lunes, 13 de abril de 2009

LOS ESCRITOS DE SALOMON

Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares.

El rey Salomón tenía una sabiduría fuera de lo normal, una sabiduría que Dios le había concedido. Recordemos que cuando fue coronado como rey de Israel, al suceder en el trono a su padre David, pidió a Dios que le diera sabiduría para gobernar (I Reyes 3: 3-14), cosa esta que Dios le concedió. Por este motivo Salomón hizo gala de su sapiencia en todas las materias: ¨Y Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar. Era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios. Aun fue más sabio que todos los hombres, más que Etán ezraíta, y que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol; y fue conocido entre todas las naciones de alrededor. Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces. Y para oír la sabiduría de Salomón venían de todos los pueblos y de todos los reyes de la tierra, adonde había llegado la fama de su sabiduría¨ (1 Reyes 4: 29-34).

En esta ocasión, en nuestro empeño por descubrir los temas más sobresalientes de la Biblia y conocer un poco más de ella, llegamos a los libros escritos por Salomón, estamos hablando de Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares. Como dicen los versículos más arriba, los escritos de Salomón fueron mucho más extensos, pero recordemos que la Biblia es un libro religioso, cuyo interés es mostrarnos aquellas experiencias que conectan al hombre con Dios, por lo tanto encontramos en la Biblia sólo aquellos libros de Salomón que son pertinentes como revelación de Dios al hombre.

Cuando indagamos acerca de otras culturas de la tierra encontramos que en ellas también hubo filósofos que trataron de explicar el mundo y de dar respuestas a preguntas que el corazón humano no podía responder, como por ejemplo acerca del origen del mundo, del sufrimiento humano y de muchas cuestiones más. Pero ninguno de estos filósofos sustenta sus aseveraciones sobre base tan firme y trascendente como la que encontramos en la literatura hebrea. La inclusión de Dios como el Creador del mundo y el regente de todo el universo hace a la literatura hebrea, una con un carácter exclusivista, y diferente totalmente de toda otra cosmovisión.

Toda otra manera de interpretar el mundo, diferente de la que encontramos en la Biblia, si tomamos como buena y válida la revelación bíblica, no pasan de ser simples fábulas. Esto no quiere decir que no haya en la literatura de otras culturas cuestiones que puedan ser consideradas como saludables y provechosas para el hombre. Pero lo que queremos decir es que en cuestiones trascendentales que tienen que ver con la verdad absoluta, sólo la Bíblia podría ser considerada. O sea, o creemos lo que la Biblia dice, o estamos perdidos. Esa es en esencia la trascendencia de la sabiduría revelada en la Biblia. Podría sonar pedante, o pesimista, o tal vez para algunos hasta fatalista el hecho de la exclusividad de la verdad bíblica, pero no se puede creer en la Biblia y no llegar a esa conclusión. El propio Jesús, quien es la revelación última de Dios hizo una declaración que corrobora lo que estamos diciendo acerca de la trascendencia de la sabiduría bíblica: ¨Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí¨ (Juan 14:6).

Así que cuando leemos la Biblia, no estamos simplemente ante una forma más de comprender el mundo, sino que estamos frente a la única verdad que nos revela la única sabiduría, que nos da el conocimiento más seguro acerca del único Dios.

Los libros sapienciales de Proverbios y Eclesiastés junto con el libro de Job y algunos salmos, constituyen la filosofía o dichos de sabiduría del pensamiento hebreo, filosofía que está muy ligada a la experiencia de la nación judía con su Dios Jehová. Los principios éticos y las normas establecidas por Dios para la conducta de los hombres moldearon todo el pensamiento de esta nación. Los hombres que escribieron inspirados por Dios, como es el caso de Salomón, lo hicieron apegados a lo establecido por Dios por medio de su siervo Moisés y los demás profetas. Lo que leemos en Job, Salmos, Proverbios y Eclesiastés en la Biblia, en esencia, no es el pensamiento unilateral de hombres, sino que es parte de la revelación de Dios dada a los hombres, aún cuando estos escribieran con su estilo literario y limitados por su alcance intelectual.

Veamos ahora una breve explicación del significado de cada uno de estos libros:

I.- Los Proverbios de Salomón Son Reflexiones Útiles Para la Vida Diaria.

Una cosa buena que tiene el libro de Proverbios es que podemos usarlo como libro devocional diario, pues tiene un capítulo para cada día del mes. Podemos reunirnos con la familia y hasta parafrasear estas enseñanzas prácticas. Eso es lo bueno de estas composiciones, que están repletas de consejos prácticos para enseñar a nuestros hijos y a nosotros mismos como conducirnos en la vida, y sacar de ellas el mayor provecho.

