítico y hasta cuando:

I. Dios establece al través de los levitas la forma de acercase a él.
El hombre es pecador y Dios es Santo. No es posible que el Dios Santo tenga relación con el hombre pecador. Pero Dios quería tener comunión con el hombre. Así que es él el que establece la manera como el hombre ha de tener comunión con él. Con este fin Dios establece el sacerdocio de los levitas en el pueblo de Israel para presentarse delante de Dios en el tabernáculo y más tarde en el templo.

Creo oportuno explicar lo siguiente en este punto. Este trato especial de Dios con el pueblo de Israel no significa que los demás pueblos del mundo estuvieran exceptuados de su interés y de su gracia, de ninguna manera, sino que hay que entender que es a través de este pueblo hebreo que Dios ha de tener algún trato con los demás pueblos del mundo.

Este es un gran beneficio que toca al pueblo de Israel departe de Dios, pero al mismo tiempo una gran responsabilidad: la de ser el portavoz de Dios en el mundo. Pero como nos dice Pablo en Romanos, los judíos equivocaron esta elección de Dios y se sobrestimaron, menospreciando por ello a los demás pueblos, pensando que ellos eran los únicos elegidos de Dios. Teniendo ellos la ventaja de haber recibido la revelación de Dios de forma especial, aún así dieron la espalda a Dios, rechazando a Jesucristo, el Mesías y Salvador de ellos y del mundo. Entonces, los gentiles que no tenían esta revelación especial, a quienes Pablo predicó el evangelio, han creído en Cristo para vergüenza de los judíos.

Explicado esto, continuemos con los detalles que nos describe el libro de Levíticos respecto del orden sacerdotal. Estos hombres consagrados por Dios debían ser los responsables de ministrar delante de Dios por el pueblo de Israel. El pueblo debía venir a ellos para poder consultar a Dios. O sea, que ellos eran, hasta que vino Cristo, el puente entre Dios y los hombres. Así que los levitas eran un tipo de Cristo. Ellos señalaban a Cristo. Su sacerdocio estaría vigente hasta que Cristo llegara.

Esta forma de acercarse a Dios, establecida por Dios mismo, aparte de los actos constantes de sacrificios de animales como forma de expiar los pecados, incluye las normas de vida que los judíos debían observar para una correcta relación con su prójimo y una adecuada aplicación de la justicia en todos los órdenes de la vida cotidiana. Además hay importantes disposiciones divinas respecto de la vida moral, como es el caso de las leyes que tienen que ver con las relaciones incestuosas e inmorales en Levíticos 18: 1-30. O sea, que el libro de Levíticos es también un tratado de leyes y costumbres, un manual de ética para los ciudadanos del reino de Dios. Todo esto importa a Dios pues está muy interesado en la integridad de la vida de sus hijos.

II. Dios da instrucciones a los levitas para el oficio de los sacrificios expiatorios.
Era responsabilidad de los sacerdotes levitas realizar todos los sacrificios expiatorios. Los holocaustos y las ofrendas que tenían el propósito de borrar las culpas de los pecados cometidos por un período de tiempo determinado, entiéndase de forma temporal. O sea, los levitas eran los oficiantes del continuo sacrificio que Dios había ordenado como forma de resolver momentáneamente los pecados del pueblo, hasta que Jesucristo viniera y se ofreciera él mismo como cordero inmolado para pagar de una vez por todas por los pecados de todos los hombres.

El trato de Dios con el pueblo judío obedece al plan divino de salvar a la humanidad por medio del Mesías Jesucristo, cuyo sacrificio único estaba prefigurado en el sacrificio ofrecido por los sacerdotes levitas. Todo lo que está prefigurado en el Antiguo Testamento apunta a Cristo, el Salvador del mundo. La revelación bíblica en ese sentido era progresiva hasta que llegara Cristo y sellara la revelación en el Nuevo Testamento (Hebreos 1:1-3). Es por ello que el Antiguo Testamento debe ser visto a la luz del Nuevo Testamento. La última palabra la tiene el Señor Jesús, quien es la corona de la revelación de Dios.

Toda la parte técnica del oficio sacerdotal en el orden de los sacrificios está detallada en los primeros siete capítulos de Levíticos. Los capítulos 8 al 10 se refieren a las particularidades concernientes a la orden sacerdotal de los hijos de Aarón, que constituían, por así decirlo, la clase eclesiástica de la nación hebrea. Los capítulos 11 al 16 se ocupan de la parte que tiene que ver con las leyes concernientes a los asuntos de la pureza.

Por ser esta una exposición tan limitada no pretendemos dar detalles específicos acerca de los diferentes sacrificios que debían ofrecer los sacerdotes en el sistema levítico, usted puede hacer una lectura completa y un estudio más cuidadoso del libro de Levíticos para informarse adecuadamente de todo lo que allí se indica.