Así como estos proverbios, nuestra cultura también tiene sus refranes producto de la observación de la cotidianidad, que están también repletos de sabiduría popular, en este sentido podría aventurarme a decir que los refranes son proverbios populares. Por ejemplo: ¨Dime con quien andas y te diré quien eres¨. Este refrán se refiere a que las personas buscan la compañía de quienes son como ellas.

Así que tanto los proverbios como los refranes tienen entretejida una verdad. Una verdad como la fe utilitaria, que se asemeja a la preocupación mostrada por Santiago en su carta, en el Nuevo Testamento, cuando nos habla de la necesidad de la praxis de la vida cristiana.

Los proverbios de Salomón muestran la preocupación de un padre por un hijo, y le aconseja para lo que tendrá que enfrentarse: las tentaciones, el enojo, la pereza, el orgullo, las ganancias injustas, los peligros de la lengua, las mujeres malas, etc. Y también le muestra la importancia de los valores verdaderos: la generosidad, la corrección de los hijos, la amistad, la prudencia, la templanza, etc. Aunque Salomón no es el mejor ejemplo en todo lo que está aconsejando, pero no deja de ser verdad lo que está proponiendo como principios excelentes de vida. Aquí se cumple lo que dijo el Señor Jesús a cerca de los escribas y fariseos: ¨Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen ¨ (Mateo 23:3)

En el libro de Proverbios la sabiduría aparece personificada, como si se tratara de alguien, y se la presenta como una cualidad inherente a Dios: ¨Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra. Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada; no había aún hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo. Me regocijo en la parte habitable de su tierra; y mis delicias son con los hijos de los hombres. Ahora, pues, hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos. Atended el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis. Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas. Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová. mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen aman la muerte. (Proverbios 8: 22-36). Esto es típico de la literatura de ese tiempo, no es ningún misterio, y sólo buscaba hacer más interesante la composición.

El principio sobre el cual se sustenta la sabiduría verdadera es el temor de Jehová (Proverbios 1:7). Este es un principio elemental en toda la Biblia, no ha de ser diferente en los libros sapienciales. El autor no puede ser condescendiente con los criterios de la época acerca de la concepción del mundo, como no lo podemos ser nosotros en el día de hoy. El autor de los proverbios, aunque pudiera recoger los dichos de los sabios de su época o ser influenciado por ellos, en aquellas cosas que atañen a la realidad de la vida; pero está limitado por el criterio divino revelado en el Pentateuco y los escritos de los profetas. Lo que hace al libro de Proverbios parte de la colección bíblica es precisamente su apego a la revelación divina.

Hay que tener cuidado en el día de hoy con ciertos pensamientos que quieren imponerse a lo revelado por Dios en su Palabra, o que pretenden apropiarse de la misma autoridad que tienen los escritos bíblicos. Algunos de los llamados ¨profetas¨ y ¨apóstoles¨ de hoy, que se toman muy en serio esos títulos, han estado encaminando a mucho pueblo por veredas extraviadas, so pretexto de haber recibido una nueva revelación. Pero nada que no concuerde con lo que ya ha sido revelado, puede ser considerado ni siquiera.

La misma revelación bíblica, como ya hemos expresado en otra ocasión, fue producto de un proceso de evolutivo, o sea, progresivo, que culminó con la persona de Jesús. Es por esta causa que aún los proverbios de Salomón deben ser leídos y analizados a la luz de la sabiduría de Jesucristo en el Nuevo Testamento, porque con Jesús, se selló la revelación (Hebreos 1:1-3).

El libro de Proverbios en definitiva nos habla de los beneficios de obrar bien en la vida, lo cual tarde o temprano dará sus buenos frutos.

II.- El libro de Eclesiastés Es el Discurso de Un Hombre Desengañado de la Vida.

Si el libro de Proverbios es un manojo de sabiduría para vivir, el libro de Eclesiastés es una confesión de desengaño de la vida. Salomón ya era viejo cuando escribió este libro. Había disfrutado de todos los beneficios del poder, poder que lo había apartado de su genuina fe en Dios, esto nos muestra lo perjudicial que puede resultar el trono cuando el que lo ocupa se envanece. Pero ahora lo vemos arrepentido, reconociendo sus errores, podríamos decir que aquí aparece trágicamente desencantado de la vida.
Aunque cuando uno lee este libro puede notar la carga pesada de gran pesimismo, pero también uno puede percatarse de las conclusiones sinceras a las que había llegado Salomón después de haber buscado en vano fuera de los límites del Señor: ¨El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala¨ (Eclesiastés 12:13,14).