Ningunos de estos ritos detallados aquí pueden ser implementados hoy por ninguna iglesia que se denomine cristiana, pues el Señor claramente en el Nuevo Testamento da por cesado el sistema sacerdotal levítico (Hebreos 8-10). No debe ser imitado, ni mucho menos igualado, sino que el culto cristiano es muy diferente y superior de lo que era el culto en el Antiguo Testamento. Aún estando exento de toda la parafernalia ritual que se debía observar en el orden levítico, el culto cristiano es superior por cuanto es el resultado de las cosas verdaderas ocurridas al verdadero cordero de Dios a quien exaltamos en nuestros servicios de adoración. Aquel culto levítico era una sombra del culto verdadero (Hebreos 10: 1)

La cena conmemorativa que celebran las iglesias cristianas y el bautismo, son los únicos actos ordenados por el Señor. El primero como su nombre lo indica tiene el objeto de recordar su muerte y anunciar su segunda venida; y el segundo, el bautismo, es un acto que representa el simbolismo de la nueva vida en Cristo, representa la muerte del hombre viejo y la resurrección del hombre nuevo, y es un requisito para hacerse parte de la familia cristiana, o sea hacerse miembro de una iglesia local.

Con respecto a la santidad exigida a los sacerdotes levíticos, no hay dudas de que la misma santidad que el Señor demandaba en la vida de aquellos sacerdotes, es la misma que exige de los pastores y obreros cristianos en el día de hoy, y diríamos que en términos éticos estas demandas son aún mayores, esto lo podemos ver en los requisitos exigidos en la Biblia para los obispos o pastores y para los diáconos ( I Timoteo 3). Y esta exigencia de una vida santa se extiende a todos y cada uno de los creyentes, pues jesús demanda: ¨Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto¨ (Mateo 5:48).

III. Dios mantuvo vigente el sacerdocio levítico hasta Cristo.
El sacerdocio levítico, o sea, el continuo sacrificio, fue cesado el día que Cristo murió en la cruz. Con la ocurrencia del velo rasgado en el templo de Jerusalén, que no fue un hecho fortuito, sino la acción de Dios para mostrar de modo gráfico que se daba paso a una nueva dispensación. Dios estaba mostrando que ahora todos tenían acceso directo al trono de su gracia, sin necesidad de sacerdote humano (Hebreos 10:19-22). La razón para esto es que Jesucristo fue constituido sacerdote para siempre, el único mediador entre Dios y los hombres por el sacrificio único hecho por él en la cruz: ¨El cordero de Dios, que quita el pecado del mundo¨ (Juan 1:29).

Así que, el ministerio actual de Cristo en el cielo es precisamente el de intercesor de los seres humanos ante el trono de Dios. Ninguna otra persona ni de esta vida ni de la otra puede interceder por los hombres en el cielo. Recuerde la historia contada por Jesús del rico y Lázaro, allí se nos narra como el rico intentó interceder por su familia delante de Abraham, y se le dijo que si alguno de su familia quería ser salvo, debía oír a los profetas o predicadores aquí en la tierra ( Lucas 16: 19-31). Así que, aparte de Cristo, nadie en el cielo, ni aquí en la tierra puede interceder por la salvación de ninguna persona (Hechos 4:12). La tarea de los predicadores en la tierra no es de ser intermediarios, sino la de presentar al que es el intermediario, Cristo Jesús. El pastor puede ser una ayuda como consejero en muchos casos, puede mostrar el camino, pero el único mediador es Cristo, y esto es muy claro en la Biblia.

La iglesia católica apostólica y romana, basada en ella misma, y desconociendo la claridad del libro de Hebreos respecto a la cesación del continuo sacrificio y por ende la cesación del orden sacerdotal levítico, se empecina en celebrar la misa que no es otra cosa que la continuidad de un sacrificio innecesario. En esta misa el pan y el vino no son una conmemoración del cuerpo y la sangre de Cristo como lo son en la cena conmemorativa bíblica, sino que es la pretendida repetición del sacrificio de Cristo de forma literal y continua, donde el pan es carne y el vino es sangre de Cristo, y el sacerdote hace las veces de Cristo. Una simple lectura al libro de Hebreos sería suficiente para darse cuenta de la ineficacia de la misa católica.

Los que participan de la misa hacen ineficaz el sacrificio de Cristo en la cruz, están diciendo que no fue suficiente lo que Dios declaró en su palabra que sí lo fue. Note la manera enfática como habla la Biblia al respecto: ¨23 Era, pues, necesario purificar las figuras de las cosas celestiales con estos ritos; pero las mismas cosas celestiales, con sacrificios mejores que éstos. 24 Porque Cristo no entró en un lugar santísimo hecho de manos, figura del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios a nuestro favor. 25 Tampoco entró para ofrecerse muchas veces a sí mismo, como entra cada año el sumo sacerdote en el lugar santísimo con sangre ajena. 26 De otra manera, le habría sido necesario padecer muchas veces desde la fundación del mundo. Pero ahora, él se ha presentado una vez para siempre en la consumación de los siglos, para quitar el pecado mediante el sacrificio de sí mismo. 27 Entonces, tal como está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después el juicio, 28 así también Cristo fue ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos. La segunda vez, ya sin relación con el pecado, aparecerá para salvación a los que le esperan¨ (Hebreos 9:23-28). Estos versículos bíblicos son suficientes para derribar toda la estructura ritualista católica por antibíblica y herética.
Ninguna persona necesita ir a ningún sacerdote, o pastor, o ministro para que medie por él delante de Dios. Cada persona puede acercase a Dios con toda confianza desde que Jesucristo ofreció su vida en sacrificio por nuestros pecados. Lo primero que una persona tiene que hacer es venir a Dios en arrepentimiento, creyendo en Cristo como su Señor y Salvador, esa es la única condición, creer en Jesús. Creer que ¨Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras¨ (I Corintios 15:3,4). Si lo hace así, será salvo.