Este libro, como todos los libros de la Biblia, debe ser leído completamente y de manera contextual; leer todo el discurso, no quedarnos en el camino. Si paramos en algún lugar de este libro y hacemos tienda allí, de seguro malinterpretaremos lo que dice. El escritor nos va llevando desde una perspectiva materialista de la vida, hasta el convencimiento de que lo espiritual es más importante, e imprescindible para poder entender el mundo Material. Como siempre en el autor está presente un componente permanente, que es la fe en el Dios Verdadero, sin cuyo conocimiento el hombre no puede encontrarle sentido a la existencia. Esta ha sido una cuestión planteada incluso por los ateos, el mundo no tiene sentido sin la idea de un Dios.

Es posible que Salomón, al relacionarse con los filósofos de su época, se haya dejado influenciar de sus postulados, y que hasta llegara a llenarse de incertidumbre acerca del significado del mundo espiritual y de lo que ocurre con la persona una vez que ha muerto, pero luego lo vemos retornando a la fuente verdadera. Es lo mismo siempre, la persona se puede pasar la vida negando la existencia de Dios y del mundo espiritual, y tratando de demostrarlo infructuosamente, para luego tener que reconocer su incredulidad, su encerramiento; en un instante, en un segundo de luz que sólo puede venir del mismo cielo. Ese es el misterio de la vida.

A pesar de todo el pesimismo que vemos en las palabras de Salomón en Eclesiastés, podemos aprovechar muchas de las consideraciones que hace el autor acerca de los problemas con los que tenemos que lidiar día a día en el mundo, como es la expresión ¨no hay nada nuevo debajo del sol¨: ¨¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol¨ (Eclesiastés 1: 9). Además, este es un libro que nos enseña a poner los pies sobre la tierra, al considerar las realidades con las que tenemos que enfrentarnos, y que de nada nos sirve nuestro cuidado de las cosas materiales si al final todo lo que vemos será deshecho. Esta es una verdad en toda la Biblia, por causa del pecado este mundo está destinado al fracaso, y toda la creación, así como todas las realizaciones materiales de los hombres, están reservadas para el fuego: ¨pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos¨ (2 Pedro 3: 7).

Así que el mucho afanarse llenando la vida de ansiedades no parece ser muy sabio. Esta es una verdad que aprendemos en el libro de Eclesiastés. Pero esto no significa que nos vamos a sentar a esperar el triste final; no, pues mientras ese día llega, la vida continúa, y esta es otra verdad que aprendemos en el libro de Eclesiastés cuando nos dice: ¨Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora¨ (Eclesiastés 3:1).

Aprovechemos el desengaño de Salomón para darnos cuenta que lo que en verdad cuenta como provechoso y bueno para nuestras vidas es hacer caso a lo que Dios nos dice en su palabra. Que cualquier discurso sin este elemento de la fe en el Dios verdadero es pura palabrería sin ningún sentido.

III.- El Cantar de los Cantares Es un Poema de Amor Romántico.

Finalmente llegamos al último poema de la Biblia; y es, gracias a Dios, un poema romántico: nos referimos al Cantar de los Cantares, que también se llama Cantares de Salomón.

Con relación al aporte que este libro puede hacer a nuestra vida conyugal, muchos de nosotros hemos perdido el sentido del amor romántico, y hemos descuidado los detalles que hacen a un matrimonio interesante. Así que las parejas deberían prestar más atención el uno por el otro, y cultivar el romanticismo vital para hacer un matrimonio perdurable. Dios, a la hora de traer a Adán una compañera, no lo hizo sólo con el propósito de que pudieran llenar la tierra de hijos, sino, y creo que esto es primordial, que tenía el interés de que ambos pudieran disfrutar de la compañía, y de todo el placer que uno y otro se pudieran proporcionar. Esta parte del matrimonio es mucho más importante que la procreación misma, ya que de la relación íntima eficaz y placentera de los esposos dependerá la felicidad de toda la familia.

Aunque este poema habla del amor de Salomón con una doncella llamada la Sunamita, se ha identificado siempre con el amor de Dios por su pueblo Israel y el amor que Jesucristo tiene por su iglesia.

En la Biblia se utiliza el matrimonio para comparar la relación de Cristo con la iglesia, y el libro de Apocalipsis habla de las bodas del cordero: ¨Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios¨ (Apocalipsis 19:7-9).

Estos son cinco cantos bien orquestados y organizados para ser disertados en un arreglo teatral. Salomón y la Sunamita se encuentran después de estar separados por un tiempo, y luego se vuelven a separar, pero sin perder la esperanza de encontrarse nuevamente. De la misma forma, la iglesia espera con ansias al Esposo que vendrá un día del cielo para así estar juntos para siempre.

Si usted quiere ser parte de esa esposa que se vestirá de gala para esperar al Esposo, usted necesita aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador. Sólo así podrá estar convidado para esa fiesta que se celebrará cuando Cristo venga otra vez.

Mensaje predicado por Leandro González en la Primera Iglesia Bautista de Mao, República Dominicana, en abril 12 de 2009.

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